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Las polémicas suecas del ex ministro de Cultura Mauricio Rojas CULTURA

Las polémicas suecas del ex ministro de Cultura Mauricio Rojas

De la solidaridad proletaria internacional a la xenofobia, y de la lucha por la igualdad al neoliberalismo. Tal parece ser la evolución del ahora ex ministro de Cultura Mauricio Rojas, que por sus actuaciones políticas como parlamentario liberal se ganó no solo el rechazo de la izquierda sueca, sino de la propia comunidad de chilenos en ese país por sus propuestas contra la migración.


De la solidaridad proletaria internacional a la xenofobia, y de la lucha por la igualdad al sálvese quien pueda del neoliberalismo. Tal parece ser la evolución del ahora ex ministro de Cultura Mauricio Rojas, que por sus actuaciones políticas como parlamentario liberal se ganó no solo el rechazo de la izquierda sueca, sino de la propia comunidad de chilenos en ese país por sus propuestas contra la migración.

En Suecia, un país de unos 10 millones de habitantes, la colonia chilena es una de las más importantes entre una comunidad de 1,7 millones de extranjeros. Unos 50 mil compatriotas y sus descendientes viven en esa nación, adonde llegaron principalmente tras el Golpe Militar, cuando el entonces embajador sueco en Chile, Harald Edelstam, salvó a miles de personas.

«No me cabe duda que este converso exageró los motivos políticos de su exilio, para así obtener su permiso de residencia en Suecia», señala un chileno que conoce bien el país escandinavo. «A no ser que Rojas hubiese sido un ‘infiltrado’, no me cabe duda que en el comienzo de su exilio en Suecia fue convencidamente un sectario fanático marxista… ¡Todo lo que Rojas abraza, lo hace con una extraña vehemencia! Miente, reniega, analiza  y denuncia, sin consistente evidencia», añade.

No fue el primer ministro de Cultura en tener que renunciar a su cargo. En Argentina, su par Darío Lopérfido, en el mismo cargo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quedó en la picota tras negar en enero de 2016 la cifra de 30 mil desaparecidos que dejó la última dictadura militar trasandina.

Debió renunciar en julio de ese año y volvió a la dirección del Teatro Colón, pero en febrero de 2017 también tuvo que abandonar ese cargo y se fue Alemania. En Berlín también fue repudiado, con una misiva de 100 intelectuales y científicos germanos a la embajada argentina en la capital alemana.

¿Un anticipo de lo que a Rojas le queda por delante? ¿Volverá a Suecia, un país donde también se ganó el repudio y debió terminar con guardaespaldas por sus polémicas?

Estudió gratis

Rojas, al igual que Roberto Ampuero, disfrutó de todas las prebendas del sistema de seguridad social del país anfitrión, Suecia en su caso, donde llegó en enero de 1974 tras pasar por Argentina.

Allí pudo estudiar gratis hasta doctorarse. No solo eso: además recibió un préstamo estatal para sus costos de manutención, como todos los estudiantes en ese país. Igual que Axel Kaiser, otro crítico de la socialdemocracia que también se doctoró gratis, aunque él lo hizo en Alemania, y que defiende asimismo el modelo económico que impuso Pinochet.

Otro tema interesante es la militancia política de Rojas, en momentos en que se cuestiona que haya pertenecido alguna vez al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), como asegura.

Un ex mirista, Edgardo Rivera, lo conoció en 1979, en una actividad académica en Malmö. Señala que ya entonces Rojas prescindía de cualquier actividad política y parecía más interesado en la ecología que en el socialismo.

«El conoció gente del MIR, pero nunca fue del MIR. Para mí es como el Guatón Romo, que también conocía un montón de personas de izquierda, pero siendo parte de un minúsculo grupo llamado USOPO. Rojas es como un Osvaldo Romo, pero de la democracia», remata.

«No lo conocí personalmente, solo los últimos años cuando comenzó a ser un personaje conflictivo y militante del PP (liberales) sueco», cuenta otro ex mirista afincado en el país escandinavo.

«Vivió en el sur de Suecia y jamás participó ni de los GAM (grupos de apoyo a la resistencia), menos aún como miembro del partido. El susodicho no existió como militante del MIR bajo ninguna circunstancia por mí conocida. Pero sí se sabe de las numerosas participaciones públicas, muy provocativas, en que se ganó el desprecio de la comunidad chilena en el exilio», detalla.

Una chilena, también residente en el país nórdico, confirma que Rojas es en Suecia «un chileno destacado» que ha publicado columnas en los dos principales diarios del país y participado en programas políticos de la televisión sueca, «aunque a la mayoría de la comunidad chilena acá nos avergüence».

«Me imagino que los suecos que leen saben quién es. Columnista, parlamentario dedicado a políticas de integración de inmigrantes, muy controvertido en ese período», recuerda. «Luego director de nada menos que TIMBRO, un Instituto de la derecha sueca para la investigación social y formación de opinión pública», puntualiza.

«Se podría decir que llegó a pertenecer a la más alta intelectualidad de la derecha del reino. Domina el idioma sueco hablado y escrito. ¡Ah! Fue profesor de la prestigiosa universidad de Lund también. Debe haber formado a una buena generación de ultraderechistas que hoy tienen mucha influencia en la política y economía suecas», agrega.

Para ese momento, Rojas ya calificaba de «sectas» a las organizaciones en que se reunían los chilenos y chilenas que llegaron a Suecia después del golpe.

«Una cosa que me impactó mucho fue la experiencia de la secta en el exilio», manifestó en una entrevista del 2007 con el periodista argentino Carlos Mira, publicada por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).

«La secta comprime todo lo que es el pensamiento militante a extremos increíbles», continúa. Añade que llegó a comprender posteriormente «cómo las personas habían sido reducidas a la nada, cómo había una opresión sobre nosotros mismos».

«¿Qué entendemos por secta? Son estos grupos que viven en torno a un pequeño grupo de ideas, personas que se apartan del mundo, que generan un pensamiento mesiánico, un adoctrinamiento extremo. Es un pensamiento religioso, de ‘nosotros somos los elegidos'».

Actuación xenófoba

Como político, Rojas cuenta con un «recorrido por casi todos los partidos políticos suecos, lo que lo hace un claro representante de la psicopatía política… El partido conservador sueco Moderat, lo apartó de todo cargo de responsabilidad, por utilizar ‘métodos conspirativos y antidemocráticos’ en las estructuras del partido. Personalmente escuché estas palabras de parte del ex secretario de organización de los conservadores suecos… De ahí dio un salto y se pasó a los derechistas liberales», señala una fuente.

Durante su periodo como parlamentario liberal, de 2002 a 2008, sacó ronchas en el país escandinavo, «como un defensor de una política de inmigración e integración más restrictiva», según escribe el medio nórdico Fria Tider, contra las mismas políticas que permitieron su propia integración.

Fue el portavoz del partido en temas de refugiados e integración entre 2004 y 2006. Y durante ese tiempo, redactó una serie de artículos que generaron un gran debate. Fue acusado de ser xenófobo, tuvo amenazas de muerte y recibió protección policial.

«Presenté ideas y propuestas lejos de lo que se consideraba políticamente correcto (…)  y era escandaloso. Al mismo tiempo, pude decir mucho más que otros porque era inmigrante, pero al final la reacción se volvió imprudente», declaró en una entrevista con la revista sueca Nu.

Respecto de los migrantes, expresó que, si bien la mayoría se integraba, una minoría estaba quedando afuera, y que «necesitamos incentivos claros para que todos hagan lo que se requiere para integrarse, pero también debe costar no hacer lo que se requiere».

«En términos de crimen, necesitamos cifras honestas, un debate abierto y, no menos importante, reglas que contrarresten y castiguen claramente los actos delictivos repetidos. Debe quedar claro, como en la mayoría de los países, que la persona que no se comporta, no debe quedarse en Suecia», remató.

Las críticas fueron tales, que incluso se fue a España, para dirigir la Escuela de Profesionales de Inmigración y Cooperación (EPIC), organismo dependiente de la Comunidad de Madrid, en manos de la derecha española, en 2008. En una entrevista con el medio sueco Svenska Dagbladet, en relación con su partida, dijo que era insostenible verse obligado a tener guardaespaldas con él cada vez que la familia tenía que ir a la tienda y comprar comida.

«Rojas vivió en Suecia durante casi 35 años, pero se vio obligado a abandonar el país después de haber sido expuesto a una intensa y ardiente campaña por parte de los medios y la izquierda», escribió el medio Fria Tider. Lo cierto es que su partido, tras la elección de 2006, decidió suspender su cargo y ubicarlo en el comité constitucional parlamentario.

«Todas sus declaraciones y puntos de vistas fueron muy fuertes dentro de la política sueca. Basta con ver la reacción de los partidos políticos establecidos en Suecia», comenta otro chileno residente en dicho país.

Lo curioso es que sus posturas generaban rechazo incluso al interior de su propio partido. En 2006, en una carta al Partido Popular, la federación juvenil escribió que era muy difícil aceptar la retórica de Roja.

¿Cuál fue la gota que colmó el vaso? Varios artículos en que Rojas desliza «que los inmigrantes en Suecia llevan algún tipo de responsabilidad conjunta (…) que algunos inmigrantes cometen delitos, y es una posición que en la juventud liberal no se puede aceptar», señaló en su momento Fredrik Malm, el presidente federal juvenil, a la emisora sueca Sveriges Radio.

Como responsable del programa de política de integración, que creó mucha discusión en el partido, en un artículo Rojas declaró que los inmigrantes, en mayor medida que en la actualidad, debían denunciar a aquellos pares que cometen delitos.

«Debemos romper el silencio de esta devastadora concurrencia para proteger a quienes más nos hieren», expresó en ese momento.

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