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Nobel de Economía califica de «desagradecidos» a los banqueros

Joseph Stiglitz critica a los bancos por la desvergüenza de decir ahora que no tienen dinero para prestar a la pequeña empresa o a quienes necesitan una hipoteca cuando han abonado primas «obscenas» por valor de 33.000 millones de dólares sólo en EEUU.


El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz se dice profundamente disgustado por el hecho de que los banqueros no hayan expresado «la mínima gratitud» por los subsidios recibidos de los contribuyentes, sin los cuales hoy no existirían.

En una entrevista con el diario británico The Independent, el economista estadounidense critica a los bancos por la desvergüenza de decir ahora que no tienen dinero para prestar a la pequeña empresa o a quienes necesitan una hipoteca cuando han abonado primas «obscenas» por valor de 33.000 millones de dólares sólo en EEUU.

Según Stiglitz, el Gobierno estadounidense se ha visto reducido al papel de servicio de la basura para los llamados «activos tóxicos» de los bancos.

¿Por qué, se pregunta el Nobel de Economía, han dedicado tanto dinero los presidentes George W. Bush y Barack Obama a ayudar a los bancos y tan poco en asistir a los propietarios de viviendas?.

Esto último habría ayudado primero a los ciudadanos a no perder sus casas, habría frenado la caída de los precios del sector inmobiliario y habría protegido de paso a los bancos de la causa principal de sus problemas: la fuerte depreciación de los valores apoyados por esas hipotecas residenciales.

«La crisis actual ha visto cómo los gobiernos asumían un nuevo papel: el de asumidor de riesgo de última instancia. Cuando los mercados privados estaban a punto de la quiebra, todo el riesgo se trasladó al gobierno», critica Stiglitz.

«La red de seguridad debería estar ahí para proteger a los individuos, pero se extendió a las corporaciones en la creencia de que las consecuencias de no hacerlo serían demasiado horribles. Y una vez extendida, va a ser difícil retirarla ahora», agrega el Nobel.

«Las empresas saben que si son suficientemente grandes y su eventual quiebra constituye una amenaza suficiente para la economía, o si tienen la suficiente influencia política, el Gobierno va a asumir el riesgo de su eventual quiebra», explica Stiglitz.

Según el asesor económico del ex presidente Bill Clinton, los bancos han intentado efectivamente «colocar la punta de un revólver contra nuestra sienes» para decirnos que si no los mantenemos en las condiciones que ellos fijan, «van a matar toda la economía».

Stiglitz señala que siempre ha sido «escéptico ante la idea de que el mercado es alguien con quien se puede discutir, que se trata de una persona inteligente, racional y bienintencionada: eso es una fantasía».

«Sabemos que el mercado está sometido a optimismos y pesimismos irracionales, y que es vengativo. Si sufres un ataque especulativo, no hay que intentar apaciguarle, sino que lo fundamental es saber si va a poder romperte el espinazo».

Stiglitz dice estar furioso en nombre de los 170 millones de personas que calcula que se han quedado sin trabajo en todo el mundo por culpa de la crisis y por los contribuyentes habituales, a quienes se pide ahora que paguen más impuestos, que retrasen su edad de jubilación y que aguanten peores servicios públicos sólo por la avidez de los banqueros.

«Siento la ira en Grecia y otros países atacados (por los especuladores) por el hecho de que los mismos mercados financieros que provocaron la crisis castigan ahora a los gobiernos que se endeudaron gravemente para rescatarlos», denuncia Stiglitz.

En su nuevo libro «Freefall» (Caída Libre), que acaba de publicarse, Stiglitz acusa a los banqueros por la habilidad que han demostrado para frenar muchas de las reformas reguladoras necesarias.

«A Visa y a MasterCard, escribe Stiglitz, les resultó más fácil dar tarjetas de crédito a todo bicho viviente que hacer lo que tenían que hacer: analizar la capacidad crediticia» de los solicitantes.

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