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Obra «Punto ciego»: de la oscuridad a la luz y viceversa CULTURA

Obra «Punto ciego»: de la oscuridad a la luz y viceversa


Muchas veces ver una obra no es sinónimo de sentir, palpar, gustar o respirar una puesta en escena. Los actores dirigidos por Ignacia Gonzalez, se prepararon exhaustivamente en Punto Ciego para que el espectador experimente con todos sus sentidos ese eterno juego de luz/sombra, implantado en nosotros desde la infancia.

Ver no es conocer y el espectador podrá cuestionar toda la base de su relación con la percepción. Conocer no depende sólo de los ojos, colores, nitidez o enfoque, la percepción es una catedral más grande.

El elenco conformado por Lorenzo Morales, Heidrun Breier, Francisca Traslaviña, Alejandro Ferreira y Camilo Navarro, logra explicarnos cómo la ceguera biológica, es secundaria en esta vida, pues a la que debemos temer es a la cultural. Ésta última, nos puede llevar a cometer las barbaridades sociales y políticas típicas de nuestra especie.

Salir de Punto Ciego es irse a casa consultándose por nuestro imaginario. La obra apuesta por narrar, con focos y penumbras, el juicio del Estado chileno contra la denominada Recta Provincia, agrupación de brujos e indígenas que, a fines del siglo XIX, llegó a convertirse en un país paralelo en Chiloé.

La distancia del archipiélago con el mundo, permitió a la idolatría y la superstición ser la base de una administración política que lideró la convivencia en Chiloé entre 1786 hasta 1880. Según la leyenda, un rey y un consejo en las sombras gobernaron durante la colonia siete distritos, para regir las actividades de hechiceros y habitantes.

La visión ilustrada de la república intervino sobre esta otra perspectiva con juicios, abogados, torturas, soldados y todo el peso de la ley, para integrar la región al país y a la cosmovisión ganadora de esa era.

[cita tipo=»destaque»]Punto Ciego nos habla del hoy, una época de post verdad y empate moral, donde la imagen está sobre valorada respecto al lenguaje, gracias a una sociedad de la entretención, asentada ésta, en una iconografía neo medieval que lo gobierna todo.[/cita]

En Punto Ciego el juicio en Chiloé fue sólo un “no desear ver” en los Huilliches otra forma de territorio, con su multiplicidad de colores, otros tipos de cuerpos, géneros o formas organización social.

La historia del pensamiento ha sido la de la luz venciendo a las sombras, pero también la de la confusión y angustia respecto a cómo ello nos puede además cegar. El albor también nos lleva paradojalmente a las tinieblas.

En el cuadro La parábola de los ciegos de Brueghel, una fila de no videntes son guiados hacia un hoyo, en directa alusión a la fábula narrada por Cristo. En la pintura los seis caminan uno delante del otro, pero el guía cae en un agujero, ahí se observa cómo el segundo se tambalea encima del primero, mientras un tercero, aferrado al segundo, sigue en la incertidumbre a sus antecesores. Para el quinto y el sexto aún no llega la tragedia, pero tarde o temprano ambos serán del abismo.

La ceguera social y moral pueden ser en función de una secta o de un colectivo, según las lecciones que nos dejó el siglo XX. En la novela Sobre Héroe y Tumbas de Ernesto Sábato existe un controvertido Informe sobre Ciegos, ahí se denuncia cómo éstos conforman una sociedad secreta para regir la maldad y oscuridad del mundo.

Éstos se separan de la raza humana y evolucionan darwinianamente hacia nuevas habilidades, la ceguera biológica les otorga sangre fría y piel resbaladiza. La maldad y la enfermedad serían administradas desde su inframundo, por debajo de nuestras vidas rutinarias, quien ose descender en busca de esa verdad será asesinado a manos de la cofradía.

A su vez, cuando la ceguera espiritual se apropia de sociedades enteras, aplica la novela Ensayo sobre la Ceguera de José Saramago, en que una epidemia de ceguera blanca afecta a cientos de personas, menos a una mujer.

Las autoridades encierran a los afectados en un sanatorio para ponerlos en cuarentena junto a la protagonista. Sin embargo, el brote se sale de control y en el hacinamiento se organizan bandos opuestos para disputarse el poder. Ciegos contra ciegos riñen por la comida y las mujeres. La muerte del líder opresor a manos de la única vidente, desemboca en un incendio del establecimiento, con lo cual consiguen una libertad peor, pues constatan afuera que ya es tarde: Todo el país contrajo el virus.

Tanto Sábato, Saramago como Brueghel vivieron eras tan complejas y deshumanizadas como la actual, donde siempre se tuvo que elegir entre las tinieblas o la luz. La ceguera moral, espiritual y ética nos convierten en bestias. La Era de la Razón fue construida desde habitaciones tenebrosas y nunca hubo más esclavitud que en el Siglo de las Luces.

Punto Ciego nos habla del hoy, una época de post verdad y empate moral, donde la imagen está sobre valorada respecto al lenguaje, gracias a una sociedad de la entretención, asentada ésta, en una iconografía neo medieval que lo gobierna todo.

Nunca estuvo más vigente el Oficio de Tinieblas por Galileo Galilei, track 10 del Álbum Tralalí Tralalá de Quilapayún cuando se dice: “Yo sé que el camino más corto entre dos puntos luminosos / pasa necesariamente por la sombra”.

Obra «Punto Ciego» de la compañía Teatro Persona

  • En Centro GAM, Sala N1, Alameda 227. Metro Universidad  Católica.
  • Hasta el 1  de septiembre. Miércoles a sábado, 21:00 horas
  • Precios: $5.000 Gral. y $3.000 Est. y 3ed.
  • Apto para público con ceguera.

 

 

 

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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