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Adelantando la fecha de vencimiento Opinión

Adelantando la fecha de vencimiento

Alejandro Hirmas
Por : Alejandro Hirmas Presidente ejecutivo de Globalfolio Inversiones Globales. MBA en Wharton Business School
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En el corto plazo EE.UU. ganaría una guerra comercial con China por tener más importaciones que gravar que su contrincante. Si bien China financia el déficit americano comprando sus bonos y podría atacarlo por ese lado, EE.UU. tiene la ventaja del dólar, que es la moneda de reserva por excelencia y que no puede ser reemplazada en el corto plazo, y tiene el poder de congelar los activos de China si esta comenzara a botar los bonos con miras a subirle el costo de fondos.


Pocas veces el mundo ha vivido el confort económico y financiero del 2017. Una situación de crecimiento general, balanceado y carente de focos de inflación importantes. Países desarrollados y emergentes creciendo y superando sus flaquezas, al menos temporalmente, tanto fiscales como de riesgos políticos. Utilidades de las empresas creciendo, márgenes de utilidades expandiéndose pese al agotamiento de las holguras laborales y del bajo costo energético de los años pasados. Las valorizaciones de los mercados bursátiles y de bonos, soberanos y corporativos, al alza. ¿Qué mejor?

Sin embargo, toda fiesta tiene una hora de término. Hay consenso en que este crecimiento está perdiendo fuerza este año y que ya no es tan coordinado como el año anterior. Al terminarse las holguras aparecen presiones inflacionarias y los bancos centrales comienzan a replegar sus laxas estrategias implementadas desde la crisis financiera global o, al menos, insinúan que están próximos a hacerlo.

Es extraño, entonces, que el presidente de la principal economía del mundo se esfuerce en adelantar la fecha de vencimiento de este ciclo expansivo global. Haciendo gala del populismo clásico de países tercermundistas o de aquellos con problemas políticos y financieros, y empleando la diplomacia de una película de vaqueros, ha pretendido convencer a sus compatriotas de que, pese a estar en una situación de empleo récord histórico, especializado en servicios financieros, tecnología, educación, salud, biotecnología, retail y otros, estarían mejor recuperando empleos fabriles que hoy están dispuestos a realizar miles de personas de países en desarrollo, por salarios muy inferiores y que para ellos significa un tremendo progreso versus su actual situación de vida.

Abraham Lincoln dijo que se puede engañar a alguna gente todo el tiempo y a todos por un tiempo, pero a todos para siempre era imposible. Quizás el tiempo del Sr. Trump son las elecciones legislativas de noviembre y puede que lo logre. Pero como van las cosas, su propia gente enfrentará más dificultades que beneficios, mayores precios, más inflación, menores salarios reales de persistir en esta guerra comercial.

Ya casi nadie duda que una frontera abierta al comercio internacional en el largo plazo es lo mejor para un país. EE.UU. no tiene necesidad de cerrarse para generar empleos. Y si de achicar su déficit comercial se trata, lo que debe hacer es incentivar el ahorro y la inversión que bastante falta le hace. Sin ella, no habrá ganancias de productividad, crecimientos reales ni mejores salarios. Cerrar las fronteras solo encarecerá la vida a los estadounidenses y los hará más pobres.

En el corto plazo, EE.UU. ganaría una guerra comercial con China por tener más importaciones que gravar que su contrincante. Si bien China financia el déficit americano comprando sus bonos y podría atacarlo por ese lado, EE.UU. tiene la ventaja del dólar, que es la moneda de reserva por excelencia y que no puede ser reemplazada en el corto plazo, y tiene el poder de congelar los activos de China si esta comenzara a botar los bonos con miras a subirle el costo de fondos.

En el largo plazo, sin embargo, China tiene la ventaja de la disciplina que le otorga su planificación, precisamente, a largo plazo y el no tener que someterse al “suplicio democrático” que significan las elecciones en forma permanente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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