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Libro de Pedro Valdés «El compromiso internacionalista» CULTURA

Libro de Pedro Valdés «El compromiso internacionalista»


El libro propone, de manera implícita, desviar el foco de atención analítica desde el plano de las tácticas objetivas, hacia el plano identidad de los herederos de Guevara, para con ello, matizar ciertos elementos del canon historiográfico sobre la izquierda chilena.

En términos teóricos es posible de inscribirlo en lo que a grandes rasgos se ha llamado nueva historia política. Esta práctica promovida por ciertos –a propósito del texto- “lotes” dentro de la producción historiográfica se ha caracterizado por superar con creces la vieja historia decimonónica del Estado y los grandes personajes. En esta línea, el autor acude a diversos investigadores que han indagado la historia de las redes políticas, la militancia, la cultura política, los grupos guerrilleros y revolucionarios, así como también actores clandestinos y la violencia política entre otras cosas. Es decir, de un tiempo a esta parte, ha existido un esfuerzo macizo por avanzar en la comprensión de estos fenómenos tan presentes en Latinoamérica trabajando sobre nuevas problemáticas que nos ayudan a comprender nuestro pasado y, por qué no, algunos trazos de nuestro presente.

[cita tipo=»destaque»]Es decir, se ha planteado con rigurosos estudios que durante la época se encontrarían tres líneas de la izquierda latinoamericana: el etapismo, el foquismo y la vía chilena al socialismo. Más aún, durante los mil días de Allende, nos toparíamos con una izquierda rupturista expresada en el partido del propio presidente, así como en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, versus otra izquierda gradualista-institucional, expresada en el Partido Comunista y en Allende. Evidentemente, en términos gruesos, eso fue así. Sin embargo, el trabajo de Valdés muestra cómo existieron matices ante tal homogenizante división.[/cita]

Ahora bien, la complejidad que ello implica no se debe subestimar. Valdés nos propone historizar el devenir de un grupo compartimentado y clandestino en su relación con la izquierda latinoamericana, con la revolución en Bolivia, y con el Partido Socialista de Chile. Es decir, el autor apuesta a comprender el entramado de redes que se tejieron por actores ensombrecidos en el teatro de operaciones latinoamericano que llamaba a sumarse al amanecer de la revolución continental. ¿Cómo logra tal objetivo?, ¿de qué manera le otorga voz a aquellos silentes del pasado? Valdés recurre a la historia oral indagando en los actores aún vivos de las, a ratos, épicas hazañas descritas. Ello implica un difícil trabajo, puesto que no todos quieren ni pueden desarrollar ese ejercicio de memoria, el que implica encontrarse y reconstruir un pasado con trágicas dimensiones. De igual forma, el autor recurre a aquellos que quisieron, desde el presente y sin trabas, dar voz a su experiencia militante, como a otros que prefirieron mantener su nombre de chapa para hablar, como si ello fuera la llave de acceso a las implicancias de la experiencia pasada, que una vez reconstruidas, se guardan en el baúl de la intimidad. A nuestro juicio, este fenómeno muestra los desafíos a los que se enfrenta un historiador del tiempo presente; es en parte un curador de heridas del pasado, así como también un conductor de una imaginaria máquina del tiempo que, posibilita el encuentro con diversos significados de la experiencia política, en otras palabras, es el terrible responsable de la edificación en el presente de los restos del pasado reconstruido por aquellas voces sobrevivientes. Tamaña tarea en la que se inscriben este conjunto de investigaciones. Por otra parte, el riesgo que implica recurrir a la historia oral permanente, es el de disminuir el umbral crítico del historiador terminando en una construcción hagiográfica de los actores, como si fueran seres míticos e intocables. Ese no es el caso del texto, pues Valdés cuida de este flanco recurriendo al contrate de fuentes, ya sean de relatos mismos, así como de prensa escrita y memorias de militantes articulados en el entramado del estudio. Es por ello que, sin dudas, el texto de Valdés posee la rigurosidad de una operación historiográfica profesional y de calidad.

En términos estructurales, el libro aborda, durante la “larga década de los sesenta”, la izquierda latinoamericana, el Partido Socialista de Chile, así como la historia de los elenos. Esto le permite mostrar a un Chile más conectado con Latinoamérica que tradicionalmente ensimismado. Me parece que una de las mayores riquezas del texto tiene que ver con abrir puntos de análisis para futuras problematizaciones, sobre todo en lo que a la historia del Partido Socialista se refiere. De un tiempo a esta parte, ha surgido una comprensión un tanto rígida del proceso revolucionario chileno. Es decir, se ha planteado con rigurosos estudios que durante la época se encontrarían tres líneas de la izquierda latinoamericana: el etapismo, el foquismo y la vía chilena al socialismo. Más aún, durante los mil días de Allende, nos toparíamos con una izquierda rupturista expresada en el partido del propio presidente, así como en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, versus otra izquierda gradualista-institucional, expresada en el Partido Comunista y en Allende. Evidentemente, en términos gruesos, eso fue así. Sin embargo, el trabajo de Valdés muestra cómo existieron matices ante tal homogenizante división. En otras palabras, si bien en las líneas estratégicas se podrían diferenciar estos caminos, el libro, al desplazar el problema hacia el campo de la identidad, le otorga voz a un sinnúmero de experiencias, amistades, familias y trabajo político, donde, en la cotidianidad, se deambuló de un lado en otro en una delgada línea de vida. El propio ELN sería muestra de aquello. De hecho, en su origen, efectivamente los herederos de Guevara surgen de la mano de la crítica a los partidos de izquierda tradicional tachados de reformistas y acomodaticios, así como también se potenciaron con el influjo de la revolución cubana. Sin embargo, tras la muerte del propio guerrillero y luego de la derrota de la campaña de Inti Peredo y el rescate de los sobrevivientes, los integrantes del ELN, además de mantenerse en el PS, integraron cargos en el gobierno de la Unidad Popular, así como también en el equipo de seguridad del propio Allende.  Al contrario de lo que se ha creído hasta el momento ¿fue posible entonces ser allendista y guevarista al mismo tiempo? Desde la óptica del libro, al parecer si, pues el campo de las identidades abre posibilidades de repensar la experiencia chilena en relación con quienes se han visto a ratos como adversarios, dentro de un mismo objetivo: la construcción del socialismo en Chile.

Pedro Valdés: El compromiso internacionalista. El Ejército de Liberación Nacional. Los elenos chilenos 1996-1971. Formación e identidad, LOM, 2018

Anibal Pérez Contreras. Programa de Doctorado en Historia, USACH.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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