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Grecia toca las fibras más sensibles de Europa en medio de argumentos económicos a favor de su salida

Grecia toca las fibras más sensibles de Europa en medio de argumentos económicos a favor de su salida

La admisión de Grecia a la moneda en 2001 fue un acto de habilidad política, como lo fueron sus dos primeros rescates en 2010-12. Ahora la pregunta es si el peso de las aflicciones económicas del país les quita fuerza a los imperativos políticos para mantener intacta la zona euro.


Algunos economistas no temen que Grecia deje el euro, porque pueden contar los costos. La mayoría de los dirigentes políticos están petrificados, porque ellos no.

Nadie sabe muy bien cómo podría organizarse una salida de Grecia, pero los argumentos a favor de ella son estos: con 11 millones de habitantes, Grecia representa el 3,2 por ciento de la población y el 1,8 por ciento de la producción de la economía de 10,1 billones de euros (US$11 billones) de una zona euro con 19 países.

Según este cálculo, la economía europea está expuesta sólo un poco más que la de Estados Unidos a Puerto Rico, ahora castigado por una crisis de deuda que no ha destruido precisamente la confianza en el dólar. Si se deja ir a Grecia, la región euro seguiría siendo la segunda economía del mundo en magnitud, una economía que exporta alegremente autos Mercedes y BMW de Alemania y carteras Louis Vuitton de Francia.

El papel del euro como símbolo de la unidad europea siempre ha convivido en forma incómoda con una función más prosaica como unidad de cuenta. La admisión de Grecia a la moneda en 2001 fue un acto de habilidad política, como lo fueron sus dos primeros rescates en 2010-12. Ahora la pregunta es si el peso de las aflicciones económicas del país les quita fuerza a los imperativos políticos para mantener intacta la zona euro.

“La gente podría pensar que si Grecia deja el euro, ¿por qué no habría otro país que también lo abandonara en el futuro’”, dijo el primer ministro español Mariano Rajoy en radio Cadena Cope el martes, destacando el papel de la moneda como factor de unión política del continente. El riesgo de un efecto dominó, continuó, sería un “grave problema”.

‘Consecuencias estratégicas’

Pese a los murmullos cada vez más fuertes de los bancos del fondo del aula, esa es la opinión que todavía impera en toda la Unión Europea, que ya tiene que vérselas con las amenazas externas de Rusia y las llamas sectarias de Oriente Medio y el norte de África y con problemas internos como el crecimiento de los partidos extremistas y la posible secesión de Gran Bretaña.

“Esto no es sólo una cuestión financiera para la Unión Europea. Deberíamos tener presentes las consecuencias estratégicas y en especial la capacidad de la UE para demostrar que puede resolver problemas –algo a lo que el mundo exterior le está prestando atención”, declaró el ministro de relaciones exteriores de Alemania Frank-Walter Steinmeier el martes.

Por cierto, los gobiernos acreedores probablemente se despedirían de lo que le han prestado a Atenas. La pérdida máxima teórica de Alemania de 84.500 millones de euros, según la calcula la revista Spiegel, representa alrededor del 3 por ciento del producto interno bruto de Alemania. Pero los pagos de Grecia se distribuyen a lo largo de un período que se extiende hasta mediados de siglo, minimizando la incidencia anual.

La partida o expulsión de Grecia causaría “algunos trastornos en el corto plazo, pero en realidad la zona euro probablemente sería más fuerte sin Grecia que con Grecia”, dijo el martes Richard Jeffrey, director de inversiones de Cazenove Capital Management en Londres, en Bloomberg Television.

La opinión contraria es que, una vez que el halo de permanencia del euro se pinche, se convertirá en sólo otro régimen de tipo de cambio fijo, como la débil matriz que trató de estabilizar los tipos de las monedas europeas desde fines de la década de 1970 hasta la llegada del euro en 1999.

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