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Cuoteo político en la renovación del Banco Central Opinión

Cuoteo político en la renovación del Banco Central

«Se acerca la renovación del Presidente del Banco Central, y vale la pena refregar al Gobierno y Congreso la importancia de dar pasos para legitimar las instituciones. Romper con el cuoteo político en una institución tan noble y técnica como el Banco Central sería un excelente ejemplo de sintonía con la ciudadanía, y con los nuevos vientos políticos que estamos viviendo. Se abre una oportunidad para la Presidenta de la República en el nombramiento del presidente del Banco y para el Congreso apoyando la designación del nuevo consejero».


En abril del 2015 escribí una columna en El Mostrador respecto al cuoteo político en órganos colegiados (“No más cuotas político-partidistas estrictas en órganos colegiados”). Se acerca la renovación del presidente del Banco Central, y vale la pena refregar al Gobierno y Congreso la importancia de dar pasos para legitimar las instituciones.

Romper con el cuoteo político en una institución tan noble y técnica como el Banco Central sería un excelente ejemplo de sintonía con la ciudadanía, y con los nuevos vientos políticos que estamos viviendo. Se abre una oportunidad para la Presidenta de la República en el nombramiento del presidente del Banco y para el Congreso apoyando la designación del nuevo consejero.

La primera conformación del Consejo del Instituto Emisor como organismo autónomo, en un contexto político donde la representatividad de los paridos era clara y alta en la ciudadanía, justificaba una representatividad similar en los sillones del Consejo.

Sin embargo, hoy los partidos políticos en Congreso están lejos de representar la diversidad social y, más importante, la esperada probidad de la sociedad chilena. El desprestigio de la política y los políticos en parte es producto de cierta indolencia de los partidos por renovar instituciones, propuestas y prácticas que permeen en mayor democratización y den oportunidad a nuevos liderazgos que se relacionen mejor con una ciudadanía.

Hoy la suma de todos los partidos goza de una identificación partidaria muy menor, lo que dista enormemente de lo observado al momento de la conformación del primer consejo del Banco Central. Se abre una enorme oportunidad para separar la política partidista estricta en la conformación de órganos colegiados y/o autónomos, entre ellos el Banco Central y otros por venir. La actual fragilidad y fragmentación, junto a la falta de legitimidad que ha penetrado a la política chilena, no debería permear en la institucionalidad macroeconómica del país. Más aún, dado que la “institucional micro” ha sido en parte estropeada por las reformas, es incluso momento de fortalecer todavía más la “institucionalidad macro”.

De tomar la opción de dejar el Banco Central por parte del actual presidente, la Presidenta y Congreso tienen dos decisiones. ¿Quién será el nuevo presidente? y ¿quién tomará el puesto de consejero?

Vayamos sobre lo primero. El nuevo presidente no tiene por qué representar los intereses específicos de un partido, toda vez que ya hemos visto (marcadamente en lo reciente) que un consejero de un partido político específico no está necesariamente alineado con la natural postura económica esperable de su militancia cuando se trata de hacer política monetaria. No por ser del partido de la coalición gobernante un Consejero será más benevolente con la actividad, y aquel de oposición tratará de embarrar la fiesta. Esto quizás es bueno para la autonomía, pero es un argumento que desvanece y afecta por sí mismo el cuoteo.

Los diagnósticos son eminentemente técnicos, y hoy día se denota, que sería eso lo que hace falta con mayor contundencia en la conformación de los órganos colegiados. Las capacidades técnicas y experiencia en el ámbito de acción de los miembros es condición necesaria y suficiente. Los partidos y el Gobierno tienen una formidable oportunidad de reencantar a la ciudadanía haciendo un gesto que considero de poco costo político para ellos, pero con potencial de legitimar nuestra institucionalidad y de paso a los mismos partidos. Neil Armstrong podría decir, “small step for politics giant leap for legitimacy”.

Entrando en el área chica y tomando los cuatro consejeros restantes que conforman el Consejo del Banco Central, todos ellos deberían tener igual oportunidad de dirigir el Instituto Emisor, siendo el mérito, junto a la amplia y “probada” experiencia en política monetaria, el principal activo diferenciador. El espacio para que sea el partido político adecuado el que marque la diferencia se ha extinguido. Tomado como ejemplo, ciertamente el Consejero Pablo García tiene méritos de sobra en política monetaria, no solo porque tuve la oportunidad de trabajar con él y conocer su estirpe, sino que también por su experiencia haciendo política monetaria en tiempos de crisis. Que no sea del partido adecuado dentro de la sillita musical política se transforma en un activo si el rationale anterior de romper con el cuoteo es suscrito.

¿Quién tomaría el puesto de consejero? Acá muy probablemente los partidos de oposición tendrán similares intenciones de jugar a la silla musical política. Nuevamente el llamado es a dejar a un lado ganancias políticas nimias. Las oportunidades de mostrar cohesión en un objetivo común junto al grupo político gobernante son enormes. Desgastar el trabajo parlamentario en cuoteos políticos que finalmente salen así a la luz pública y que no generan ningún rédito por el carácter técnico de los cargos es definitivamente infructuoso y, más aún, se autoflagela el encomiable trabajo de ser político.

Jorge Selaive
Economista
Profesor Adjunto Bussiness School, Universidad de Chile

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