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El interés de Saieh por comprar Chilevisión

Miguel Paz
Por : Miguel Paz Subdirector de El Mostrador
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El empresario dueño de Copesa, Grupo Dial, Corpbanca, SMU y ahora del 20 por ciento de VTR anda detrás de una estación como parte de la plataforma de producción y transmisión de contenidos del grupo. Pero no es él único. La presión que se viene sobre el Presidente para deshacerse de su “joyita” mediática, abrió el apetito de otros actores del mercado, generando un escenario donde se cruzan explosivamente millonarios intereses económicos, alta política y redes de influencia.


Lunes 22 de marzo. Iván Nuñez y Macarena Pizarro cierran el noticiero central de Chilevisión. Ya fuera de pantalla, conversan unos minutos. Ambos saben que el proyecto de Fundación para que Sebastián Piñera traspase la propiedad de la estación, fue desechado por el Presidente a raíz de la recomendación de abrirse a la opción de vender, que le hicieron los miembros del directorio del canal, Carlos Hurtado, Juan Claro, Fabio y Santiago Valdés, Andrés Navarro y Magdalena “Pichita” Piñera Echenique, como detalló la La Tercera el domingo 21 de marzo.

Además, han escuchado del interés de Álvaro Saieh (accionista mayoritario de Copesa y Corpgroup) por comprar el canal. El reportaje de La Tercera, del día anterior, confirma a medias sus sospechas. Sin embargo, el empresario no es el único. El dueño de El Mercurio, Agustín Edwards, también quiere pujar por el canal. Algo refrendado el martes 23 por un editorial del Decano que tampoco pasaría inadvertido: “El único curso de acción compatible con el objetivo político de eliminar el potencial conflicto frente a la opinión pública del caso CHV es la venta a terceros de sus acciones”, se lee en su párrafo principal. Sin embargo, la débil posición financiera del grupo Edwards, donde el periódico es un verdadero elefante blanco, no le augura muchas oportunidades de concretar la operación.

Los rostros del noticiero central no quieren ninguna de las dos alternativas. “Menos El Mercurio”, afirma un testigo: “Ellos piensan igual que varios en el canal: no quieren que ninguno los compre”.

Murdoch a la chilena

Aunque en la industria de medios se dice que el banquero, mecenas y magnate de las comunicaciones Álvaro Saieh Bendeck, está más cerca de adquirir Mega o La Red que de comprar Chilevisión, ejecutivos del canal afirman que el empresario ha demostrado mucho interés por la estación de propiedad de Piñera.

Hace tres años, Saieh viene haciendo fuertes inversiones en distintos sectores (ver recuadro) para integrar sus negocios y hacer sinergias con el objetivo de potenciar el grupo familiar en la antesala de la sucesión y traspaso de responsabilidades a sus hijos María Soledad, directora de CorpArtes, Jorge Andrés, presidente de Copesa, y María Catalina, quien estudia un MBA en la Booth School of Business de la Universidad de Chicago.

[cita]Un alto dirigente de la UDI responde con una advertencia: “Su opción es vender ahora, de lo contrario tendrá un escenario parecido al que ya enfrentó con su porcentaje de Lan”.[/cita]

La más importante adquisición a nivel mediático se concretó en enero de 2010, cuando Saieh ingresó a la propiedad de VTR. Fueron US$ 340 millones lo que pagó por el 20% de la compañía de telefonía, tv cable e Internet banda ancha.

Cuando se concretó el traspaso del 20% de VTR a Saieh, el presidente de la compañía Mauricio Ramos fue escueto pero preciso: “Esta operación marca el ingreso del grupo Saieh a la industria de las telecomunicaciones, sector cuyas perspectivas de desarrollo son altamente atractivas”.

La movida, estratégica para asegurarse un “pedazo” de la distribución de contenidos permitiría al grupo Saieh además potenciar el negocio de producción de contenidos de Copesa y Grupo Dial (radios Beethoven, Carolina, Paula, Duna, Zero y Disney) para las llamadas “tres pantallas” -tv, computadores y celulares-, apuntando a la futura convergencia del imperio mediático que el empresario legará a sus hijos. En esa línea Jorge Andrés Saieh, presidente de Copesa, se integrará al directorio de VTR.

Para que se haga una idea de la dimensión del negocio: VTR tiene más de un millón de clientes. Suma entre los distintos tipos de paquetes de servicio 2.165.000 conexiones. Tiene el 41% de participación del mercado de banda ancha. El 17% de la telefonía. Y es la primera en abonados al cable (60%). Sólo en 2009 tuvo ingresos por US$ 527 millones. Dicho en castellano, VTR recibe anualmente más plata que todos los canales de televisión chilenos juntos. Este año entrará a ofrecer telefonía móvil.

Según cercanos a Saieh, a este no le agrada ser accionista minoritario de empresas debido a su experiencia como socio de Juan Carlos Latorre en Copesa y no descartan que en un futuro cercano su grupo busque aumentar su participación en VTR, adquiriendo nuevos porcentajes al controlador actual, Liberty Media. “El grupo Saieh quiere conocer el negocio uno o dos años y luego ver si se puede meter de lleno”, vaticina un ejecutivo del sector.

VTR es la transmisión. La tubería. Ser propietario de una parte de ella también asegura la subsistencia de los medios impresos del Grupo Saieh ante el avance del consumo de información vía Internet y el lento pero progresivo desplazamiento de la inversión publicitaria del papel a la web. De la misma forma que la propiedad de los estudios 20th Century Fox permite al magnate australiano Rupert Murdoch adquirir The Wall Street Journal para decretarle la guerra a The New York Times y enfrentarse a Google. Un ejemplo: los casi US$ 2 mil millones de ganancias que Avatar reportó a 20th Century Fox. Son los que le dan espaldas a Murdoch para invertir fuerte en sus diarios emblema y arriesgar pérdidas económicas a cambio de obtener influencia sobre la elite.

¿Piñera venderá?

Consultados por el tema, en la oficina de Saieh indicaron que no estaba disponible para hacer comentarios. Pero los ejecutivos de Chilevisión entrevistados reiteran que el empresario le tiene “echado el ojo” al canal. También dicen que la pregunta clave es si acaso Sebastián Piñera venderá realmente.

En el entorno del Presidente aseguran que tras desechar la idea de traspasar el 100% de la propiedad a la fundación Cultura y Sociedad –de la cual es fundador-, debido a que no resuelve el problema de la ligazón del Mandatario con la estación, Piñera decidió aceptar la recomendación de abrirse a vender.

Sin embargo, aún es incierto si el Mandatario está convencido de verdad de enajenar el canal y todos sus bienes inmuebles. Sin entregar más detalles, en La Moneda afirman que, al menos, ya pidió un informe legal con distintas opciones y que “las está estudiando”.

En los pasillos de la estación televisiva se comenta que lo ideal sería que no se deshaga de Chilevisión. La incertidumbre que trae aparejada la llegada de un nuevo propietario y la personalidad de Piñera, hace que un ejecutivo afirme que las cosas seguirán igual. “No creo que vaya a vender. El canal es su chiche”, explica con la autoridad de ser uno de los testigos del crecimiento exponencial de la estación en los últimos cinco años.

Desde que Piñera adquirió Chilevisión por US$24 millones en 2004, el canal ha tenido ganancias crecientes. Sólo en el primer semestre de 2005, y con Jaime de Aguirre a la cabeza, el canal reportó utilidades por $ 3.104 millones. Al año siguiente volvió a ser la estación con más ganancias: $ 2.000 millones (además subió su promedio de rating de 6,5 a 7,4 puntos según Time Ibope). En 2007 los números fueron más auspiciosos todavía y volvió a ganar la pelea por el liderazgo con utilidades sobre los $ 5.500 millones. La estación reincidió en el primer puesto en 2008.

El 2009, en medio de las críticas durante la campaña presidencial por el vínculo de Piñera con Chilevisión, la estación mostró cifras que echarían por tierra la tesis de que a sus televidentes les importa que el Presidente siga siendo el propietario: $7.603 millones de utilidades -las mayores de la TV abierta-. En tanto, el people meter favoreció al canal con los mejores números de su historia: 7,8 puntos de rating.

Todo lo anterior responde a una estrategia: mayor desarrollo de contenidos propios, una línea editorial conectada con las audiencias bautizada por De Aguirre como “sin Dios ni ley” (en directa alusión a las orientaciones programáticas de TVN y Canal 13) y, especialmente, una estructura de costos relativamente baja en comparación con los gigantescos gastos operacionales de TVN y Canal 13. Como muestra un botón: la estación católica dobló su nivel de endeudamiento en 2009: de $ 8.902 millones a $ 16.036 millones.

La anécdota que repiten en Chilevisión cada vez que se interroga sobre la venta, refuerza esta opción. “Una vez estábamos en una actividad social y alguien le preguntó a Cecilia Morel por el tema. Entonces ella contó que el canal y Colo Colo eran para Piñera un proyecto de vida. Dijo que él en su vejez se veía fuera del mundo de los negocios, dedicado a las comunicaciones y el deporte”, recuerda un profesional de Inés Matte Urrejola 0890.

De cualquier modo, los entendidos dicen que a diferencia de la cifra de US$ 130 millones que publicó La Tercera el domingo pasado, Chilevisión como máximo cuesta US$ 80 millones, sino menos.

Los cálculos parten en US$ 60 millones y dependen de si en el precio se incluye o no la plana ejecutiva que lleva cosechados cinco años consecutivos de éxitos.

Según cercanos a Jaime de Aguirre –quien se excusó de dar declaraciones a El Mostrador-, este ya dijo que mientras haya libertad para trabajar seguirá en el cargo. Cuando se habló de la Fundación, lo repitió, dice un testigo: “Si el marco es el mismo, Jaime dice que estamos bien”. Pero todos saben que la opción de la Fundación está muerta hace rato. De continuar Piñera como dueño, en el canal no preocupa tanto el Presidente como sí su lote de amigos y cercanos, con los cuales existe un historial de “muñequeos” varios.

El caso de Miguel Piñera es un ejemplo emblemático. Hace no mucho, el “Negro” quería tener un programa de viajes. Llamó a De Aguirre varias veces. Complicado con el tema, el director ejecutivo de Chilevisión habló con Piñera para preguntarle. El ahora Presidente se encogió de brazos. El “Negro” volvió a insistir. El elástico se estiró y estiró. Hasta que De Aguirre le dijo a Sebastián Piñera que eligiera: o hacían el programa, que estaba mal evaluado y perdían plata, o el dueño dejaba que el ejecutivo decidiera. “Decide tú”, habría sido su respuesta y De Aguirre le cerró las puertas a “Papurri”.

“Desde entonces que estamos más protegidos”, cuenta un periodista de la estación, que también recuerda como Alberto Espina llamaba hasta hace poco para pedir cobertura sobre temas antidelincuencia. “Le decías que sí, colgabas el teléfono y te olvidabas nomás”.

Cuánta presión podría aguantar el Presidente si decide quedarse con el canal, es otra interrogante, que un alto dirigente de la UDI responde con una advertencia: “Su opción es vender ahora, de lo contrario tendrá un escenario parecido al que ya enfrentó con su porcentaje de Lan”.

Piñerawood en construcción

En medio de todas las especulaciones sobre el futuro del canal, un acto de tremendo simbolismo para quienes conocen la interna de Chilevisión, ha pasado casi desapercibido. Se trata del comienzo de los trabajos de demolición de parte de las instalaciones de Machasa, la fábrica que Piñera compró a fines de 2007 con el sueño de construir una “ciudad de las comunicaciones”, un mini Hollywood inspirado en la ciudadela de Televisa en México, el complejo de la cadena O Globo en Brasil y los cuarteles de América TV en Buenos Aires.

Hace dos semanas se echó abajo la chimenea principal de la factoría, utilizada durante la campaña presidencial de Piñera para fabricar “palomas” y material de propaganda. Las obras no se han detenido.

La noticia de que la línea 6 del Metro podría pasar cerca del recinto, también plantea un aumento del valor del suelo. Especialmente si Metro S.A. decide que una de las estaciones quede “a pasos” de Machasa. Argumentos sobran: actualmente en Chilevisión hay 700 personas trabajando y en la versión chilena de Cinecittá se estima que trabajarán más de dos mil personas. En los alrededores hay varias poblaciones. Todos factores de peso como para que una de las estaciones quede cerca de la ciudad de las comunicaciones.

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