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Chile cambió, ¿y sus empresarios? Parecen esconderse en un falso discurso de la comprensión de los profundos cambios de la sociedad chilena

Chile cambió, ¿y sus empresarios?

Enrique Elgueta
Por : Enrique Elgueta Periodista y consultor senior en Comsulting.
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Las últimas juntas de accionistas sirvieron de escenario para que algunos de los máximos referentes empresariales del país reiteraran abiertamente sus reproches al Gobierno, mientras el autoexilio de Hernán Büchi encontraba el respaldo de la Sofofa, empresarios y el ex ministro de economía de Piñera. Les piden a La Moneda y al ministro de Hacienda que los escuche y dicen entender que los tiempos cambiaron, pero ¿qué tanto lo han hecho ellos? Quieren diálogo con el Ejecutivo, pero también dinamitan puentes. Jorge Navarrete, Pablo Correa, Juan Andrés Camus, Jorge Awad y el ministro Pacheco dan su visión al respecto.


Hace rato que se instaló la premisa de que Chile cambió, un diagnóstico consensuado por más que no sea del gusto de todos. Mientras unos buscan tomarle el pulso a esta sociedad cada vez más empoderada, otros optan por irse. Son tiempos de reformas en el país, y en varios ámbitos, discusiones que ya están sobre la mesa y que llegaron para quedarse.

Se trata de un fenómeno que en algunos casos responde a demandas requeridas por años y en otros a recambios generacionales o al avance en las tecnologías de comunicación, entre otros factores, pero que en ningún caso ha sido fácil de ponderar. Esto, pues ha generado costos altos, crispando la relación del Gobierno con varios grupos de presión, en particular con los empresarios.

Al sector productivo de este país no le gustan los cambios que propone La Moneda. Quedó claro la semana pasada tras el término de la temporada de juntas de accionistas de las compañías más grandes de Chile. Juan Hurtado Vicuña, presidente de Entel, dijo no creer en el Gobierno: “Ahora están con el cuento de la productividad, pero siguen creyendo en lo que partieron, en la retroexcavadora”. Horst Paulmann, presidente de Cencosud, afirmó que La Moneda ha estado más dedicada a sus reformas que a preocuparse por el crecimiento; mientras Eliodoro Matte, ex presidente de CMPC, manifestó su preocupación por una reforma laboral que perjudicaría el desarrollo de las empresas. Y estos son solo algunos ejemplos. El tono y el fondo de lo que dijeron los líderes del resto de las grandes empresas chilenas fue muy similar.

Si el año pasado las asambleas fueron instancias de reproches por parte de accionistas enfurecidos que apostaron por compañías que financiaron la política fuera de la ley, este 2016 sirvió para que algunos de los principales referentes del sector productivo demostraran su desacuerdo con las políticas públicas que comanda Michelle Bachelet.

El discurso empresarial

¿Si la sociedad chilena cambio, qué tanto lo ha hecho el empresariado? Este sector ha dicho sostenidamente que quiere un mayor diálogo con el Ejecutivo, pero al mismo tiempo parece dinamitar puentes. No necesariamente por sus críticas. En los últimos días la Sofofa se armó en el área de políticas públicas con Marco Antonio González, ex hombre fuerte de la Fundación Jaime Guzmán, lo que supone una sensibilidad política totalmente contraria al Gobierno. Además el presidente del gremio –Herman Von Mühlenbrock– apoyó los dichos de Hernán Büchi, legitimando la idea de que aquí no existe certeza jurídica, al tiempo que comparó su autoexilio con lo que ha pasado en Venezuela y Argentina durante los últimos años.

Todas expresiones de resistencia a los cambios que impulsa el Gobierno, pero que en todo caso se arrastran desde mucho antes.

También en abril, pero de 2015, Francisco Silva –presidente del Grupo Security– veía con preocupación “la falta de un claro liderazgo que saque al país del estado de parálisis en que se encuentra”, a propósito de las reformas que venía trabajando el Gobierno. Y Juan Cuneo, ex presidente de Falabella, le contaba a Pulso su preocupación “por la situación del país (…). Creo que los diagnósticos están equivocados”, también respecto del mismo tema.

Algunos matices corrían por cuenta de Roberto Angelini, presidente de Copec: “Seguimos confiando en este país, seguimos trabajando, seguimos adelante”, mientras Andrónico Luksic reconocía estar “plenamente consciente de que hoy la actividad empresarial, tanto en Chile como en el resto del mundo, está sujeta a un mayor nivel de escrutinio público”.

Para Jorge Navarrete, abogado y analista político, “salvo honrosas excepciones, la mayoría de los dirigentes de los empresarios son personas extremadamente conservadoras, paranoicas y con aversión a lo distinto. Detrás de este falso discurso de la comprensión de los profundos cambios de la sociedad chilena, solo ha habido por parte de muchos un intento por postergar los reales y profundos cambios que la sociedad demanda de las empresas y su contribución que deben ser al valor público”.

En todo caso, a su juicio y siendo un tipo cercano a la Nueva Mayoría, parte de este enfrentamiento con La Moneda se explica por la torpeza de esta última: “Este es un Gobierno que carece de un diseño de gestión política. No solo en cómo ordena sus prioridades, sino en su relación con sus stakeholders. Debe definir qué peleas vale la pena dar, dónde debe haber espacios de diálogo y dónde no”.

Una visión algo distinta es la de Pablo Correa. El ex economista de Santander fundó “Piensa Consultores”, una empresa que busca participar en la discusión sobre políticas públicas pero desde el sector privado, justamente porque ve allí que hay mucho por hacer.

“El tipo de empresario que hoy hay, en general, es probablemente el más abierto y transparente que hemos tenido en la historia. Desde un punto de vista dinámico es difícil encontrar un sector empresarial que le dedique más tiempo a la transparencia corporativa o relaciones con la comunidad, en comparación con el pasado», dice.

Y añade: «El gran problema es su velocidad. No es que no se hayan dado cuenta que la sociedad cambió, pero su velocidad de adaptación es un tanto más lenta que el resto de los actores sociales, lo que genera esta imagen de que este grupo no ha entendido nada”.

¿Es suficiente este nivel de transparencia, por más que sea el más alto de la historia? “No. Si bien el empresario de hoy no tiene nada que ver con el del 2000 o 1985, todavía les falta entender –aparte de las razones del por qué Chile cambió– que el mejor negocio que pueden hacer es subirse al carro (…). Sobre todo en el mundo gremial, no hay un discurso propositivo. Da la impresión de que siempre están alegando por algo en vez de proponer una mejora o reconocer qué falta o qué falla. Es un grupo que todavía aparece sumamente defensivo en sus posiciones. Lo que les falta es entender que subirse a esta nueva sociedad es el mejor negocio que pueden hacer desde el punto de vista de sostenibilidad de la empresa. No puedes pedirle al empresario que sea filántropo porque no es su razón de ser, pero hay que hacerle ver que moviéndolo en esta tendencia es más rentable que esperar y alegar”.

La silenciosa disidencia

En el marco de esta discusión, son varios los actores que llaman a no generalizar la actitud de los empresarios. Uno de ellos es el ministro de Energía, Máximo Pacheco, quien dijo a El Mostrador Mercados que “hay mucho empresario que está haciendo un esfuerzo por comprender la sociedad en que vivimos, así como hay otros que viven en la negación de estos cambios y que estos suponen el fin del mundo”.

Esta diversidad, sin embargo, difícilmente se muestra al público. Jorge Awad lo tiene claro. El ex presidente de la Abif cree que “la disidencia dentro de las opiniones sobre sociedad son un tema trascendental en las organizaciones gremiales. Sin embargo, todo aquel que tiene una voz distinta es reducido. Las opiniones minoritarias o disidentes son de muy corta vida”, opina.

Awad comparte el diagnóstico de que la sociedad chilena cambió y que el empresariado debe estar a la altura. “Lo que está ocurriendo en Chile es que el modelo de empresa al cual estaban habituados cambió no solo acá, sino en el mundo. Lo que va a predominar es la empresa ciudadana, aquella que conquista al mercado y la sociedad. Chile, que avanzaba muy fuertemente hacia una sociedad de mercado, donde no había bienes sociales, está reconstruyendo una economía de mercado en la cual sí hay bienes sociales, como la educación gratuita. Este proceso no es simple y obviamente no es aceptado por la mayoría”.

Para Awad, que sufrió en carne propia la furia de los gremios por su actitud más dialogante hacia el Gobierno, uno de los cambios más notables del último tiempo es justamente la actual composición del directorio de CMPC, donde hoy participa el ex contralor Ramiro Mendoza y Vivianne Blanlot, ex ministra de Bachelet, algo “impensado”, a su juicio.

El acto político de Büchi

A propósito de disidencia, son muy pocos los empresarios que han manifestado reparos al diagnóstico que hizo el ex ministro de Hacienda de la dictadura y economista de Libertad y Desarrollo y que motivó su autoexilio a Suiza. Sí ha encontrado cierto apoyo en algunos empresarios y economistas que han validado este hecho como una muestra de que las reformas del gobierno están provocando una “fuga de talentos”.

Aunque son pocos, no todos piensan así. El presidente de la Bolsa de Comercio, Juan Andrés Camus, dice no compartir su actitud. “Hay que defender las ideas en el lugar que uno vive y quiere. Ahora, creo que sus críticas al ambiente de poca confianza parecen ser ampliamente compartidas. Más debatible es el concepto de la incerteza jurídica y creo que en ello se refiere más respecto de la Constitución, donde no hay ninguna propuesta concreta”.

En todo caso, a juicio del empresario, las críticas del sector a algunas reformas también coinciden con el rechazo que ha manifestado la ciudadanía a algunas de estas, lo que explica en parte la baja aprobación de Bachelet.

“Lo más importante en mi opinión es buscar acuerdos al interior de la sociedad, pues cuando una parte de ella pretende imponer sus puntos de vista, esta se divide en vez de integrarse, que es a lo que debemos aspirar. No hay dudas de que hay un montón de códigos que las sociedades van ajustando a través del tiempo y que se supone deberían ir en camino hacia mejores prácticas”, afirma.

Correa le pone paños fríos al diagnóstico de Büchi. “Hay ciertos grupos económicos o personajes que se resisten a este cambio, que creen que tal vez es algo transitorio o reversible, lo cual no comparto. Pero extrapolar que es la visión de todo el sector empresarial, hay un trecho grande. Por esta misma necesidad económica o financiera de la sostenibilidad, es natural que se produzca un recambio generacional no solo en los grupos empresariales, sino en general en los grupos de elite”, concluye.

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