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De Gregorio, sin tregua contra el Gobierno y los empresarios: “El programa es la gran camisa de fuerza del gobierno» y la Sofofa es un «diálogo de sordos» Defiende la labor del Rodrigo Valdés y dice que «ser ministro en este gobierno es muy desgastante»

De Gregorio, sin tregua contra el Gobierno y los empresarios: “El programa es la gran camisa de fuerza del gobierno» y la Sofofa es un «diálogo de sordos»

En su entrevista más política, el ex ministro de economía y ex presidente del Banco Central no tuvo cuartel para criticar el clima de desconfianza que se ha generado entre el Ejecutivo y el sector privado. En revista Qué Pasa, apunta a que no se puede hablar de economía porque “la política ha contaminado negativamente el qué hacer y desempeño económico”. Destaca que no se puede culpar al ministro por lo que se está haciendo en Chile: «El ministro de Hacienda no es el que gobierna, quien gobierna es la presidenta».


José De Gregorio es uno de los economistas y académicos más respetados e influyentes del país.

Pese a haber tenido un rol de asesor en la precampaña del actual Gobierno, es reconocido por su posición moderada. Pero esta vez salió como pocas veces a criticar con todo la labor tanto gubernamental como de los empresarios, por el clima que se ha generado en el país. Lo hizo en una extensa entrevista en revista Qué Pasa.

De Gregorio afirma que es difícil hacer análisis económicos cuando “la política ha contaminado negativamente el qué hacer y desempeño económico”.

Señala que el problema se ha profundizado por el «estrangulamiento de las posiciones moderadas. En el gobierno, a veces, quienes dominan la agenda son los grupos extremos que quieren cambiarlo todo, y en la derecha dominan los sectores que echan de menos el país de 1989, así es difícil avanzar».

Añade que «el gran drama de esta coalición (Nueva Mayoría) es que hay gente que piensa que lo que hizo la Concertación no valió nada, sin hacer ningún análisis riguroso. Y otro, que fueron los que gobernaron durante ese período, del que soy parte y me siento muy orgulloso de lo que se hizo. Esa diferencia de diagnóstico es muy compleja para llevar adelante la política».

El ex ministro de Economía y ex presidente del Banco Central siente que «la presidenta no tiene un Segundo Piso destacado intelectualmente, que uno pueda ver un gran lineamiento. Noto que este gobierno es un poco personalista».

Además, apunta a que “el programa es la gran camisa de fuerza del gobierno, lleno de ideas sin diseño”, y que eso ha pavimentado el camino para nuevas posturas: «Chile es Tierra fértil para el populismo y las malas políticas públicas. El país necesita cambios».

Legado en cuestión

De Gregorio apunta además a que la crisis política y de legitimidad cambiará el que pretendía ser el legado de este gobierno: las reformas estructurales.

«Recibir mesadas de las empresas mientras se legisla es una cosa que a nadie le cabe en la cabeza. Hay un cuestionamiento general de la competencia de nuestras autoridades, de su honestidad y eso genera que el nivel de peticiones traspase los límites y terminemos haciendo legislaciones mal hechas», señala en la revista.

Indica que «se da la paradoja que el mayor legado de este gobierno será algo que no estaba en el programa: la agenda anticorrupción. Eso es el resultado de los escándalos de financiamiento de la política y, por sobre todo, Caval».

Profundiza que el enfriamiento de la economía responde a culpas compartidas, al tener por un lado la caída de los commodities desde lo externo, pero por otro lado las reformas, los escándalos políticos y la poca capacidad de reacción ante ellos, que han dañado aún más las confianzas y la capacidad de recuperación de la economía.

«Hay un problema de expectativas y de confianza que está frenando la capacidad de recuperación y eso es responsabilidad del gobierno y sus reformas, y también de la incertidumbre política, donde la capacidad de tener gente que no esté envuelta en casos de corrupción o de financiamiento ilegal de la política es escasa. El gobierno debería decir hacia dónde vamos», señala.

Agrega que hay incongruencias en el discurso reactivador de la economía: «Al decir ‘gastemos más’, fortalezcamos la inversión pública, pero las concesiones en hospitales, que es donde podríamos tener un impulso reactivador, están frenadas. Esto está dominado por una visión de gran desconfianza hacia la actividad privada».

Valdés y el empresariado

De Gregorio, quien ocupó las carteras de Economía, Energía y Minería durante parte del gobierno de Ricardo Lagos, defendió además la labor que ha realizado el actual ministro de Hacienda Rodrigo Valdés.

Dice que Valdés entró en una etapa de «reparaciones: se corrigió la reforma tributaria, se le hicieron cambios a la laboral, para tratar de conciliar temas de mayor fortaleza de los sindicatos con mayor ámbito de adaptabilidad que desafortunadamente, por política, no funcionó. Desde Hacienda se ha arreglado la reforma universitaria, porque desde el Ministerio de Educación habían sido incapaces de hacerlo».

Ante eso, destaca que «hay problemas más generales que no los va a cambiar ni el ministro de Hacienda ni el ministro del Interior».

Frente a los cuestionamientos de la Sofofa, que sentencian que Alberto Arenas y luego Rodrigo Valdés han sido de los peores ministros de Hacienda desde la vuelta de la democracia, De Gregorio contraataca:

«La Sofofa no es el mejor paradigma del mundo empresarial porque ahí hay un poco de diálogo de sordos, posiciones tan dogmáticas que no explican cómo funciona el mundo. Me afectan sus discursos predecibles, nos falta un poco de originalidad, hablan de reforma laboral y todo es malo, todo es caos».

«Pienso que Rodrigo Valdés es un excelente ministro de Hacienda. No se puede culpar al ministro por lo que se está haciendo en Chile. El ministro de Hacienda no es el que gobierna, quien gobierna es la presidenta», expresó.

Respecto a la propia posibilidad de haber ingresado al gabinete ministerial de este gobierno, reconoce que «ser ministro en este gobierno es muy desgastante. A mí no me lo van a ofrecer, pero yo no sería ministro en este gobierno, así de simple».

Asegura que Valdés «es lejos la persona más adecuada en las actuales circunstancias. Es cierto que quedó debilitado con la salida de Burgos; se fue la mitad de los representantes del realismo sin renuncia, y fue remplazado por alguien para quien el presidencialismo está por sobre todas las cosas».

Sentencia, asimismo, que «si Valdés corriera la misma suerte de Burgos sería pésimo para el gobierno y el país».

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