El Instituto de Finanzas Internacional, que representa a los bancos más importantes del mundo, dice que Chile necesita una «estadista» que pueda mantener apoyo político y la confianza del empresariado.
A medida que se hace más evidente que Michelle Bachelet volverá a La Moneda aumentan las advertencias acerca de lo difícil que le va resultar gobernar y los malabarismos que tendrá que hacer para implementar con éxito sus reformas en medio de un clima crispado y de altas expectativas.
El domingo lo hizo Carlos Peña en su columna de El Mercurio, donde advirtió que el peligro para Bachelet radica en que el “electorado ama en ella las expectativas que fue capaz de desatar”.
El rector de la UDP dijo que la ex mandataria se enfrentará a problemas que dificultarán que “la epifanía que algunos ven en ella, se realice rápido. Y eso irritará y desilusionará a todos quienes, inflamados de poesía (en el sentido hegeliano), han hecho de esta campaña una ocasión para transferir a la figura de Bachelet todas, o casi todas, sus expectativas sin atender a las duras circunstancias”.
Felipe Morandé, en entrevista con este medio, describió sus planes de gobierno como los más radicales desde el retorno a la democracia: “Las propuestas que ha hecho la candidata Bachelet han sido mucho más profundas que cualquiera que haya hecho cualquier candidato previo de la Concertación”.
El ex ministro de Transporte del gobierno de Piñera y jefe programático de la campaña de Evelyn Matthei advierte que implementar las propuestas de la candidata de la Nueva Mayoría requerirá de una pericia política “impresionante”.
A Peña y Morandé ahora se suma el Instituto de Finanzas Internacional (IIF por sus siglas en inglés), que representa a los bancos más importantes del mundo. En un informe publicado en la semana y que ha sido poco difundido, los autores concluyen que Chile necesita una «estadista» que pueda mantener apoyo político y la confianza del empresariado.
«Chile está en un punto de inflexión y tiene un claro potencial de convertirse en una economía desarrollada, pero necesita de un liderazgo político fuerte que pueda hacer frente a los nuevos desafíos sociales y económicos», dice el informe.
Destaca que las propuestas de reforma de Bachelet son ambiciosas y tendrán como resultado un mayor rol del estado en áreas claves de la economía, al mismo tiempo que aumentará la carga tributaria para las empresas. Y advierte que «estas profundas reformas serán un desafío y pondrán a prueba la habilidad de mantener apoyo político y la confianza del sector privado», ya que si sus acciones «no logran estar a la altura de las expectativas de las facciones más radicales» nuevas turbulencias sociales podrían explotar, tal como ocurrió con las protestas estudiantiles de 2011 y el año pasado.
Las reformas a que se refiere el informe son la tributaria, la de educación y su plan para una nueva Constitución.
El informe concluye que si Chile logra implementar políticas bien diseñadas para mejorar la educación, desarrollar una política energética que logre garantizar fuentes de energía segura y junto a eso reducir la desigualdad y consolidar la estabilidad política, el país podría sumarse al mundo de las economías desarrolladas. Pero si se «patina» en el camino se podrían poner en peligro los logros de la economía chilena hasta ahora.
El análisis hace hincapié en que la habilidad de Bachelet de avanzar con sus reformas en un clima de cooperación es «clave para poder mantener una economía estable y vibrante» y es por eso que se necesita una estadista.
