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¿Peligro de contagio?: los efectos que puede tener la simpatía del Gobierno con el programa económico de Bolsonaro MERCADOS

¿Peligro de contagio?: los efectos que puede tener la simpatía del Gobierno con el programa económico de Bolsonaro

Natalia Saavedra Morales
Por : Natalia Saavedra Morales Editora periodística El Mostrador Mercados
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El Presidente Piñera dijo tener afinidad con ciertas propuestas económicas que ha difundido el candidato brasileño de ultraderecha. Su programa recoge incluso caminos que Chile ya recorrió en el pasado. A nivel local, José Antonio Kast parece el ser único político con intención de hacer eco de sus ideas y, ante la duda respecto a si los empresarios locales estarían dispuestos a apoyarlo, las opiniones se dividen, aunque pocos olvidan que en Icare del año pasado fue el abanderado más aplaudido. No solo eso, ya cuenta con algunos apoyos económicos y un grupo con el cual habitualmente dialoga sobre política y la agenda nacional.


La mayoría de los empresarios, directores de empresas, académicos y abogados se quedan un poco congelados ante la pregunta acerca de si el programa económico de Jair Bolsonaro puede hacer sentido en Chile. No es una interrogante al voleo ni gratuita, sino que sustentada en que, hace casi 10 días, tanto el Presidente Sebastián Piñera como su ministro de Hacienda, Felipe Larraín, mostraron simpatía con sus propuestas en la materia. «Sabemos poco de él, pero sí hemos conocido su mensaje económico, que tiendo a pensar que es el mensaje correcto para un país que lleva años en recesión», sentenció el Mandatario ante una masiva audiencia, principalmente empresarial.

Fue más allá y dijo que conocía a su equipo económico, sus planes para enfrentar los problemas en la economía de Brasil y que él los compartía en gran medida. «Abrir la economía brasileña, reducir el déficit fiscal, reformar las pensiones, reducir el tamaño del aparto público con muchas privatizaciones, yo creo que es lo que Brasil, que es un gigante, necesita».

El programa económico de Bolsonaro se sustenta en rescatar a su país de una crisis. Contrario a la propuesta de Haddad –el candidato del PT–, promete privatizar la gran mayoría de las empresas brasileñas estatales. Clave es la venta de Petrobras que –ha prometido– le permitiría al Estado recaudar del orden de US$ 700 millones.

Se parece a Piñera en dos cosas: es el candidato favorito de la clase más rica del país y se ha comprometido a revertir dos años de recesión. Esa promesa le ha valido ser bautizado como el «zar económico», aunque de números no sabe nada y gran parte de su programa puede quedar en el papel, considerando que no tiene fuerza en el Parlamento.

[cita tipo=»destaque»]El analista Francisco Leturia explicó que hay que poner el debate en perspectiva y, lo primero, es recordar que en una primera instancia en Brasil los empresarios no apoyaron a Bolsonaro. «Cualquier empresario que haya sido exitoso en Brasil es que está, en algo, relacionado a corrupción o en algo inadecuado, el sistema así lo exigía», explicó. La segunda vuelta permitió que algunos de ellos mostraran simpatía hacia el candidato, porque ante un triunfo, «si saben que es inminente, prefieren estar de ese lado. La broma que hacen es que toda la gente que nunca le dio la cara, ahora le dicen que bueno que nuestro candidato va a ganar. Los empresarios tienen una dosis de oportunismo».[/cita]

Bolsonaro necesitaba alguien que tuviera la confianza de la elite, por lo que reclutó a Paulo Guedes, uno de los fundadores del banco de inversiones y corredora de bolsa BTG Pactual, para liderar su proyecto económico. Estudió en la Universidad de Chicago y será probablemente el próximo ministro de Hacienda.

Mejorar la situación fiscal, retomar el crecimiento y empujar reformas estructurales en temas tributarios y de pensiones; el control del gasto público, recortar sueldos en el sistema público, eliminar el sistema de pensiones de reparto y elegir entre el nuevo o antiguo sistema; la simplificación tributaria, bajarles el impuesto a las empresas de 35% a 14%; la privatización de la mayoría de las 147 empresas estatales; establecer una renta mínima ética y una urgente apertura comercial; bajar los plazos de creación de empresas y de trámites en la ventanilla única. Suena bien familiar. No, no se trata de un programa de la derecha chilena, sino del candidato cristiano brasileño.

Miedo a la radicalización

Todas las miradas sobre quién puede ocupar un lugar similar a Bolsonaro en Chile apuntan hacia José Antonio Kast. El discurso del inconformismo ya le valió al político local los aplausos en Icare el año pasado: la promesa no cumplida, el «abrazo» a la clase desplazada y criticada, la elite empresarial.

Si bien es cierto que las cifras han mejorado notablemente en materia económica, los empresarios comentan que las reformas no han llegado. «Los problemas con los alcaldes y la Contraloría, por ejemplo, tienen cientos de millones de dólares detenidos en inversiones y nadie hace nada. Miremos el caso de Jadue en Recoleta, de Lavín con proyectos en Las Condes, de Nora Cuevas con Walmart, tienen sus agendas y nadie los para», criticó un empresario de la construcción.

Kast ha comenzado a coquetear con el empresariado conservador, cercano al pinochetismo, apegado al modelo neoliberal. Así lo dejó de manifiesto en su evidente cercanía con el hermano del Presidente y padre de las AFP, José Piñera. Su revista, Economía y Sociedad, que en su último número detalló –a ojos del economista– los enormes avances sociales que los gobiernos de dictadura y posteriores hicieron gracias al modelo capitalista, no solo llegó a manos de Bolsonaro, sino que ha sido una biblia con la que ha comenzado una carrera de «evangelización» también en círculos locales.

«Sin reforma el crecimiento en Chile será de 3% hacia arriba. Eso lo ven bien los empresarios. Y creen que todavía no hay una oposición fuerte. Con ese terreno parece poco claro que exista espacio para candidatos más radicales», afirmó el asesor de un grupo empresarial. Dentro de los círculos empresariales no quieren mostrarse tan tempranamente radicalizando posiciones, aunque agregaron algunas fuentes que «(Alfredo) Moreno parece un candidato de cartón», pese a la alta adhesión pública que ha logrado de la elite.

Un director de grandes empresas añadió que no sería propio adherirse en Chile a candidatos radicales, pues la realidad brasileña es diametralmente diferente. «Lo único bueno de la elección de Bolsonaro es que nosotros en Chile nos beneficiamos indirectamente, porque el capital se va de Latinoamerica si sale elegido Haddad y eso perjudicaría a Chile. Brasil es demasiado grande e importante y los flujos financieros de inversión se van con facilidad de toda la región», comentó.

Ese tipo de discurso parece similar al que, en medio el Gobierno de Michelle Bachelet, realizaron grandes empresarios y representantes del proyecto neoliberal. El ex ministro de Hacienda de Pinochet, Hernán Büchi, dijo que dejaría Chile, y el empresario Nicolás Ibáñez también compartió su hastío ante la administración de la Nueva Mayoría.

Aún queda tiempo para que Piñera ponga a prueba su programa económico, aunque las decisiones clave como la Reforma Tributaria se patearon al menos hasta marzo, de la reforma del Servicio de Impacto Ambiental se conoce poco avance y de la de Pensiones, que se daría a conocer el lunes 29, se espera que mueva poco la aguja.

Para otro sector, el apoyo a un programa pro mercado de J. A. Kast dependerá del efecto mediático que se despliegue. Mirando el ejemplo de Brasil, plantean que Hadadd se fue muy a la izquierda y por eso los empresarios «están dispuestos a perdonarle ciertas cosas» a Bolsonaro.

«No me parece que al mundo empresarial le sean relevantes las opiniones en temas valóricos, de discriminación positiva a ‘pueblos originarios’, etc., le asignan mayor relevancia a su tolerancia económica, apertura al mercado y bajo nivel de intervención estatal. Si acepta o le cargan los homosexuales es su tema, si quiere llorar o reír, si su hijo sale del clóset, es su problema. La izquierda predica la libertad solo donde coincida con sus posturas. (…) Es la descalificación en coro del ultraderechista, ultraconservador, extrema derecha, etcétera. ¿Qué dirán de una persona que saque 60% de los votos?», planteó una voz conservadora de los empresarios.
En una columna escrita a fines de septiembre por el director ejecutivo de la fundación de Kast, Acción Republicana, Antonio Barchiesi, se dejó en claro que la apuesta es, precisamente, fomentar el descontento con el progresismo. «Trump podrá gustarnos o no, sin embargo, lo relevante fue el hito de su elección en el marco de un proceso político mucho más profundo: el despertar de la mayoría silenciosa contra el consenso progresista. Es un fenómeno que no podemos desconocer, al igual como no podemos desconocer la hostilidad de la clase política, de los artistas, de los medios y de la elite en general. Esa aversión al candidato republicano durante la campaña, como no se había visto con ningún otro, y tan habitual en los medios como impropia, es la misma que hoy vemos en Brasil contra Jair Bolsonaro», comentó

Barchiesi agrega un dato relevante: cómo la ultraderecha avanza. «La consolidación no tardó: al año siguiente Alternativa para Alemania (AFD) se transformó en la tercera fuerza política de ese país y el Partido de la Libertad (FPÖ) formó gobierno junto a los conservadores en Austria. Este año los soberanistas formaron gobierno en Italia, y el fenómeno tendrá su debut latinoamericano en las presidenciales de Brasil».

Aunque puede no querer salir a la luz, ya se inició el coqueteo con la clase empresarial en Chile, la que por ahora públicamente respalda al ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno. Empresarios han contribuido a la fundación de J. A. Kast y mantiene con un grupo conversaciones habituales sobre política y la agenda nacional.

Donde va el poder

El analista Francisco Leturia explicó que hay que poner el debate en perspectiva y, lo primero, es recordar que en una primera instancia en Brasil los empresarios no apoyaron a Bolsonaro. «Cualquier empresario que haya sido exitoso en Brasil es que está, en algo, relacionado a corrupción o en algo inadecuado, el sistema así lo exigía», explicó. La segunda vuelta permitió que algunos de ellos mostraran simpatía hacia el candidato, porque ante un triunfo, «si saben que es inminente, prefieren estar de ese lado. La broma que hacen es que toda la gente que nunca le dio la cara, ahora le dicen que bueno que nuestro candidato va a ganar. Los empresarios tienen una dosis de oportunismo».

Para Leturia lo mismo puede aplicarse a Chile. Los empresarios «se sacan la foto» con el poder, cuando están seguros de quién va a ostentarlo. «¿Te acuerdas que los empresarios tenían una cercana relación con Ricardo Lagos? El mejor negocio es tener cerca al Gobierno. No son tan cercanos a Kast, aunque marca cerca de 15% en las encuestas, y eso podría hacer que se le acerquen. Van a ver que, tiene más posibilidades o se convierte en un candidato competitivo, lo van a oír. Hay una dosis de oportunismo muy grande en el mundo empresarial», recalcó.

Pone el foco en algo clave: que la elite empresarial siempre se mueve en su zona de confort. «La derecha y los empresarios no se van a quemar con un candidato que no tiene chances reales de ganar. Si no, se la cobra siempre el otro bando», concluye.

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