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Brasil: dos pasos adelante, uno atrás Opinión

Brasil: dos pasos adelante, uno atrás

El riesgo de no enmendar el rumbo incluye rebajas en la clasificación de riesgo y la pérdida de efectividad de la política monetaria sobre las tasas de interés. Esto juega en contra de la inversión y, a través de esta, del crecimiento potencial de la economía. Afortunadamente, no está claro que este sea el camino para Brasil.


A veces es bueno volver sobre las cosas que uno ha escrito previamente, porque a menos que haya un cambio radical en el camino, es sano tener consistencia en los argumentos y recomendaciones. Hace poco más de un año, esta columna fue sobre Brasil y destacaba tres puntos: la situación política era muy mala, se necesitaba un ajuste a través del cierre del déficit de cuenta corriente y que la situación fiscal guardaba la clave para el mediano plazo.

Desafortunadamente para Brasil, los tres prevalecen en el diagnóstico. En los últimos doce meses la presidenta Rousseff fue destituida y su reemplazo ahora está acusado de participar directamente en sobornos a otros políticos.

Por otro lado, aunque el sector privado hizo un fuerte ajuste que llevó a que el déficit de cuenta corriente pasara de 4 puntos del PIB a solo uno, las perspectivas para la deuda soberana y el déficit fiscal siguen siendo una preocupación de primer orden.

El gran éxito del mandato de Michel Temer ha sido la mejora en las expectativas, que apoyó una recuperación que viene en buena parte desde el exterior. En términos políticos, destaca la aprobación de una ley que limita el crecimiento del gasto fiscal a la inflación del año anterior. Aunque esto es un relajamiento de la ley previa de 2000 que exigía un superávit fiscal, es positivo, ya que hace más probable su cumplimiento y debiera ayudar a moderar la trayectoria actual del déficit. Lamentablemente, algunos ítems de gasto quedaron fuera, por lo que las esperanzas están puestas en una reforma al sistema de pensiones que, entre otras cosas, aumentaría la edad de jubilación y permitiría acotar una partida que supera el 10% del producto.

Sin embargo, Brasil volvió a encontrarse con una dura realidad, al revelarse información que involucraría a Temer (también a Dilma, Lula y más de 1.800 políticos) en sobornos. A pesar de que ha negado estar involucrado, esta revelación aumentó significativamente la probabilidad de que el presidente no termine su mandato, que expira el próximo año.

Con esto, uno de los elementos necesarios para una mejora en las perspectivas de mediano plazo, la sostenibilidad fiscal, se ve al menos postergada. Actualmente la deuda pública total representa un 51% del PIB (era 44% hace un año) y el déficit primario (ingresos netos sin considerar el pago de intereses por la deuda) se ha mantenido sobre 2% del producto. El riesgo de no enmendar el rumbo incluye rebajas en la clasificación de riesgo y la pérdida de efectividad de la política monetaria sobre las tasas de interés. Esto juega en contra de la inversión y, a través de esta, del crecimiento potencial de la economía.

Afortunadamente, no está claro que este sea el camino para Brasil. Existe la posibilidad de que el Congreso se ordene para aprobar las reformas, probablemente con la salida de Temer como condición necesaria (aunque este afirma que la coalición sigue en pie). Por otro lado, en el corto plazo la economía está mejor parada para enfrentar un escenario adverso. Estos dos años de recesión forzaron un ajuste del desbalance previo, liderado por el sector privado, que permitió el cierre del déficit de cuenta corriente (que refleja el exceso de gasto sobre los ingresos de la economía).

Además, con menor inflación, el Banco Central hoy está bajando la tasa de interés, lo que ayuda a mejorar las condiciones de financiamiento de empresas y hogares; hace dos años la tendencia era la opuesta y una economía que estaba en recesión además tenía que enfrentar mayores tasas en búsqueda de combatir la inflación.

La situación política en Brasil es complicada. Las protestas que piden la renuncia de Temer ya abundan en las calles. Si bien esto no representa un cambio dramático en su aprobación, un aumento en la violencia podría elevar más aún la incertidumbre que rodea al país. La buena noticia es que actualmente la economía está mejor parada para enfrentar un evento adverso, pero casi exclusivamente por lo que ha hecho el sector privado en términos de recortar gastos. La dinámica del sector público, por su parte, sigue siendo uno de los mayores desafíos.

Jorge Cariola
Economista
Grupo Security

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