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Chile Frente a sus Desafíos: 2016 Moody’s Analytics y sus proyecciones para la economía chilena

Chile Frente a sus Desafíos: 2016

Remontar el crecimiento y abatir la inflación representa un doble desafío para las autoridades chilenas. Primero, una vez que la economía ha demostrado que su debilidad es estructural y no coyuntural –como bien lo anticipamos desde su inicio–, el reto está en poner en marcha un conjunto de medidas que constituyan una solución estructural. Esto implica fortalecer la fuente más importante del crecimiento permanente y estable: la acumulación de capital, lo cual trae consigo el impulso a la productividad y el avance tecnológico. Para esto se necesita estimular la inversión productiva en capital físico y humano, sobre todo del sector privado.


La economía chilena terminará 2015 con un crecimiento por debajo de su potencial y sin mejoría significativa con respecto a 2014, al mismo tiempo que enfrenta una inflación estructural persistentemente por encima del límite superior del objetivo. Así, los dos grandes desafíos del 2016 serán remontar el crecimiento y reducir la inflación.

En el 2015 la economía continuó restringida por su limitada capacidad productiva, reportando un crecimiento cercano a 2 por ciento a pesar de las prolongadas políticas expansivas. En el 2016, con una capacidad potencial para crecer de solo 3 por ciento y con condiciones monetarias normalizadas, la economía solo avanzará a una tasa alrededor de 2.5 por ciento, y cuando mucho 2.8 por ciento.

La inflación estructural –aquella que descuenta los precios volátiles de los alimentos y la energía– se mantuvo por arriba del límite de 4 por ciento durante todo el año, quedando prácticamente muy cerca de 5 por ciento. Dada la amenaza inflacionaria latente, el banco central fue forzado a iniciar el proceso de normalización monetaria, aunque tarde, pero en anticipación al alza de tasas estadounidenses. En el 2016, la inflación se moderará, pero se mantendrá por encima de su objetivo como resultado del traspaso de la depreciación cambiaria.

Dado el retraso y pasividad en la normalización monetaria, el emisor central podría volver a subir la tasa de interés antes de que termine el año. De hecho, existe una alta probabilidad de que la TPM suba inmediatamente después de la inminente alza de tasas de la Fed, incluso no es descartable un alza de 50 puntos base en lugar de 25 por parte del central chileno en cualquiera de sus próximas reuniones.

Remontar el crecimiento y abatir la inflación representa un doble desafío para las autoridades chilenas. Primero, una vez que la economía ha demostrado que su debilidad es estructural y no coyuntural –como bien lo anticipamos desde su inicio–, el reto está en poner en marcha un conjunto de medidas que constituyan una solución estructural. Esto implica fortalecer la fuente más importante del crecimiento permanente y estable: la acumulación de capital, lo cual trae consigo el impulso a la productividad y el avance tecnológico. Para esto se necesita estimular la inversión productiva en capital físico y humano, sobre todo del sector privado.

Segundo, se requiere mejorar el clima de negocios y fortalecer la credibilidad y confianza tanto del sector privado como de los mercados. En esto es fundamental el regreso a la disciplina macroeconómica, la cual parece haberse descuidado. La prolongación de la expansión fiscal y monetaria no solo ha probado ser inefectiva para resolver la debilidad estructural sino que incluso ha generado distorsiones internas y externas. Por lo tanto, el país precisa de regresar a la disciplina para restaurar la salud econonómica.

Tercero, la normalización fiscal y monetaria es indispensable no solo para promover la acumulación de capital y fortalecer la confianza, sino también para corregir las distorsiones inflacionarias y en la brecha externa real que han generado las políticas expansivas. Traer la inflación estructural hacia el objetivo de 3 por ciento en el 2016 no solo demanda que las políticas fiscal y monetaria se normalicen sino incluso podría requerir dosis adicionales de restricción. Sobre todo considerando que la depreciación cambiaria ha llegado para quedarse y sus efectos sobre la inflación están pendientes de verse.

El comienzo del ciclo de alza de tasas estadounidenses continuará imponiendo presiones en los mercados de bonos latinoamericanos, particularmente en aquellos países cuyos bancos centrales han retrasado la normalización monetaria, como en los casos de Chile, México y Perú.

En el caso chileno se espera que la política monetaria mueva las tasas hacia la neutralidad. Sin embargo, existe el riesgo de una pérdida de competitividad de las tasas de interés ocasionada por una normalización lenta o fuera de sincronía. En este caso, las presiones cambiarias se agravarían y amenazarían adicionalmente a la inflación, posiblemente forzando al emisor central a una normalización monetaria más acelerada.

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