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La trenza del supuesto espionaje que remeció a Sofofa: crónica de un montaje anunciado Todo apunta a una disputa interna en el gremio de la industria

La trenza del supuesto espionaje que remeció a Sofofa: crónica de un montaje anunciado

Luisa Navea
Por : Luisa Navea Periodista El Mostrador Mercados
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La denuncia surgió justo después que Rodrigo Álvarez bajara su candidatura, tras la “canallada” de su propio gremio de quitarle el piso. El objetivo, de acuerdo a varias fuentes que conocen detalles del caso, habría sido enturbiar la elección de Bernardo Larraín Matte. Y la contratación de un ex sargento de Carabineros, quien habría comprado y puesto uno de los micrófonos ocultos en las oficinas de José Juan Llugany en Carozzi y Hermann von Mühlenbrock en la Sociedad de Fomento Fabril, era parte de esa operación. La investigación de la Fiscalía tiene descartado que sea espionaje y en estos días se espera que se pronuncie. Una de las partes habría pedido al organismo persecutor que llame a declarar a Piñera, quien en su momento afirmó que se trataba de «un lío de faldas». Al interior de la Sofofa se ha desarrollado un consenso respecto a que el ex carabinero es simplemente parte de una operación que tenía objetivos mayores.


Desde ayer que está en manos de la Fiscalía Oriente el informe final de la investigación que realizó la Brigada del Cibercrimen de la PDI, con la evidencia clave que vincularía al ex carabinero Rubén Aros –contratado para realizar la indagatoria– con la compra de al menos uno de los micrófonos puestos en las oficinas del ex presidente de la Sofofa, Hermann von Mühlenbrock, y su vicepresidente y director de Carozzi, José Juan Llugany.

Según La Tercera, esta nueva evidencia, implica que el caso sea ahora indagado como presunto delito de estafa y no como quebrantamientos a las conversaciones privadas, aludiendo a fuentes de la Fiscalía.

Los testimonios y análisis de los micrófonos, recogidos desde hace dos meses, son ahora analizados por los fiscales Lorena Parra y Roberto Contreras, quienes dirigen el caso, luego que la entidad gremial denunciara, el 26 de mayo último, el hallazgo de estos dos aparatos en Carozzi y Sofofa.

Tal como revelamos en su momento, las diversas inconsistencias del caso echaron por tierra la tesis de que se tratara de un espionaje y todo apunta a que se trataría de disputas internas, de un montaje, que –como varias fuentes al interior de la Sofofa y del mundo empresarial afirman– buscaban contaminar la elección del que sería el actual timonel de la industria, Bernardo Larraín Matte.

Así al menos lo sugiere la correlación de hechos en las dos últimas semanas de la elección de la Sofofa.

El miércoles 10 de mayo, Rodrigo Álvarez baja su candidatura a la testera de la Sofofa, después que su gremio, Alimentos y Bebidas (AB Chile), le quitara el piso.

Cabe destacar que el vicepresidente José Juan Llugany –quien apoyaba la candidatura de Álvarez– estuvo presente en esa decisión, que a juicio de algunos consejeros fue una “canallada” y para otros una “jugada magistral”, que derrumbó la campaña del ex ministro de Piñera. Por ello, el director de Carozzi les exigió a los presentes no contar lo que había sucedido.

Es que sabía que eso pondría fin a la campaña del ex diputado UDI, no sabía cómo decírselo y ocultó lo ocurrido a todo aquel que se lo preguntara. “Él encontraba que lo que habían hecho fue una canallada. Una trenza que estaba preparada desde hace mucho tiempo”, indica un cercano al ex vicepresidente del gremio industrial.

Antes de que Álvarez tomara la decisión de abandonar la carrera por la Sofofa, miembros del entonces comité ejecutivo de la misma, que apoyaban al presidente de AB Chile –entre ellos Von Mühlenbrock y el propio Llugany–, analizaron diversos escenarios posibles con él: dar la pelea con todo o bajar su candidatura. Álvarez eligió la última.

Entretanto, justo esa semana, Llugany y Von Mühlenbrock habrían comprobado sus aprensiones sobre una posible intervención de sus comunicaciones por parte de un tercero.

Así, una vez que se descubre que se ha hackeado el sistema computacional de Von Mühlenbrock, del segundo vicepresidente, Gastón Lewin, y del gerente Internacional y de Comercio Exterior de Sofofa, Manuel José Prieto, Llugany alertó al gerente general de Carozzi, Sebastián García Tagle, sobre un posible espionaje, según fuentes conocedoras de la investigación.

García Tagle le habría encargado el servicio a la compañía que rutinariamente revisa la seguridad del sistema informático; sin embargo, como no hacían ese tipo de trabajos, el gerente de administración, Cristián Águila, le habría pedido al jefe de seguridad, Anfión Varela, que buscara dos opciones. Así, el domingo 14 de mayo llega Rubén Aros, dueño de Profacis, a Carozzi.

Mientras tanto, en paralelo, el jueves 18 de mayo, en un gesto de unidad del empresariado, los socios de AB Chile vuelven a verse las caras y ratifican a Rodrigo Álvarez en la presidencia del gremio. Pero los seguidores del ex ministro lo vieron como una burla. Llugany, incluso, ironizó en aquel consejo –según una fuente cercana al director de Carozzi–, indicando que pese a “la canallada” que se le había hecho al presidente del gremio, aquello había servido para conocer al director de Coca Cola Andina, José Luis Solarzano, quien “desde hace dos años y medio nunca había pisado el gremio y que se había estrenado en la votación donde se votó contra Álvarez”, cuenta una fuente conocedora de aquella conversación.

Cumbre Álvarez-Larraín

Los ánimos entre los seguidores de Álvarez, por lo tanto, no eran los mejores y no veían con buenos ojos un acercamiento que ocurrió de parte de Larraín Mate hacia su ex candidato.

Malestar que incluso se vio acrecentado tras la cita del viernes 19 de mayo, cuando Larraín Matte sostiene una amable conversación con Álvarez en su oficina, en la cual manifiesta su preocupación por el día de la elección del 31 de mayo. El heredero de los dueños de la Papelera “quería salir electo por aclamación, para demostrar un voto unánime”, cuentan desde la industria.

Ello levantó severas nuevas críticas desde el núcleo duro de los seguidores de Álvarez y, en particular, del ex presidente de la Sofofa, Pedro Lizana, quienes decían representar a la disidencia y deseaban que esas diferencias se hicieran presentes el día de la elección con una votación de los socios de la industria y no por aclamación.

Paralelamente a esa reunión clave entre Larraín Matte y Álvarez, el ex sargento de Carabineros arribaba a las instalaciones de la Sofofa, descubriendo, ese mismo viernes 19 de mayo, un micrófono oculto en el techo de la oficina del entonces presidente de la Sofofa, Hermann von Mühlenbrock.

Para el lunes 22 de mayo, parte del comité ejecutivo y el círculo de hierro de Von Mühlenbrock y Llugany estaban al tanto de la supuesta intercepción de correos y del hallazgo de los micrófonos. Así, a solo 9 días de la elección –a las 21:45 horas–, Lizana decide actuar. Primero le avisa a Von Mühlenbrock  y, luego, a través de una carta dirigida a los miembros del gremio de la industria, hace un llamado directo a pronunciarse por un candidato alternativo al heredero del Grupo Matte, a quien cuestionó en su momento por estar manchado por el caso de colusión.

En la lista propone como candidatos –motu proprio– a Eduardo Chadwick (Malterías Unidas), Matías Domeyko (Celulosa Arauco), los vicepresidentes Gastón Lewin y Juan José Llugany, Juan Andrés Errázuriz (Enaex) y Richard von Appen (Ultramar). Ello agitó las aguas del gremio. Lizana apareció en diversas entrevistas durante toda la semana con su propuesta de levantar otro candidato, aunque todos los mencionados por él se desmarcaron.

“Había sido muy feo lo que le hicieron a Álvarez”, contó en ese momento Lizana, quien además con esa acción quería demostrar que había disidencia y aún creía que su sector tenía mayoría, de acuerdo a los datos entregados por “sus técnicos electorales”, sobre los cuales siempre mantuvo reserva.

Al día siguiente de enviada la propuesta de un candidato alternativo, martes 23 de mayo, Lizana asegura a este medio que había recibido varios correos con manifestaciones de apoyo y nombres de candidatos para enfrentar a Larraín Matte, pero advirtió que solo desclasificaría información el viernes 26 de mayo. Ese sería el mismo día en el que Von Mühlenbrock y Llugany harían la denuncia de espionaje.

Mientras se acrecentaba el temor por parte de los partidarios de Larraín Matte de que Von Mühlenbrock y Llugany salieran con algo a última hora, el jueves 25 de mayo la directiva lo cita a él y a su colaborador más cercano, Patricio Jottar, para informarles del caso de espionaje. Le advierten que la información tiene que ser tratada con el más absoluto sigilo.

Sin embargo, en horas de esa tarde, El Mercurio ya había sido informado y se trabajaba a toda máquina en la publicación en exclusiva de la denuncia de espionaje en la Sofofa, de acuerdo a numerosas fuentes que sabían de la operación. El plan era hacer estallar la bomba al día siguiente, para que coincidiera con la conferencia de prensa convocada por Pedro Lizana en el Club Providencia, cuentan desde el interior del gremio.

Mientras tanto, la directiva de la Sofofa había contratado los servicios del penalista Juan Domingo Acosta, el también abogado de Sebastián Piñera, quien había contactado al fiscal Manuel Guerra antes de la denuncia de espionaje, para alertarlo sobre un caso delicado que estaba sucediendo en el gremio industrial. Esto finalmente se materializó en una denuncia en representación de su defendido, Hermann von Mühlenbrock, y asimismo por parte del defensor Alfredo Aguilera, representando al segundo vicepresidente, Gastón Lewin.

Pasada la medianoche de ese jueves 25 de mayo, El Mostrador publicaba la historia del supuesto espionaje, con las sospechas de varios personajes claves del gremio de que era una operación para frenar a Bernardo Larraín Matte. Ello motivó a que Von Mühlenbrock llamara, el mismo viernes 26 de mayo, a Lizana para que echara pie atrás y no pidiera postergar las elecciones, según cuentan cercanos al ex timonel de la industria. De ese modo, Lizana se limitó a indicar que no tenían candidato alternativo para competir contra Larraín Matte y descartaba que el supuesto espionaje pudiese afectar las elecciones.

Parten las especulaciones

Bajo ese escenario, el fiscal Guerra designa la misión de investigar a los fiscales Lorena Parra y Roberto Contreras, no sin antes criticar a la directiva por la demora en la denuncia de los hechos a la Fiscalía.

En la primera citación, el ex sargento de Carabineros se remitió a entregar información en torno a los dispositivos: los dos micrófonos que fueron encontrados en Carozzi, el domingo 14 de mayo, y el hallado en Sofofa, el viernes 19 del mismo mes.

En un principio los fiscales no tenían la respuesta de cómo Profacis había llegado a Carozzi y desde la empresa de alimentos a la Sofofa, pero en su primera declaración Aros contó que fue contactado por un guardia de seguridad de la compañía, según precisó la fiscal Parra.

Fuentes conocedoras de la investigación señalan que les había llamado la atención que, entre los datos entregados por los afectados, se afirmara que periódicamente en Carozzi se realiza un chequeo en la seguridad de la firma, por lo que resultaría inverosímil que lleguen a Profacis por el dato de un guardia. Además, entre los investigadores se desliza la interrogante de por qué contratar a una empresa sin experiencia para una labor que hacen periódicamente en la compañía de alimentos.

Entonces partieron las especulaciones, coronadas por la declaración del ex Presidente Piñera, quien el 4 de junio, en el programa ‘En Buen Chileno’, de Canal 13, revelaba que tenía información sobre el caso: «Tengo la impresión de que este caso va a tener un vuelco total, porque la información que yo tengo es que esto no se trata de espionaje político ni industrial, que es una cosa mucho más doméstica, que tiene que ver con relaciones de pareja».

Ello motivó a que el día siguiente el fiscal Guerra saliera a desmentir la tesis del ex Mandatario: “Lo que él menciona no se vincula en nada con la investigación”, aseguró.

Además, despertó la desaprobación del empresariado y del círculo cercano a Llugany, quien habría solicitado que citaran a Piñera a declarar tras la hipótesis lanzada. El director de Carozzi fue contactado por El Mostrador, pero no emitió comentarios al respecto.

Las pericias siguieron su curso y Aros fue citado a declarar el 2 de julio en calidad de imputado. Ello permitió aclarar que no se trataba de un guardia de seguridad sino que había sido recomendado por el jefe de seguridad de Carrozi, Anfión Varela, un ex marino, que lleva 19 años trabajando en la empresa de alimentos. Y se intuía que se trataba de un montaje, de acuerdo a fuentes de la Fiscalía.

Hoy se espera que el organismo persecutor se pronuncie respecto a una eventual formalización de Aros por estafa, aunque varios de los involucrados están a la espera de lo que diga en relación con la intervención de sus correos electrónicos.

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