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«Stadium»: la obra con que Chile denuncia en Venecia la desigualdad urbana de Santiago CULTURA

«Stadium»: la obra con que Chile denuncia en Venecia la desigualdad urbana de Santiago

El proyecto se centra en Estadio Nacional como sede de un olvidado acto de entrega de terrenos a 37 mil personas de 62 poblaciones de Santiago por el dictador Augusto Pinochet, el 29 de septiembre de 1979. Para su creadora, la arquitecta Alejandra Celedón, el acto convirtió a los pobladores en propietarios y, de esta forma, terminó de destruir las organizaciones que habían integrado desde los años 50 para lograr una vivienda digna. «Se fijó una ciudad muy alejada, muy desplazada, invisibilizada en sus bordes. Eso se juzga, más que la calidad de vida que adquirió la gente».


El Estadio Nacional como reflejo de la historia de Chile –sede del Mundial del 62 y de un discurso de Fidel Castro en 1971, campo de concentración tras el golpe militar del 73 y bendecido por el Papa Juan Pablo II en 1987– es el punto de partida de «Stadium», una obra de la arquitecta Alejandra Celedón que representa a Chile en la XVI Bienal de Arquitectura de Venecia, a inaugurarse este sábado.

El proyecto se centra en el coloso de Ñuñoa como sede de un olvidado acto de entrega de terrenos a 37 mil personas de 62 poblaciones de Santiago por el dictador Augusto Pinochet –el 29 de septiembre de 1979– que convirtió a los pobladores en propietarios y de esta forma, en sus palabras, terminó de destruir las organizaciones que habían integrado desde los años 50 para lograr una vivienda digna.

«Con un relato conceptual y expositivo, el pabellón de Chile narra la evolución de Santiago como experimento neoliberal a través de un evento específico sucedido durante la dictadura militar en el Estadio Nacional de Chile, cuando se regularizaron años de ocupación informal en esa ciudad», sostiene Cristóbal Molina, comisario del pabellón y coordinador del Área de Arquitectura en el Departamento de Fomento de la Cultura y las Artes del Gobierno de Chile.

Aunque con el acto efectivamente mejoró la vida de muchos de sus habitantes, también consolidó una ciudad segregada: las poblaciones beneficiadas –La Pincoya, Villa Francia, La Bandera– estaban en la periferia, agrega. Un acto de privatización del espacio que luego se repetiría, junto a la retórica oficial, en otras ciudades del norte y sur de Chile.

«Hubo algo un poco irreversible: nuestra gente más vulnerable quedó muy alejada», comenta Celedón. «Se fijó una ciudad muy alejada, muy desplazada, invisibilizada en sus bordes. Eso se juzga, más que la calidad de vida que adquirió la gente», señala.

Un dibujo clave

La obra es parte de una investigación larga de la arquitecta. La profesional indagaba la política y retórica de la vivienda en los años 80 en Chile, cuando se topó con un dibujo del Estadio Nacional, cuyas graderías llevaban los nombres de las distintas poblaciones e indicaba dónde debían ubicarse sus habitantes durante el acto.

El dibujo circuló en la prensa oficial junto a un listado de 60 páginas con los nombres de los convocados. La prensa de oposición, en tanto, exponía las dudas de los pobladores. ¿Qué pasaba si no firmaban? ¿Se perdía la casa si se atrasaban o no pagaban las cuotas?

Los testimonios de algunos de ellos también son parte de «Stadium». Se muestran en seis pantallas grandes que además muestran con vídeos los otros momentos históricos que tuvieron lugar en este centro.

«Encontramos gente de las listas que aún está viva, asistió ese día al estadio y en un relato audiovisual cuenta su historia desde que llegaron a tomar el terreno o fueron beneficiadas por la Operación Sitio, cómo vivieron primero en carpas y luego lograron armar sus propias organizaciones a través de ollas comunes, el día que los llevan en bus al estadio y firman», relata.

Ellos «eran mayormente beneficiarios de una política de vivienda de los años 60 –Operación Sitio u Operación Tiza– que otorgaba a la gente un terreno de 9 por 18  metros, semiurbanizado o no urbanizado, en la periferia de Santiago. Ese día hay una especie de regularización donde a la gente, que había ocupado sitios por varias décadas, la hacen firmar los papeles y al final del día no son pobladores sino propietarios y, al mismo tiempo, deudores para pagar una serie de cuotas».

Para ella, este acto por un lado instauró un sujeto urbano donde la propiedad y el capitalismo popular están al centro, e instala una nueva política habitacional real donde la vivienda no es un derecho sino un bien de consumo, junto a una serie de valores sociales y económicos propios del régimen.

El estadio como reflejo del país

En Venecia, el recorrido comienza con este dibujo que preparó para la ocasión el Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu) y después el público accede a un espacio mayor que recrea «a escala de 1:50.000 el Estado Nacional de Santiago», en tierra aprisionada, para que el visitante pueda recorrerlo, pero en lugar de gradas contiene 62 poblaciones que se juntaron aquel 1979 en el estadio.

«Nuestro argumento es que por un pequeño momento el Estadio Nacional nos devuelve una imagen de la ciudad» en el tema de la problemática de la vivienda, dice. «Logra insertar una ciudad completa en un edificio particular», puntualiza.

«Este es una examen de cómo nuestro país se ha hecho cargo de este problema. Hoy ves las casas y en calidad de vida la gente ganó mucho, ¿pero qué tipo de valores se instalaron? Se individualiza a la gente, se le hace ser dueño de algo propio, pero se rompe un proyecto de colectividad: cómo se organizaban», apunta.

«Además, al firmar esos títulos ese día, se fijó una ciudad sin planificación, muy improvisada, siguiendo la propia informalidad de la ocupación con las tomas de terreno. Cada población quedó a 20 km del centro», explica.

La obra juega, en ese sentido, con la palabra «estadio», que etimológicamente se refiere a una medida griega de 183 metros. «Más que juzgar si es valioso que la gente haya adquirido su propiedad que pueda heredar y testar, que son palabras que usa Pinochet, fijamos algo muy difícil de retornar. Ese día se fijó la segregación de la ciudad», plantea.

Paradoja de lo privado y lo público

La obra también celebra la posibilidad de un solo edificio de acoger eventos de índole tan diversa, pero también de la capacidad de dar cuenta de la memoria de un país a través de un único edificio, explica Celedón.

«Hay una tensión o suerte de paradoja muy fuerte: la celebración de una ciudad privatizada se hace en uno de los principales monumentos y edificios públicos de una ciudad», afirma.

«Esa paradoja se ve en el material. Este pabellón pesa 16 toneladas, pero al tocarlo es muy frágil y probablemente se vaya desarmando durante los seis meses de la bienal», detalla.

En esta edición, «Chile instala en Venecia una discusión en torno a los problemas actuales de aquellas ciudades en que las políticas urbanas dejaron como herencia la segregación, la injusticia y la desigualdad de sus habitantes», valora Molina.

Él recuerda que el país ha buscado en las últimas cuatro Bienales de Arquitectura de Venecia poner el foco en «problemas de interés local y global» y posicionar al mismo tiempo «la arquitectura chilena en una discusión internacional».

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