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MOP acuerda rebajar el muro de la vergüenza: mole de cemento impide la vista al mar a comunidad yagán Nuevo gobernador gestó acuerdo por obra que había causado polémica en Puerto Williams

MOP acuerda rebajar el muro de la vergüenza: mole de cemento impide la vista al mar a comunidad yagán

La construcción es parte de un proyecto vial frente al canal del Beagle y afecta entre otros a Cristina Calderón, última hablante nativa, Tesoro Humano e Hija Ilustre de la Región. Tras una semana de manifestaciones y luego de la intervención de la gobernación, la secretaría accedió a rebajar la altura de la construcción. «Para nosotros es súper importante que se haya aplicado el convenio 169, que refiere al respeto a los pueblos originarios, y que nos devuelvan nuestro derecho ancestral al mar», señaló un dirigente de los indígenas.


Es un verdadero muro de la vergüenza, que impide la vista al Canal del Beagle. De tres metros de altura, está erigido frente a Villa Ukkika, en la Región de Magallanes, donde reside la comunidad yagán, un pueblo canoero con siete mil años de presencia en la zona. «Yaganes: sin vista al mar, ni tierra ni nada», ha escrito alguien sobre el cemento.

La construcción es parte de una obra vial del Ministerio de Obras Públicas (MOP) para el mejoramiento y pavimentación del borde costero de la ciudad de Puerto Williams. Ante el reclamo de la comunidad, un alto funcionario de esa secretaría respondió simple y llanamente que la obra ya estaba ejecutada y no se podía demoler.

«Hubo una consulta previa, dentro del proyecto de construcción del puente, por ser un área de desarrollo indígena, pero en ningún momento se mencionaron los detalles de este muro gigantesco que les quitaría por completo la vista al mar», critica la escritora Cristina Zárraga, la autora de «Cristina Calderón. Memorias de mi abuela yagana» (2017).

Calderón, residente de Villa Ukkika, es justamente una de las víctimas de la situación. Es la última hablante nativa del idioma yagán, fue declarada «Tesoro humano vivo» por el Ministerio de Cultura en 2009 e Hija Ilustre de la región.

«Ahora pienso en mi abuela, qué dirá su silencio, me imagino confundida, triste y con rabia. Considerada como un Tesoro Humano, Hija Ilustre, entre otros reconocimientos. Y ahora la hunden junto a su gente con un muro frente a su casa, en donde ella suele tejer sentada junto a la ventana o en el kipakar contemplando las aguas y el movimiento que hay en él, el zarpe o arribo de las embarcaciones, donde muchas veces vienen navegando sus hijos», señala Zárraga.

«No me parece justo y se contradice al respeto, admiración y la imagen que se tiene sobre la abuela Cristina Calderón también a nivel internacional, que el gobierno de Chile permita o deje pasar este acto; la construcción del muro, como una obra ejecutada, que no se puede demoler», critica.

David Alday, presidente de la comunidad yagan, dijo a un medio local que la obra, que además tenía previsto subir la calle a la altura del muro, los dejaba «en una condición pésima, en un hoyo. Aquí hay anegamiento de aguas en invierno, además de que se nos quita el derecho ancestral que tenemos nosotros al mar».

Miembros de la comunidad yagán discuten con funcionarios de la obra.

Autoridad: «No se puede demoler»

Ante la situación, la comunidad yagán se reunió, debatió, y ante la falta de respuestas, se tomó la calle e impidió los trabajos. La primera declaración oficial vino a principios de marzo del secretario regional ministerial de Obras Públicas, Ricardo Haro.

“Es parte del proyecto de construcción del puente que se está haciendo en el sector de Villa Ukika. Ahora, tal como se mencionaba, se hicieron reuniones de participación ciudadana donde sí se explicaron en la comunidad los alcances del puente. Creo que lo que pasó, es que uno no dimensiona las obras hasta que están construidas. Entonces, también nosotros debiésemos hacer algún tipo de mea culpa, y decir que deberíamos haber explicado la altura del muro”, afirmó a un medio local.

Agregó que la altura del muro se explica debido a que después del terremoto de 2010, hubo un cambio en la normativa, donde se establece que cada proyecto de puente debe tener ciertas características, sobre todo cuando son costeros, y contar con cierta elevación, respecto a las últimas aguas.

«Las obras ya están ejecutadas, no se pueden demoler. Ya están contratadas. Lo que sí, solicité a la dirección de Vialidad acercarse a conversar con los dirigentes, para ver cuáles son las mitigaciones que podemos realizar», dijo Haro, quien dejó con su cargo con el cambio de gobierno.

Este diario se comunicó con el MOP, pero ningún funcionario de la entidad a nivel regional se quiso manifestar por el conflicto.

 

Dura respuesta

Las declaraciones de Haro cayeron como un balde de agua fría en la comunidad yagán. En respuesta, decidieron enviar una declaración pública a los medios locales. Allí pidieron al gobierno que no privara a la comunidad de lo que»por derecho ancestral le pertenece, su legítimo apego y convivencia permanente con el mar. Sabe muy bien que al interrumpir el contacto directo con el mar aporta al olvido de nuestra cultura”.

La construcción de este muro, según explicaron, “es algo que llena de angustia y cala en la más profunda incertidumbre pensando en el futuro de nuestro pueblo ancestral».

En la declaración también criticaron duramente las declaraciones de Haro por su «soltura» de reconocer la falta en la entrega de información con respecto al muro en cuestión y la necesidad de las autoridades de hacer un mea culpa.

«Es una falta de profesionalismo paupérrimo, un error y un horror con un grado de desconocimiento atemorizante”, señalaron los yaganes.

«Aquí no se entregó toda la información con respecto a la construcción de este muro y al impacto que tendría en nuestra Villa Ukika. Puede ser que esta autoridad al ver que somos los únicos afectados, no le tomó importancia, lo que sería más grave aún, ya que caería directo en una discriminación, motivo y objetivo del convenio 169, superar las prácticas discriminatorias que afectan a los pueblos indígenas y así hacer posible que participen en la adopción de decisiones que afectan a sus vidas”, remataron.

«Que se escuche la voz de los yaganes alguna vez», dice Zárraga, quien reside en Alemania. «Esto ha llegado muy lejos y una oportunidad para tomar más fuerza como familia y reconocer nuestros derechos ancestrales».

Los familiares de la autora le habían transmitido su dolor e impotencia, al verse nuevamente pasados a llevar, esta vez por por parte de las autoridades del MOP.

El muro impide «contemplar uno de los elementos más importantes de conexión espiritual, el mar. Hoy todo se ha vuelto oscuro, encierro, cárcel, desesperación ante un muro muerto y sin sentido» frente al Onashaga, como los yaganes conocen el Canal del Beagle.

Para Zárraga, la obra constituye una nueva falta de respeto, un atropello hacia las minorías indígenas por parte de autoridades, «sumergidas en sus proyectos que para nada van a beneficio de las personas en donde son realizados, como lo es en este caso. Afectando a la salud mental, llevando a la marginación, depresión, alcoholismo, entre otros».

«Sé lo que significa esa libertad visual hacia la inmensidad, es la libertad del alma, que siempre vivió nuestro pueblo canoero a las orillas del mar», remata.

Solución

Al final, la presión de la comunidad yagán dio resultado. El recién asumido gobernador, Juan José Arcos, visitó in situ el lugar de la polémica, se entrevistó con la comunidad y habló con un representante de Vialidad en Punta Arenas. El resultado fue un acuerdo que se firmó la semana pasada y que determinó rebajar la altura de la construcción, informó la propia gobernación en su sitio web.

«Para nosotros es súper importante que se haya aplicado el convenio 169, que refiere al respeto a los pueblos originarios, y que nos devuelvan nuestro derecho ancestral al mar», celebró el dirigente Alday, quien agregó que «esta noticia trascendió los límites de la provincia y recibimos el apoyo de otras comunidades de pueblos originarios que apoyaron nuestras exigencias».

En el acuerdo, el MOP se compromete a rebajar el muro, desde punto más alto de la rasante y descendiendo diagonalmente a lo largo de un tramo de 30 metros, de acuerdo a los trazados que la misma comunidad presentó como contrapropuesta a lo ofrecido por vialidad, que proponía una disminución de no más de 50 centímetros.

Arcos atribuyó el conflicto, que reconoció como «grave», a un malentendido a la hora de explicar la obra a la comunidad, en declaraciones a El Mostrador.

«Creo que un problema acá es el aislamiento. A veces, cuando se vienen a dar las explicaciones técnicas o la socialización de los proyectos, no se hace con todos los medios más idóneos. Acá no tenemos una Internet normal, de hecho la proporciona Argentina. El equipo de trabajo que vino del MOP nos explicó que no pudieron exponer los modelos 3D por la falta de Internet. Eso derivó en que las personas no tuvieron la percepción de cómo iba a ser el muro en la realidad, con la obra terminada. Solamente pudieron ver planos. Obviamente la percepción de un plano es muy distinta a la realidad».

La autoridad además reconoció que el muro imposibilitaba a los yaganes mantener contacto visual con el mar y afectaba gravemente su forma de vida.

«Es como si a los rapa nui les impidas ver a los moai. Es algo así de fuerte para el pueblo yagán. Claramente el diseño de la obra impedía al pueblo yagán acceder al mar, que es un elemento central y esencial en su vida», dijo.

«Nosotros optamos por oír la opinión de la comunidad. Ellos no se oponían al proyecto, sino que simplemente tenían una idea distinta», específicamente en el diseño del muro.

«Esto fue analizado por el equipo técnico y se determinó que de acuerdo al reglamento del MOP no había ningún inconveniente, y se acordó aceptar la propuesta de la comunidad yagán. Al final llegamos a un acuerdo que fue satisfactorio», concluyó.

Frente a Villa Ukika, los miembros de la comunidad yagán trazan la altura que consideran respeta la tradición de su cultura milenaria. Foto: Gentileza de la Gobernación de la Provincia Antártica.

 

 

Nota: en la foto de portada se observa a Cristina Calderón, acompañada de la madre de la escritora Cristina Zárraga, en medio del camino para impedir los trabajos de construcción.

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