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La austeridad y los ajustes fiscales marcarán un año crucial para la eurozona

Los líderes de la Unión Europea (UE) mantendrán una nueva reunión extraordinaria el 30 de enero para concretar los términos del pacto fiscal, en el que de momento participarán todos los estados miembros menos Reino Unido, y estudiar posibles vías de crecimiento y fomento del empleo en vista de que las previsiones para 2012 son muy poco halagüeñas.


La UE afronta un 2012 con muchos de sus miembros al borde de la recesión y pocas perspectivas de recuperar la confianza de los mercados en su deuda soberana, lo que obligará a hacer nuevos ajustes y ceñirse a la senda de la austeridad, que a su vez mantendrá el estancamiento del empleo.

Estos esfuerzos quedarán consagrados en un «pacto fiscal» sobre el que los Veintisiete trabajarán desde la primera semana de enero, con la intención de tenerlo listo en marzo y poder ratificarlo después.

Los líderes de la Unión Europea (UE) mantendrán una nueva reunión extraordinaria el 30 de enero para concretar los términos del pacto fiscal, en el que de momento participarán todos los estados miembros menos Reino Unido, y estudiar posibles vías de crecimiento y fomento del empleo en vista de que las previsiones para 2012 son muy poco halagüeñas.

La disciplina fiscal es para países como Alemania, máximo contribuyente a los rescates de socios europeos en dificultades, el requisito sine qua non para aceptar soluciones como la emisión de deuda común (eurobonos), que según los analistas supondría un verdadero blindaje a la deuda soberana y contendría el castigo en los mercados.

Pero Alemania se niega a hacer nuevos esfuerzos de solidaridad con sus colegas del sur sin que éstos hayan puesto antes sus cuentas en orden y moderen el gasto.

La canciller alemana, Angela Merkel, «está haciendo el diagnostico equivocado, está aplicando soluciones políticas a problemas económicos», señaló hoy en una conversación con Efe el economista de ING especializado en la zona euro, Martin van Vliet.

Según este experto, la canciller sólo intenta contener la «rabia de su electorado».

El principal problema es que la necesidad de ajuste coincide con un momento de débil crecimiento de la economía europea.

Las últimas previsiones económicas de la Comisión Europea (CE) auguran un crecimiento prácticamente nulo en la primera mitad de 2012 y un modesto repunte entre junio y diciembre.

Según los cálculos de Bruselas, el Producto Interior Bruto (PIB) de la zona euro avanzará el próximo año un 0,5 % y el de la UE, un 0,6 %, y prácticamente ninguna economía comunitaria escapará a los efectos de la crisis, incluidas Alemania (0,8 %) y Francia (0,6 %).

En el caso de España, el crecimiento se limitará en los dos primeros trimestres del año al 0,1 % y al 0,2 %, respectivamente, y sólo empezará a recuperarse en la segunda mitad (0,3 % en el tercer trimestre y 0,4 % en el cuarto), por lo que el riesgo de entrada en recesión es inminente.

Las noticias tampoco son buenas para el empleo. La creación de puestos de trabajo se va a estancar en 2012, cuando la tasa de parados se mantendrá en el 10 % en la eurozona; en el 9,8 %, en la UE; y en el 20,9 %, en España.

«Va a ser un proceso largo y doloroso», asegura Van Vliet, quien además advierte de que una austeridad excesiva podría abocar a la recesión y agravar aún más los problemas de deuda y déficit que atraviesan los socios del euro.

En opinión de este analista, «lo que se necesitan son reformas, en España, por ejemplo, en el mercado laboral» y, a corto plazo, un fondo de rescate más fuerte, probablemente con el apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI), «para convencer a los mercados de que es lo suficientemente fuerte como para ayudar a países como España e Italia».

Los Veintisiete acordaron a principios de mes adelantar el fondo permanente de rescate (MEDE) al mes a julio de 2012 y combinarlo durante un año con el fondo temporal (FEEF), ante las dificultades para reforzar su capacidad de intervención mediante la aportación de países terceros.

También apoyaron aumentar los recursos del FMI en 200.000 millones para que pueda socorrer a miembros del euro en dificultades.

Los ministros de Economía de la zona euro pactaron poco después conceder a través de préstamos bilaterales hasta 150.000 millones de euros, por lo que aún faltan otros 50.000 millones que deberían proceder de los nueve países comunitarios no miembros del euro.

Para el Deustche Bank la solución a la crisis pasa por una «redefinición de los límites de la unión monetaria» para que sólo formen parte de ella los países que realmente satisfagan ciertos criterios, y afirma que esto requeriría un «ajuste irreversible en los países en dificultades financieras y una mejora de la estructura de gobernanza económica», según indica en sus perspectivas económicas de diciembre.

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