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Expulsados de Wall St. por los jóvenes, operadores mayores sobreviven en mercado de bonos de Chicago

Expulsados de Wall St. por los jóvenes, operadores mayores sobreviven en mercado de bonos de Chicago

En la nueva Wall Street hay menos empleos. Las reglas posteriores a la crisis restringen la toma de riesgo y reducen los ingresos producto de la negociación de bonos, por lo cual los bancos se han visto obligados a recortar costos. Las plataformas de negociación electrónica han permitido que los clientes prescindan de los vendedores. Tan sólo en los últimos cinco años, las mayores firmas globales han eliminado casi 10.000 empleos en banca de inversión y operaciones, según la firma de análisis Coalition Ltd. Los vendedores y operadores mayores, con ingresos más altos, han sido particularmente vulnerables.


Arthur Main aprendió a la fuerza que Wall Street es para jóvenes.

Después de un cuarto de siglo en Morgan Stanley, Main -al igual que innumerables representantes de la vieja escuela que cumplieron la mayoría de edad en la década de 1980-, fue despedido conforme los bancos recurren a la juventud y la tecnología en momentos de mayor regulación y menores ganancias.

Así, a los 54 años trabaja ahora en una pequeña firma de Chicago llamada TJM Institutional Services. Se considera afortunado.

“Para muchos, tener mi edad es un obstáculo”, dice Main, que mantiene la vista fija en cuadros y ventanas de chat desplegados en las pantallas de sus computadoras. “No siguen aprendiendo, no adoptan la tecnología y sus habilidades dejan de servir”.

Desde el noveno piso de un modesto edificio de oficinas ubicado entre un 7-Eleven y un local de reparación de calzado, TJM empieza a ser conocido como refugio para los náufragos de Wall Street que están envejeciendo. La idea es que con su ingenio, experiencia y relaciones pueden seguir siendo productivos al conseguir que fondos de cobertura y pensiones operen con ellos en nichos donde las computadoras aún no lo dominan todo.

Para Main y otros como él, es la última etapa de su carrera en finanzas.

“Soy el refugio del último de los mohicanos”, dice Steven Beitler, el máximo responsable de TJM. “Todas las personas que contratamos proceden de un banco. El mercado de talento es el mejor que haya visto, ya que se los despide a todos”.

Crisis de identidad

En la nueva Wall Street hay menos empleos. Las reglas posteriores a la crisis restringen la toma de riesgo y reducen los ingresos producto de la negociación de bonos, por lo cual los bancos se han visto obligados a recortar costos. Las plataformas de negociación electrónica han permitido que los clientes prescindan de los vendedores. Tan sólo en los últimos cinco años, las mayores firmas globales han eliminado casi 10.000 empleos en banca de inversión y operaciones, según la firma de análisis Coalition Ltd. Los vendedores y operadores mayores, con ingresos más altos, han sido particularmente vulnerables.

Beitler y su socio, Thomas J. Murphy, aprovechan la situación. En los últimos tres años, TJM ha duplicado sus dimensiones. Ha incorporado operadores de bonos gubernamentales, acciones y monedas, y ha abierto sedes en Nueva York, Boca Raton y Londres.

A los efectos de mantener bajos los costos, TJM ofrece poco más que un lugar de trabajo y un teléfono. El nuevo personal debe aportar sus propios clientes. Si un mes no generan comisiones, no cobran. No hay departamentos que produzcan análisis ni emitan bonos corporativos que atraigan a las firmas administradoras de dinero. Están solos.

Para Main es todo un cambio en comparación con sus días en Morgan Stanley, cuando el vendedor de derivados apuntaba sobre todo a operadores por cuenta propia que invertían el dinero del banco. Los bancos tuvieron que abandonar ese tipo de operaciones como consecuencia de la regulación financiera. Para sobrevivir, Main tuvo que adaptarse.

En mayo de 2012, cuando Main recibió una placa en ocasión de su 25º aniversario, la persona que se la entregó dijo bromeando que el último que la había recibido había sido despedido. Cuatro meses después recibió el llamado: había llegado su hora.

“Después de estar ahí tanto tiempo, se convierte en parte de la propia identidad”, dice Main con un temblor en la voz. “En ese momento fue devastador, pero todo ha salido bien”.

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