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Millennials versus las empresas Opinión

Millennials versus las empresas

Los Millennials son una realidad y verlos como una amenaza solo significará dejar dinero tirado sobre la mesa. En la medida que las empresas entiendan que se encuentran de cara a una nueva generación, que tienen demandas claras, pero que a su vez también tienen mucho que aportar, a través de un capital humano avanzado y en potencia, mucho más abiertos al cambio y a la diversidad cultural, podrán obtener mejores y mayores beneficios si su apuesta es a largo plazo. 


Últimamente he estado interesado en conocer un poco más acerca de las nuevas generaciones de profesionales que en la actualidad pueblan el mercado laboral, específicamente en saber cómo son, qué los mueve y hacia dónde quieren llegar. Me despierta curiosidad saber qué piensan esas mentes y cómo abordarán el liderazgo cuando sea su momento. Conocer más acerca de sus intereses y preferencias, serían las claves para entender cómo será el futuro de las organizaciones, y los cambios a los que tendremos que atender y responder de manera asertiva.

Sin rodeos, en este artículo me refiero  específicamente a los cuestionados y criticados Millennials y también abordaré algunos conceptos de los desconocidos Centennials.

En función a la información disponible, los medios coinciden en que los jóvenes nacidos a partir de los 80 forman parte de esta singular camada. Entre sus principales características, está el que son una generación que cumple un rol clave en la actual era de la información, con un alto nivel de hiperconectividad digital, y con valores sociales diferentes a su generación predecesora.

Para comprender a estas «tribus», como los he denominado, he abordado distintas aristas de análisis, solo a nivel interpretativo en función de mi experiencia y creencia.

En primer lugar, existe una cadena de  principios, valores y corrientes de pensamientos que comparten «estos seres», formando un ecosistema de ideas que los unen y los separan a la vez. Defienden el medio ambiente y reconocen la importancia de los recursos naturales del planeta, están altamente conscientes e informados de los conflictos sociales actuales y de los cambios culturales como consecuencia de la globalización. El tiempo es el recurso más preciado para ellos, por lo que la flexibilidad laboral es altamente valorada. Espacios de integración en los trabajos; en donde se promueva la fluidez y el intercambio de ideas, a través de estructuras jerárquicas horizontales o circulares son la base de la cultura organizacional que desean encontrar. El reconocimiento es el motor de lo que entienden como desarrollo profesional, dejando atrás el concepto de recursos humanos y reinterpretándolo como humanos con recursos.

A pesar de lo global que pueda resultar el ambiente digital en el que están inmersos, buscan marcar una individualidad a través de sus cuentas en redes sociales (Instagram, LinkedIn, SnapChat), ejemplo de estos son los denominados “Influencers” que tienen millones de “followers” en  Instagram  y promueven, a través de esta red, marcas y tendencias de todo tipo, apuntando más a la conceptualidad que al producto en sí.

Por otra parte, Facebook, la red social estrella de la última década, perdió completo interés para este grupo de personas, ya que han inmigrado a otras redes sociales y además han creado una gama de aplicaciones (“apps”), para satisfacer en el menor tiempo posible todas sus necesidades: transporte, música, deporte, comida, finanzas, citas, empleo, viajes, etc. En consecuencia, el uso intensivo del Smartphone y la amplia oferta de planes de datos de alta velocidad han propiciado esta hiperconectividad digital.

Sin embargo, pocos tienen la oportunidad de encontrar empresas que se ajusten con sus ideales, ya que las organizaciones también están en un proceso de transición, pero necesitarán más tiempo para adaptar su cultura y reorientar su misión en pos de los cambios socioculturales.

Lo anterior abre un abanico de oportunidades y desafíos para las empresas. Los Millennials son una realidad y verlos como una amenaza solo significará dejar dinero tirado sobre la mesa. En la medida que las empresas entiendan que se encuentran de cara a una nueva generación, que tienen demandas claras, pero que a su vez también tienen mucho que aportar, a través de un capital humano avanzado y en potencia, mucho más abiertos al cambio y a la diversidad cultural, podrán obtener mejores y mayores beneficios si su apuesta es a largo plazo.

Para los directivos quizá les sea difícil pensar en cómo atraer a este tipo de talentos a sus empresas cuando estas  se dedican a rubros más hostiles de encantar, como lo es, por ejemplo, el sector financiero. Un sector que ha sufrido el escepticismo por parte de esta generación y al que cada vez le exigen más transparencia de cara al mercado y los clientes.

Si bien la banca ha reaccionado ágilmente y ha invertido recursos importantes para desarrollar y mejorar la experiencia de cliente a través de la banca digital, se hace necesario abordar y abrir el debate respecto de lo que se está haciendo con temas tan valorados por esta “tribu”, que es la responsabilidad empresarial y la sustentabilidad. El acercamiento a la sustentabilidad y a los principios éticos en las organizaciones me parece un punto importante de partida para poder alinear valores y unificar objetivos.

Por años las organizaciones han trabajado al límite de lo que entendemos por sustentable y, es más, en Chile estamos muy al debe en esta materia en comparación con los países desarrollados. Por una parte, por la falta de regulación y también por la falta de incentivo fiscales, y por otra, por los costes asociados a implementar una política de sustentabilidad corporativa que se traduzca en acciones concretas, explorando una nueva dimensión de lo que significa la responsabilidad empresarial actual.

Para finalizar, solo hacer énfasis en que esta revolución del conocimiento, potenciada por la era digital, está recién comenzando, y ya no debe ser entendida solo como la inquietud del saber hacer (Know How), sino como un concepto mucho más amplio, consciente y que busca un cambio en la filosofía de los actuales modelos económicos. Conseguir beneficios económicos no solo deberá ser el centro de atención de las organizaciones, sino que deben incorporar urgentemente conceptos relacionados al bienestar social y medioambiental (externalidades positivas).

Los Millennials han partido exigiendo y presionando hacia un cambio en los actuales estándares organizacionales y la pendencia seguirá con las siguientes generaciones. Es más, los Centennials, que son aquellos nativos digitales y que siguen los pasos de los Millennials, son mucho más tajantes en lo que respecta a su preocupación del futuro, ya que están más comprometidos con el medio ambiente, la conservación del planeta y la ecología.

En síntesis, la clave del éxito estará en lo flexible que resulten ser las organizaciones para adaptarse a estos cambios culturales y las demandas que significan. Asumir que el escenario mundial ya está  hiperconectado y es una realidad en aumento. Las nuevas generaciones de talentos tienen una mayor consciencia social y ambiental y, por lo tanto, quieren trabajos flexibles, con sentido, alineados con sus valores y que les permitan explotar al máximo sus competencias.

Javier Arellano
Market Risk Senior Analyst en Asset Management

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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