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La OCDE alerta mayor desigualdad con el desarrollo de la economía digital

La OCDE alerta mayor desigualdad con el desarrollo de la economía digital

La organización concluye que la innovación -que viene sobre todo de las tecnologías de la información y la comunicación- ya no equivale en términos globales a incremento del rendimiento por hora trabajada.


Las innovaciones tecnológicas por el desarrollo de la economía digital conllevan un aumento de las desigualdades sociales, en detrimento de las capas más bajas, marginadas en la actualización de sus capacidades y por la menor productividad de su trabajo, alertó hoy la OCDE.

En un informe sobre los vínculos entre productividad e inclusión social publicado hoy, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) analiza el que presenta como gran reto para el restablecimiento de la economía global tras la crisis financiera, ocho años después de que estallara.

En la inmensa mayoría de sus países miembros, la progresión de la productividad era notablemente superior antes de la crisis que después -se ha pasado de una tasa anual del 2 % en el periodo 2000-2007 a apenas un 0,7 % actualmente, de media-.

Eso significa que la innovación -que viene sobre todo de las tecnologías de la información y la comunicación- ya no equivale en términos globales a incremento del rendimiento por hora trabajada, y eso se explica por una mayor dispersión entre las empresas más punteras y las relegadas a actividades tradicionales.

Detrás de todo eso, apunta la OCDE, parece estar la debilidad de la inversión -un fenómeno particularmente marcado en Europa con la crisis-, pero también la falta de competencia en algunos mercados, que permite mantenerse a compañías poco eficientes por las barreras de entrada que obstaculizan a otras innovadoras.

Esa brecha tiene también su correlato en la estructura social, porque los trabajadores encargados de tareas repetitivas se ven privados de los mecanismos de capacitación y tienen más dificultades para recibir una formación a lo largo de su vida laboral.

La situación más preocupante es para los que se encuentran en mitad de la escala social, para quienes el desafío es poder ser flexibles y móviles en el mercado laboral, explicó a Efe Nick Johnstone, uno de los autores del informe.

Muchas de las funciones que esta clase media ha desempeñado están desapareciendo, agregó Johnstone.

El secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, alertó de que todos esos elementos «conducen a un círculo vicioso» en la medida en que no hay garantías de que las innovaciones redunden en mayor productividad y al mismo tiempo amenazan con generar más desigualdad.

Gurría recordó que esa desigualdad no ha dejado de aumentar: si en los años 1980 el 10 % con mayores ingresos percibía siete veces más que el 10 % con la más baja remuneración, ahora son diez veces.

La tasa de remuneración del capital también ha ganado puntos si se compara con la de las rentas del trabajo, algo a lo que ha contribuido el mayor peso relativo del sector financiero.

De esta forma, el 1 % más rico se ha destacado aún más, en particular si se compara con el 40 % en la parte baja de la escala social.

«Eso -añadió- nos obliga a abordar los problemas con un nuevo enfoque» que establezca los vínculos entre productividad y desigualdad con el objetivo de ayudar a los gobiernos a activar «un ciclo de crecimiento virtuoso».

Entre las primeras recomendaciones del informe está invertir en la capacitación de las personas, sobre todo para que se adecúe a las necesidades del mercado laboral, pero también generar un entorno en que «todas las empresas tengan oportunidades equitativas de tener éxito, también en las regiones apartadas».

En último término, se trata de «ampliar la base productiva de la economía para generar ganancias de productividad fuertes y sostenibles» que puedan ofrecer mejoras a toda la sociedad en términos de calidad de vida y oportunidades.

Los autores del estudio consideran que las ciudades y las regiones tienen un papel clave para adecuar las políticas a sus necesidades, pues la vivienda o el transporte son relevantes para ayudar a los grupos marginados a acceder a formación y empleos.

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