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Opinión: SII, operación retorno

Opinión: SII, operación retorno

«Nadie habría imaginado a un ex subdirector jurídico suscribiendo una carta pública en la que denunciaba a su jefe por dejarse presionar y menos que en una entrevista, también pública, declarara que la peor señal que se puede dar a los contribuyentes, es hacerles pagar los impuestos y las multas. Por muy bien intencionado que uno sea, no parece razonable transformar al órgano impositivo en un inquisidor, amparado en que solo se persigue a los chicos, cuestión que evidentemente no corresponde a la realidad».


Con la designación de Fernando Barraza como nuevo Director Nacional del SII se inicia un nuevo ciclo en una institución que –hasta hace poco tiempo– era un ejemplo de excelencia y probidad. Bastaron, sin embargo, unos pocos años para que todo el prestigio logrado se pusiera en duda. Primero, por la condonación que se otorgó a una empresa y, ahora, por la forma en que se ha procedido contra los políticos involucrados en las aristas investigadas, Penta-SQM, entre otras.

Existe gran expectación sobre los nuevos actores que entran a escena hoy en el SII. Todos ellos han trabajado alguna vez en la institución, por lo que se espera tengan las herramientas necesarias para revertir lo que ha venido ocurriendo. No es fácil, claro, porque los errores no forzados han sido muchos. Nunca antes había pasado que un director tuviera que dar tantas explicaciones públicas. Menos que estuviera involucrado en una investigación que nunca debió avanzar en la forma en que esta lo hizo.

Nadie habría imaginado a un ex subdirector jurídico suscribiendo una carta pública en la que denunciaba a su jefe por dejarse presionar y menos que en una entrevista, también pública, declarara que la peor señal que se puede dar a los contribuyentes, es hacerles pagar los impuestos y las multas. Por muy bien intencionado que uno sea, no parece razonable transformar al órgano impositivo en un inquisidor, amparado en que solo se persigue a los chicos, cuestión que evidentemente no corresponde a la realidad.

Es importante aquí hacer un contraste con quien hoy vuelve a ocupar la subdirección jurídica. Cuando a Bernardo Lara se le pidió el cargo, que ocupó en propiedad desde 1994 hasta 2006, este se fue sin hacer ningún comentario. Pudo hacerlo, porque resultaba evidente que su salida obedeció a que su mirada era distinta a la de su jefe.

Este último, más cercano a las empresas, privilegió la salida administrativa en un tema en el que SII no tenía una posición pacífica. Bernardo Lara, en cambio, participaba de la tesis de que la compra de empresas con pérdidas representaba un accionar delictivo que debía sancionarse incluso penalmente. Lo concreto, es que se impuso la tesis del director, y se privilegió la salida administrativa que terminó con rectificatorias y pago de impuestos.

Bernardo Lara, como funcionario de carrera, entendió que su cargo estaba inserto en una estructura jerárquica y que, irse haciendo pública su oposición, le haría mal al SII. Se fue con dolor indiscutiblemente, porque ni el SII –que carece de alma– ni el gobierno, curiosamente el mismo de ahora, le reconoció el trabajo que había hecho. Ojo, que era un muy buen trabajo. El equipo que lideró, logró extraditar a Feliciano Palma por la causa Lozapenco; condenar a todos los jerarcas de la Colonia Dignidad, en una época en que todavía eran intocables; revertir el fallo absolutorio de Juan Pablo Dávila e imponer, en un fallo que hizo historia, que los ingresos ilícitos tributaban en Chile; vencer a los bancos en todos los recursos que ellos interpusieron para contrarrestar las resoluciones que el SII dictó para ampliar sus atribuciones, especialmente las que los obligó a informar los intereses devengados por depósitos.

Es cierto que implementó los jueces delegados, pero lo hizo para otorgarle juridicidad al sistema, pues antes quienes fallaban eran los Directores Regionales directamente. Bajo su mandato esto cambió, y quienes comenzaron a fallar fueron los jefes de oficina jurídica, cuestión que llevó a que la Excma. Corte Suprema declarara inconstitucional la norma delegatoria.

Pero la vida da vueltas y Bernardo Lara ahora recupera su cargo. Lo hace bajo el mandato del mismo gobierno que antes lo hizo renunciar, y para salvarlos del embrollo en que se metieron por ansiosos e inexpertos. Se asume que el área jurídica se fortalecerá, que habrá cambios, y que desde ya no habrá filtraciones o funcionarios que no se encuadren en los lineamientos de la dirección. Habrá un jefe, una directriz y un acatamiento. Tampoco volveremos a ver que la Fiscalía presione al SII, o que amenace a su Director con apercibimientos.

Difícil que Bernardo Lara permita que eso ocurra. Lo más probable es que haga valer sus atribuciones y que si en la lectura de los hechos concluye que corresponde una salida administrativa global, ese y no otro será el camino para todos. No para algunos, sino que para todos, y no de una forma para algunos y de otra para el resto. El camino será el mismo para todos. Con el prestigio institucional no se juega y eso, sin dudarlo, lo saben las nuevas autoridades.

Christián Aste
Abogado tributario

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