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Los poderes detrás del Pacto Estratégico de Codelco con los trabajadores mineros Más allá de la suma de voluntades

Los poderes detrás del Pacto Estratégico de Codelco con los trabajadores mineros

Alejandro Salinero y Daniel Sierra son los encargados de llevar a cabo las relaciones laborales, mientras que Raimundo Espinoza se esfuerza por alinear a los sindicatos de la FTC.


La foto los muestra sonrientes. Es el primer acuerdo que firma Nelson Pizarro con la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC) –liderada por Raimundo Espinoza–, que intenta fijar los lineamientos de diálogo entre los trabajadores mineros y la Corporación.

Pero la ubicación de los protagonistas también es indicativa. Detrás, en segunda fila, se encuentran Daniel Sierra, vicepresidente interino de Recursos Humanos, y Alejandro Salinero, encargado de las Relaciones Laborales.

Ellos dos deberán hacer una dupla para manejar el buque que significa alinear los intereses de la Corporación con los de los trabajadores y empleados de la empresa estatal.

Alejandro Salinero es un hombre de confianza de Nelson Pizarro. Fue gerente de recursos humanos de la división Andina, cuando Pizarro estuvo a cargo de ese yacimiento; lo siguió a Chuquicamata y luego emigró a Codelco Norte. Se fue con él también al proyecto minero Caserones. Eso sí, se retiró a medio andar, pero todo indica que ha vuelto a ponerse a las órdenes del ahora presidente ejecutivo de Codelco.

Los sindicatos no tienen mayores aprensiones respecto a este sociólogo que casi entera 40 años de experiencia en la gestión de recursos humanos. Los del Norte lo conocen bien: “Es un tipo con el que se puede dialogar”, dicen.

Lo más probable que suceda es que a Daniel Sierra lo designen sucesor de Jaime Pérez de Arce en la vicepresidencia de Recursos Humanos. Ello debería ocurrir a fin de mes. Pese a esta señal, los trabajadores ven más a Salinero como el brazo derecho de Pizarro en materias laborales y hay quienes creen que esto podría generar tensión entre Sierra y Salinero.

El nombramiento de Sierra es una forma de dejar tranquila a la Democracia Cristiana, señalan los propios falangistas, que si bien aceptan la designación, están lejos de volverse locos de contentos. Y es que para muchos Sierra es por encima de todo un “raimundista”, es decir, un aliado del presidente de la FTC.

Espinoza, por su parte, ha reconocido que tiene una larga amistad con Sierra, pero que cada uno cumple su rol. Cercanos a Pizarro indican que ambos puestos son complementarios y que Sierra tendrá buen cuidado de mantener relaciones equilibradas, pues los dirigentes no perdonan los privilegios.

Resulta difícil en todo caso que se levante una voz contra este democratacristiano que ha sobrevivido a las diferentes administraciones, incluida la de Keller, pero por las funciones que ha tenido hasta ahora no ven en él una capacidad de gestionar los recursos humanos con una mirada de largo plazo, sino que responde más a las prácticas de un operador político, es decir, articula acuerdos con el objeto de que la compañía navegue por aguas calmas hasta el puerto más cercano. Su desafío será, entonces, ampliar su espectro de acción.

Lo que sí todos los dirigentes valoran es que ambos –Salinero y Sierra– han validado el proceso que llevó a la suscripción de la alianza estratégica entre la Corporación y los trabajadores. Primero en 1995 y luego en 2000.

Un proceso al que Diego Hernández, a diez días de asumida la presidencia ejecutiva de Codelco, le echó tierra encima atribuyéndole que tenía visos de cogestión.

Más allá del razonamiento que le llevó a tomar esta decisión, fue un “gusto” que le trajo más problemas que soluciones. Según un trabajo de Rafael Estévez, sólo la elaboración de las propuestas contó con la participación de 1.600 personas, es decir, el 10% de la dotación de Codelco, y el texto de 25 páginas fue votado por las bases. Estuviese o no desgastada la fórmula, limitase o no la capacidad de gestión, no es de extrañar la antipatía que Hernández y luego Keller concitaron entre los trabajadores, aunque igual se suscribieron acuerdos de gestión en 2011 y en enero de 2014.

El nuevo pacto

Una manera de reeditar esta práctica comenzó el 11 de septiembre pasado, a través de una declaración conjunta de la administración de Codelco y de la FTC. Nada se ha dicho hasta ahora de las relaciones con los supervisores y con los contratistas que también hay que subir al buque.

En términos similares a la antigua Alianza Estratégica, que ahora llaman Pacto Estratégico de 5 años, los actores indican que establecerán un grupo de tarea a nivel corporativo, el que se replicará en cada una de las divisiones. Al tiempo que se hacen responsables de rentabilizar los activos mineros y valoran “el respaldo del gobierno de la presidenta Bachelet…, al confiarnos US$ 4.000 millones”.

Por esta vía, Espinoza les muestra a sus asociados que está cumpliendo lo mandatado por las bases, que demandan ser tomadas en cuenta en la gestión. De esta forma, deja atrás el paso en falso que algunos dirigentes dicen que dio la federación cuando firmó en enero los acuerdos con Thomas Keller.

“Esa fue una equivocación de la FTC. No tenía ningún sentido matricularse con alguien que iba de salida”, opina un dirigente del norte, que espera ansioso la visita de Pizarro a esa zona.

La interpretación del círculo cercano a Espinoza es otra. El acuerdo de enero permitió establecer un piso mínimo a partir del cual negociar en las próximas conversaciones. Los tres documentos que se suscribieron en esa ocasión fueron: Acuerdo Sobre Relaciones Laborales Estratégicas para un Codelco Estatal, Competitivo y Sustentable; Acuerdo para el Desarrollo Estratégico y Aumento de la Competitividad del Negocio Fundición y Refinería; y el Acuerdo Compromiso con la Licencia Socioambiental.

Elecciones en FTC

El interlocutor de Codelco corporativo es Espinoza, que lleva más de 20 años a cargo de la FTC y es el representante del rol B en el directorio. Este dirigente socialista debe enfrentar elecciones de Federación en abril del próximo año y, a medida que avanzan los meses, se despiertan los apetitos de cambio.

Hace cuatro años también hubo un movimiento de este tipo y Espinoza sacó 13 votos de dirigentes nacionales contra 2 de su contendor, Miguel López, que viene del sindicato n.° 3 de Chuquicamata (1.600 asociados). Ahora dicen que habría una mayor renovación sindical –buena parte de los sindicatos de la FTC viven elecciones este año– y tienen la esperanza de un cambio.

Incluso, hay quienes apuestan a la posibilidad de que Espinoza deje la presidencia de la FTC y prosiga en el directorio. “No hay nadie que tenga su capacidad para representar en esa instancia a los trabajadores”, dice un dirigente histórico. Sin embargo, este arreglo se ve poco probable, porque se necesita una base amplia de representación para ser oído en esa mesa, aunque los estatutos sólo ponen como condición que sea un representante de los trabajadores.

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