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Éxito de Le Pen significa que el ascenso de populismo sigue sacudiendo a las democracias occidentales El euro y los mercados europeos se dispararon con victoria de Emmanuel Macron

Éxito de Le Pen significa que el ascenso de populismo sigue sacudiendo a las democracias occidentales

Pocas ideas han tenido un resurgimiento tan repentino en los últimos años como el populismo. Partidos nuevos y a menudo líderes carismáticos alteraron el orden establecido y ganaron poder en democracias que parecían estables. Trump se sumó a otros dirigentes populistas como Recep Tayyip Erdogan en Turquía, Viktor Orban en Hungría, Jaroslaw Kaczynski en Polonia, Alexis Tsipras en Grecia y Rodrigo Duterte en Filipinas. La mayoría aprovecha la reacción contra la inmigración y una economía globalizada que hace que muchas personas se sientan olvidadas. ¿Qué traerán estos líderes? ¿Y el ascenso de los populistas presagia la renovación o la desaparición de la democracia?


Cuando Donald Trump entró en la Casa Blanca como el 45° presidente de los Estados Unidos, la conducción del mundo libre quedó en las manos de un populista. Pocas ideas han tenido un resurgimiento tan repentino en los últimos años como el populismo. Partidos nuevos y a menudo líderes carismáticos alteraron el orden establecido y ganaron poder en democracias que parecían estables. Trump se sumó a otros dirigentes populistas como Recep Tayyip Erdogan en Turquía, Viktor Orban en Hungría, Jaroslaw Kaczynski en Polonia, Alexis Tsipras en Grecia y Rodrigo Duterte en Filipinas. La mayoría aprovecha la reacción contra la inmigración y una economía globalizada que hace que muchas personas se sientan olvidadas. ¿Qué traerán estos líderes? ¿Y el ascenso de los populistas presagia la renovación o la desaparición de la democracia?

La situación

En los Países Bajos, el partido encabezado por el agitador anti-musulmán Geert Wilders conquistó el segundo mayor número de escaños en el parlamento en marzo. En Francia, Marine Le Pen, del Frente Nacional de extrema derecha, avanzó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 7 de mayo, aunque las encuestas indican que es probable que gane su oponente, Emmanuel Macron.

La crisis financiera de 2008 abrió la puerta a muchos populistas, ya que la creciente desigualdad y la percepción de una respuesta injusta –cuando no corrupta- a la debacle debilitaron la confianza en los políticos y otros miembros poderosos de la sociedad. A diferencia del socialismo, el fascismo, el liberalismo y casi todos los demás «ismos», el populismo no es intrínsecamente de izquierda, de derecha o de otra orientación. Cas Mudde, profesor de la Universidad de Georgia, lo ha calificado como una ideología «de poco cuerpo» que opone un pueblo «puro» a una élite corrupta. De hecho, la manera más simple de pensarlo es quizás como una caja de herramientas para llevar adelante una política de cualquier tendencia. No hay nada sustancial que relacione al populista Hugo Chávez, el difunto líder socialista radical de Venezuela, con Nigel Farage, cuyo Partido de la Independencia del Reino Unido presionó al gobierno para que convocara un referéndum sobre la salida de la Unión Europea. Sus preferencias económicas se inclinan hacia el conservadurismo de la ex primera ministra Margaret Thatcher.

La discusión

Algunos politólogos definen al populismo como una patología o un mal funcionamiento de la democracia. Los populistas dicen que rescatan a las democracias que han sido secuestradas por las élites. Mudde argumenta que la verdad está en algún punto intermedio, en tanto los populistas arremeten contra las formas liberales de democracia con una interpretación mayoritaria por la cual se considera que el ganador se queda con todo, y esta atenta contra el pluralismo y los derechos de las minorías.

Lo cierto es que los populistas se destacan por insistir en que sólo ellos representan la voluntad del pueblo, tachando cualquier crítica de ataque al pueblo y por lo tanto de ilegítima. Eso ayuda a explicar por qué los populistas, una vez en el poder, rápidamente chocan con los controles y contrapesos democráticos -en particular los tribunales y los medios- que tienen como propósito limitar lo que los gobiernos pueden hacer. En el primer mes de gobierno de Trump, este declaró que los medios de comunicación eran «el enemigo del pueblo estadounidense». También criticó al juez federal que bloqueó su orden de suspender la entrada a Estados Unidos de los refugiados y cualquier habitante de siete países de mayoría musulmana, refiriéndose a él como un «así llamado juez».

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