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Brecha salarial de la mujer: ¿cómo andamos por casa? Opinión

Brecha salarial de la mujer: ¿cómo andamos por casa?

Esta fuerte brecha levanta una serie de preguntas. ¿Podría quizás explicarla la diferencia de experiencia y de educación entre hombres y mujeres, las horas trabajadas de cada uno, la característica de ser o no asalariado(a)?


Las distintas encuestas salariales en Chile revelan una brecha significativa entre el ingreso promedio mensual de un hombre y el de una mujer, del orden de 15% a 30% según la encuesta de que se trate (datos de Cotizantes AFP, encuesta U. de Chile y encuesta INE).

Esta fuerte brecha levanta una serie de preguntas. ¿Podría quizás explicarla la diferencia de experiencia y de educación entre hombres y mujeres, las horas trabajadas de cada uno, la característica de ser o no asalariado(a)? ¿En qué sectores y en qué regiones existen las mayores brechas? ¿Cómo ha evolucionado la brecha, considerando estos factores?

Las diferencias entre horas trabajadas de hombres y mujeres explican una parte de la brecha de ingresos, pero aún considerando esta diferencia existe una brecha elevada. De acuerdo al reporte oficial de la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) del INE, las mujeres asalariadas recibieron en 2016 un salario que fue 19% menor al de los hombres. El mismo año, su salario por hora fue 11% menor al de los hombres. Por cierto, aun si el salario por hora fuera el mismo, habría que preguntarse por qué se da esta diferencia de horas y los problemas culturales que refleja. En esta nota, sin embargo, nos concentramos en las diferencias salariales.

Usando los microdatos de la ESI y tomando en cuenta lo sectores y regiones donde se desempeñan, confirmamos que las brechas también se manifiestan entre solo asalariados y que existen por hora trabajada. De acuerdo a nuestros cálculos, el diferencial salarial promedio entre mujeres y hombres asalariados(as), sin considerar ningún factor explicativo, fue 12,1% en 2016.

También confirmamos algo que se observa en distintos estudios: las características propias de las personas (específicamente educación y edad) no son capaces de explicar la brecha salarial por sexo. De hecho, se aprecia lo contrario: las mujeres asalariadas tienen una brecha mayor cuando se considera cuánto deberían ganar considerando sus características en comparación con las de los hombres. La brecha del salario por hora, según nuestras estimaciones, aumenta a 14,9% en este caso.

Si comparamos la brecha considerando las características mencionadas en 2010 y 2016, las noticias tampoco son buenas. La brecha promedio se mantuvo casi igual: disminuyó marginalmente desde 15,3% a 14,9%, estancamiento que también se aprecia en otras encuestas.

En un asunto menos conocido, los microdatos también revelan que la brecha salarial difiere bastante entre los distintos sectores productivos, igualmente considerando las características propias de las personas empleadas. Los sectores en que se aprecia una brecha mayor son minería, agricultura y servicios de salud, en ese orden (consideramos sectores con más de 500 personas en la encuesta). En el extremo opuesto, las menores brechas se encuentran en los sectores financieros y el de actividades inmobiliarias y empresariales. La administración pública muestra una brecha intermedia.

Es llamativo que, dentro de los sectores con mayor brecha salarial, algunos tienen también una gran participación femenina. Por ejemplo, en servicios de salud representan un 73% y en agricultura 23%. Por otra parte, los sectores con menor brecha destacan también una alta participación de mujeres, con un 57% para el sector financiero y 49% para actividades inmobiliarias. En la administración pública las mujeres ocupan un 43% de los puestos de trabajo.

También analizamos el comportamiento de la brecha en distintas regiones. Si bien este resultado está influido por la importancia relativa de los distintos sectores, esto está lejos de explicar todas las diferencias. Las regiones de mayor brecha son Coquimbo y Los Ríos, mientras que las de menor brecha son Aysén y Los Lagos, seguidas de cerca por Antofagasta y O’Higgins.

Por último, quizás la única buena noticia que encontramos en este análisis es que, entre 2010 y 2016, tanto los sectores como las regiones de mayor brecha inicial (más negativa), es decir, brecha en 2010, tuvieron una mayor disminución (figuras 1 y 2). Lamentablemente estas mejoras fueron insuficientes para mover el promedio, ya que los de menor brecha inicial empeoraron.

Queda una enorme agenda de género por delante. Ojalá que identificar los sectores y lugares donde hay más diferencias salariales sirva para llamar la atención y redoblar esfuerzos para lograr mayor equidad, al menos, en este aspecto.

Cristóbal Ojeda – Instituto de Economía UC
Rodrigo Valdés – Escuela de Gobierno UC

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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