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Buscan revertir extinción de árbol sagrado Rapa Nui reconstruyendo su huella genética CULTURA

Buscan revertir extinción de árbol sagrado Rapa Nui reconstruyendo su huella genética

La Unidad de Secuenciación a cargo de la Dra. Carolina Sánchez, en conjunto con Genoma Mayor de la Universidad Mayor, se encuentran en la fase final de un estudio que reconstruirá la historia genética de la última población de toromiros potencialmente puros provenientes de Isla de Pascua, y cuyos únicos ejemplares sobrevivientes se encuentran en el Jardín Botánico Nacional en Viña del Mar.


El Toromiro es considerado el árbol sagrado del pueblo Rapa Nui, es la única especie endémica nacional extinta en estado silvestre. Sin embargo, tras su desaparición en su ecosistema natural a fines de los años 50, se rescataron semillas de los últimos toromiros vivos para propiciar su preservación a futuro.

Los resultados de la investigación, que comenzó en enero y se espera culmine durante el primer semestre de este año, determinarán si dicha población de aproximadamente 30 ejemplares corresponde a especies autóctonas del toromiro o si éstas fueron afectadas por procesos de hibridación natural. De esta forma, el estudio podría certificar la posible extinción del árbol sagrado Rapa Nui en estado de conservación o evaluar sus opciones para una reintroducción en territorio insular. El último toromiro puro del que se tuvo registro en el siglo pasado data del año 1959.

“Con esta información será posible seleccionar las plantas que se utilizarán para una propagación del toromiro puro en su ecosistema original. En el escenario de que solamente se trate de especies híbridas, se deberá evaluar si se trata de una planta reinsertable en la isla”, explica Ignacio Muñoz León, asesor científico de Genoma Mayor, enmarcada en un plan de conservación multidisciplinario impulsado por CONAF. Los resultados del estudio serán evaluados en un encuentro entre diversos especialistas, a realizarse en Isla de Pascua en las próximas semanas, donde se analizarán las opciones para el rescate del toromiro o la propagación de especies híbridas en Isla de Pascua.

El toromiro es una planta perteneciente a la familia de las Sophoras, que agrupa a cerca de 80 especies de árboles, arbustos y hierbas perennes de regiones tropicales y templadas de ambos hemisferios. Su morfología es la de un árbol pequeño o arbusto perenne que pocas veces supera los dos o tres metros de altura, que, mantenidas en viveros, pueden vivir hasta 55 años de edad. Su importancia para el pueblo Rapa Nui radica en que fue utilizado como combustible y materia prima para elaborar objetos rituales, incluyendo estatuillas y las tablillas rongorongo, además de utensilios domésticos.

“El toromiro es la única especie extinta en estado silvestre en Chile, y esto implica que aún tenemos material con el cual trabajar para revertir esta situación, con árboles provenientes de museos o jardines botánicos. Esta situación le transfiere un estatus muy particular desde el punto de vista científico y conservación de la biodiversidad. Es una especie de importancia sobresaliente por su significado histórico, cultural y artístico en la isla, tanto para el ámbito del medio ambiente como la identidad del pueblo Rapa Nui. Dicha planta en la isla es como la araucaria en el continente: todas las figuras religiosas que se hicieron en la isla fueron talladas con madera de este árbol”, subraya Eugenio Tucki, técnico de CONAF en Isla de Pascua.

La huella genética del árbol sagrado

La degradación de la vegetación natural y expansión de las áreas de pastoreo, comenzó como consecuencia de la colonización polinésica y un explosivo aumento demográfico entre los años 700 y 1400. Antes de eso, el toromiro fue un árbol característico en Rapa Nui cuando la vegetación de la isla estaba dominada por arbustos bajos y bosques de palmeras. Luego de ese primer factor de impacto, la introducción -por parte de colonos europeos en el siglo XIX- de conejos, ovejas, chanchos, caballos y ganado, sumado a la sobreexplotación de madera para tallados, se tradujo en la reducción irreversible de la especie.

“El toromiro se extinguió principalmente por acción del hombre y animales de pastoreo. Antes de la llegada de colonos, Isla de Pascua tenía otro paisaje. Mientras hoy se ven planicies y suelos erosionados, antes se caracterizaba por sus bosques de palmeras. Con el tiempo, la extinción de esos bosques, que tenían el rol de generar sombra y permitir el crecimiento de otras especies aledañas, afectó al árbol sagrado. Al no tener esta protección solar, sumado a los factores asociados a la acción del hombre, se provocó un cambio completo del ecosistema de la isla. La desaparición de esta especie deja atrás años de evolución y su impacto en las tradiciones del pueblo Rapa Nui”, plantea el asesor científico de Genoma Mayor.

La estrategia que ha seguido al estudio consiste en analizar marcadores moleculares de los árboles con la finalidad de secuenciar sus patrones genéticos, lo que permite analizar una relación filogenética entre los diferentes individuos que componen la muestra. Además, se están desarrollado análisis globales del genoma del toromiro, en busca de secuencias repetitivas que permitan identificar cada uno de los ejemplares. Se trata de un proceso similar al utilizado para pruebas de parentesco en seres humanos, aunque en el caso del Sophora toromiro tiene una dificultad mayor.

“La complejidad del estudio es que existen muy pocas muestras y no existe certeza absoluta de su origen. Hemos tenido que reconstruir su historia para saber cuáles son los ejemplares más óptimos de analizar, lo que supone un gran desafío. Las plantas son nietos y bisnietos de los últimos sobrevivientes del toromiro y que se han ido reproduciendo durante las últimas décadas. Los árboles más viejos tienen cerca de 20 años”, explica Muñoz, quien remarca que la distinción entre las especies puras e híbridas será clave para impulsar la reinserción del árbol sagrado.

Al rescate de la planta endémica

El último árbol de toromiro que sobrevivía en estado natural, en las laderas interiores del Cráter del Rano Kau, fue derribado en 1960 y provocó su desaparición del hábitat natural. Una recolección de semillas de este último árbol madre que existió en la isla, que se llevó a cabo por el ingeniero agrónomo chileno Efraín Volosky y por el arqueólogo sueco Thor Heyerdahl, a fines de los años 50, permitió que algunos ejemplares lograran sobrevivir sólo en jardines botánicos de Chile y algunos en Europa y Australia.

“Era una especie abundante en la isla, pero la llegada principalmente de colonizadores europeos en el siglo XIX dejó a muy pocos ejemplares con vida. Una exploración del año 1911 encontró solo un ejemplar vivo y, al parecer, de éste provinieron los hallados 40 años después por Heyerdahl y Volosky, que dieron la semilla de los que aún existen en el Jardín Botánico Nacional. Es una historia bien dramática, porque es el único árbol endémico de la Isla de Pascua. En Rapa Nui se extinguieron cerca de doce árboles, pero tú los puedes encontrar en otras zonas de la Polinesia. No así el toromiro”, señala Tucki.

El técnico de CONAF valora la investigación genética de las especies porque “aportará la fase más relevante” del proceso de reinserción del árbol sagrado en Rapa Nui. “El toromiro tiene muchas incertidumbres y este estudio ayudará a resolverlas. Las semillas que se extrajeron a finales de los años 50 se hicieron en un marco donde no había protocolo, algunas quedaron guardadas en el tiempo y también se empezaron a multiplicar. Incluso hemos encontrado especies híbridas en países como Francia y España. La única forma de demostrar el origen de las plantas existentes y saber a qué llamamos toromiro es la investigación genética, y a la vez identificar y controlar aquellas colecciones que no cumplen con esto. De lo contrario, no sabremos lo que estamos conservando. Porque aun siendo un ejemplar híbrido, parte del patrimonio genético está ahí”.

Según Ignacio Muñoz, los resultados que el estudio arrojará podrán orientar las decisiones de las autoridades para la reintroducción del toromiro y su plan de conservación, pero, a su juicio, el caso del árbol sagrado del pueblo Rapa Nui supone un llamado de atención para la protección de especies endémicas en nuestro país.  “Es posible que el proceso de hibridación haya afectado a los ejemplares que aún existen, a pesar de los buenos cuidados que se le brindan en el Jardín Botánico Nacional, porque las condiciones no son las mismas que en la isla. En ese escenario, la gran pregunta y tema de fondo será la conservación de los ejemplares híbridos y qué tipo de árbol se espera preservar. Es una cuestión muy compleja donde la investigación genómica tiene una importancia vital. Y, finalmente, la conservación del toromiro también supone una bandera de lucha para la biodiversidad de flora y fauna autóctona en todo Chile”.

 

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