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David contra Goliat: The Not Company en la guerra por la comida saludable MERCADOS

David contra Goliat: The Not Company en la guerra por la comida saludable

Andrés Cárdenas
Por : Andrés Cárdenas Periodista El Mostrador
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Justo cuando las cosas parecían indicar que McDonald’s iba a dominar el mundo, una revolución alimenticia cambió todo. De pronto, las personas comenzaron a preocuparse por las calorías, los pesticidas que se rocían en sus alimentos, el gluten, la soya, la cantidad de azúcar refinada, si la leche es reconstituida o no y cómo exactamente el plato frente a uno llegó a la mesa. De repente, todos recordaban de qué se trataba la comida al final del día: nutrición. Y ese concepto desató una competencia en la que los más grandes quedaron al mismo nivel e, incluso, atrás de los pequeños, como The Not Company, la innovadora empresa con sede en calle Quilín, que hace productos tan cotidianos como la mayonesa, pero que, en vez de impronunciables ingredientes, agrega algo tan simple: los garbanzos. 


“Cambia todo cambia” escribía Julio Numhauser en los 80, una frase que está más vigente que nunca y, tal como en la letra de canción, se aplica para casi todo, incluso para la industria de los alimentos, la que está viviendo una revolución que podría modificar su modelo como hasta ahora lo conocemos. Está pasando en Chile y las empresas locales y transnacionales han desatado un intenso lobby ante la arremetida de la comida saludable.

«Con más fruta”, “con menos azúcar”, “menos calorías” y, la nueva, “ahora sin sellos”, son eslóganes que demuestran hacia dónde va la batalla de los gigantes comerciales de los alimentos. El interés de este segmento por su sustentabilidad, oportunismo y ganancias pueden poner en jaque, incluso, asuntos estatales. La escasez de alimentos, su acceso, su participación en la salud de la población, todo eso está en el mismo plato.

Es en este contexto que se está librando una nueva guerra, en medio de las voces que explican que una industria de corto plazo y poco sustentable, tanto para el medio ambiente como para la salud humana, no tendrá cabida.

La gigante suiza Nestlé sumará a una gama importante de sus productos un fruto tan de moda como el hit radial “Despacito”. Se trata la uchuva (physalis peruviana), goldenberry o aguaymanto. La compañía de alimentos más grande del mundo pondrá este fruto andino a una gama de sus productos después de adquirir el 60% de un fabricante latinoamericano de bocadillos que utiliza el ingrediente: Terrafertil. «Uno de nuestros motivos principales para asociarnos con Nestlé es que vimos entusiasmo en ellos por comenzar a utilizar goldenberries como parte de sus ingredientes en sus productos, desde alimentos para bebés hasta barritas de cereales y chocolate», contó Laurent Freixe, el máximo ejecutivo de la firma de origen ecuatoriano en una entrevista.

«Los consumidores actualmente buscan cada vez más alimentos orgánicos y naturales con alto contenido de nutrientes», precisó el CEO de Nestlé para las Américas. Y no se trata de una apuesta. La suiza ya gastó 2.300 millones de dólares en la fabricante canadiense de vitaminas Atribum Innovations y firmó acuerdos por la firma de alimentos vegetarianos Sweet Earth y por el procesador de café Blue Bottle en septiembre, a lo que añadió una inversión en el café Cold-Brew en noviembre.

Nestlé se frota las manos con el aguaymanto y a esta multinacional suiza se suman otras, como Unilever, que en 2017 anunció la adquisición de la compañía brasileña especializada en la venta de productos ecológicos Mãe Terra.

A la par, movimientos sociales que han tenido lugar en países como Alemania, con marchas que han convocado a más de 30 mil personas, están exigiendo una industria de alimentos sustentable, orgánica y amistosa con el medio ambiente.

A miles de kilómetros de eso, cruzando el Pacífico, una empresa chilena –que ha convocado los ojos de la ciencia y la prensa de negocios de todo el mundov está haciendo algo que mezcla un poco de los dos mundos: lo saludable y lo sustentable.

¿Y si le dijera que la mayonesa de su completo, papas, locos o ensalada no tiene huevo y, mejor aún, sin transgénicos, lactosa, gluten, colesterol o soya? Probablemente no lo creería, pero es real: se llama Not Mayo y es la idea de Matías Muchnick y sus dos cofundadores, que están tramando llevar los beneficios potenciales de esta revolución alimentaria de Chile a toda América Latina y, eventualmente, al mundo. La empresa se llama igual que sus productos, The Not Company, es decir, La No Compañía, aunque su modelo de negocios también despierta interés de esas que sí son compañías.

“Siempre la industria de los alimentos me pareció interesante, no podía entender cómo uno tiende a ir al supermercado y salir más confundido de lo que entró. Ni tampoco que, cuando piensas que estás comiendo el producto más saludable, alguien viene y te dice esto tiene X, que es cancerígeno”, este fue el pensamiento de un hombre más bien bajo, carismático y con muchas ideas en la cabeza, al iniciar su carrera en el rubro, donde intentó incursionar con Eggless, una mayonesa que poco tenía que ver con huevos y aceite, elaborada a partir de plantas y otros ingredientes (demasiados, según él), y trató de crear una fórmula.

Dicen que la tercera es la vencida, pero en el caso de Muchnick fue la segunda. The Not Company era su segundo emprendimiento, luego de estudiar en Estados Unidos y darse cuenta de lo básico del proceso de investigación y desarrollo en la industria alimentaria. “Funcionaba mal, con técnicas precarias, y no siempre poniendo la salud del consumidor como prioridad, sino más bien en cuánto me va a generar el producto”, comentó a El Mostrador Mercados.

En vez de buscar gerente general, reclutó a un astrofísico que cambió las estrellas por los vegetales, Karim Pichara, y a Pablo Zamora, quien había estado investigando sobre genómica vegetal (ADN de los alimentos). “Es una industria super frustrada, donde buscamos soluciones y lo mejor que se nos ocurre es ponerles sellos a los productos”, señala su fundador.

Lo que idearon suena sencillo aunque es mucho más complejo: son los pioneros del reemplazo de químicos por productos naturales en Chile. El exceso de ingredientes, algunos impronunciables, es letal. “Debiera haber otros signos, como uno que diga ‘alto en cancerígenos’ o ‘alto en ingredientes’, porque la complejidad de ingredientes es una cuestión de locos. Lees la etiqueta y no entiendes nada, tienes que ser un químico para entenderlo”, agrega.

La competencia es fiera. Si es malo, no se come y, por ende, no se vende. Esa es la apuesta de NotCo con la Not Mayo (que plantea el paradójico “no es mayo pero a la vez sí”) y que posteriormente hará con una gama de “Not Lácteos”.

La batalla de David contra Goliat, que también pelean contra una industria que no le gusta a una generación. “En general, las cosas que nos hacen mal son baratas y ricas. Y las cosas que nos hacen bien son malas y caras. ¿Cómo puedes competir con eso?”, se pregunta. “Dijimos, hagamos algo que permita a la gente comer mejor sin siquiera darse cuenta, mismo sabor, color, textura, pero también precio”, este fue su planteamiento. Y en esta bíblica referencia, con la honda en la mano, la competencia para NotCo es dura, sobre todo en una categoría tan tradicional, donde todos juegan sus cartas, como los intentos de Nestlé y Unilever, que para Muchnick no significan mucho, pues dice que “el consumidor hoy en día a las multinacionales no les cree mucho, y la gente necesita mucho más que solo un producto”.

Un artículo en la revista Filadelfia plantea “cómo los Millennials mataron a la mayonesa», asegurando que en Estados Unidos esta generación prefiere alimentos más naturales, saludables e, incluso, que provengan del extranjero. Muchnick está viviendo esta realidad y resalta la cantidad de selfies publicadas en instagram de platos de comida junto a la Not Mayo.

Para Muchnick la nueva dirección de la industria habla de empresas que iban muy seguras hacia un lado y ahora se dieron cuenta de que debían ir hacia el otro. “En general, las multinacionales están así”, plantea. “Se les está haciendo muy difícil a todas. Y no es que las grandes marcas no estén haciendo un esfuerzo para cambiar a cosas saludables, es que nadie les cree que esas cosas buenas se hacen con una buena intención (…). Es cosa de ver los números de market share de cada compañía, las grandes nunca se prepararon lo suficiente como para combatir en esta competencia que les estamos haciendo”.

No se trata solo de The Not. De a poco los pasillos de los supermercados se llenan de nuevas marcas, muchas de ellas pequeños emprendimientos, los Tika, los PuriPop, Mizos, marcas que no subsistían bajo ningún parámetro antes. “Esta competencia es espectacular y las grandes la tienen muy difícil y lo mejor es que se están dando cuenta”, puntualiza.

El mercado mundial de lo saludable a menudo se cita como la «industria del próximo billón de dólares» y con razón. Pero, si bien las modas y tendencias de la salud han llegado y se han ido, como las galletas de salvado en la década de los 80 y los famosos productos «light» de los 90, esta vez la categoría parece tener una gran resistencia. «Los consumidores quieren alimentos saludables y pagarán más por ellos», sostiene una columna publicada en la revista Forbes. Este pensamiento lo comparte Matías Muchnick, un hombre que habla con anglicismos y que con su equipo preparan la Not Mayo, que es «made in Chile» y se hace en un modesto laboratorio de la calle Quilín. Lo que antes fue propiedad de una farmacéutica, ahora tiene grandes «X» (como el logo de la compañía) pintadas por todos lados, un agradable olor a garbanzos donde se hace el aderezo, y la presencia de sus directivos junto a todos sus trabajadores.

La No Compañía no se rinde, dice Matías, y tiene para rato, recién están comenzando y lo que se viene en la competencia es aún más duro. La llegada de la Not Milk a las góndolas del supermercado y otros lácteos es inminente y es el próximo paso que darán Muchnick y su equipo. Y si bien no nos adelantó ningún detalle sobre la fabricación del nuevo producto, asegura que llegarán con el «perfect timing» a la guerra de la leche que ya está declarada.

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