Chile mereció ganar, pero Alemania aprovechó el error de Marcelo Díaz, uno que nunca se equivoca y, posiblemente, no se equivoque nunca más.
Posiblemente, era el partido más importante en la historia del fútbol chileno y de la selección chilena. Chile se enfrentaba en la final de la Copa Confederaciones al vigente campeón del mundo, Alemania, que, a pesar de venir con equipo B, era igualmente peligrosa. Y Chile no destiñó. Sí, el marcador indica que Alemania es el campeón, pero Chile merecía más, pero un error de Marcelo Díaz, uno que nunca falla, nos costó el partido. Alemania ganó 1 a 0, pero Chile los tuvo siempre contra las cuerdas.
Chile ganó en posesión, en llegadas al arco rival, ganó en todo. Menos en el marcador, donde un pragmático Alemania aprovechó la única oportunidad que tuvo. Pero para todos los chilenos fueron los mejores, no sólo durante la Copa Confederaciones, sino que hace 3 años, cuando quedamos eliminados por penales del Mundial de Brasil, ante los locales. Desde ahí, solo alegrías nos ha dado la mejor generación del fútbol chileno.
Las lágrimas de los jugadores al final del partido demostraban el peso que nosotros mismos les pusimos. Una carga que supieron aguantar durante tres años y por cada partido que jugaron. Quizá, por eso, muchos de los que ingresaron, como Ángelo Sagal, considerados nuevos, en la selección, fallaron ocasiones increíbles. Pero no hay que juzgarlos. Para llegar a perder en las finales, hay que llegar a las finales. Y Chile llegó a tres seguidas.
Está bien, la historia recordará que Alemania es campeón de la Copa Confederaciones. Pero Chile mereció más. No se pudo, vendrán otras oportunidades. El Mundial de Rusia el próximo objetivo. Ahí tendremos la revancha. Seguro. Un mal día lo tiene cualquiera. Tranquilidad.
