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Opinión: Lo pendiente… Energía, Flexibilidad Laboral y Ahorro


Por Francisco Klapp, Investigador Programa Económico Libertad y Desarrollo.

Atrás queda el año 2012, un año de contrastes, muy positivo en cuanto a cifras económicas, pero con una buena cuota de polémicas y errores, algunos de los cuales, con el beneficio de poder mirar en perspectiva, podrían haber sido evitados.

En cuanto a lo primero, y dejando en evidencia una vez más nuestra escasa capacidad predictiva en economía, los resultados para producto, empleo, salarios (reales) e inflación, una y otra vez nos sorprendieron, cada vez superando al más optimista de los analistas. Revisar las proyecciones existentes a comienzos del periodo, ejercicio siempre necesario   –y doloroso-, confirma con creces lo anterior.

Respecto a lo segundo, basta mencionar el lanzamiento con bombos y platillos del proyecto de “Reforma Tributaria”, que desembocaría en la promulgación de la Ley 20.630, la cual desde su génesis parecía estar destinada a ser tildada de insuficiente. Esto no sólo enrareció el ambiente político y de paso desgastó al Ejecutivo, sino que probablemente abrió la puerta a reformas tributarias más agresivas y potencialmente dañinas en el futuro, con toda la incertidumbre para la inversión y el crecimiento que eso acarrea.

También pueden mencionarse las polémicas frente al cuestionamiento de la encuesta CASEN 2011 o las cifras de empleo.

En un ámbito distinto, no se concretaron o fueron postergados varios proyectos de inversión necesarios para el desarrollo del país. No quiero decir que todos deban ser aprobados todos aquellos que  tengan posibles impactos ambientales, sino que se respete la institucionalidad que tiene el rol específico de evaluarlos. El año 2012 puso de manifiesto que la judicialización de los grandes proyectos es una realidad que por ahora parece tener poca solución, especialmente en el contexto de activismo judicial que enfrenta hoy el país.

Pero todo esto ya es pasado, esperamos que hayamos aprendido la lección y ahora lo relevante es reflexionar acerca de lo todavía pendiente con miras al presente año y el futuro.

Así, probablemente no haya nada más imperativo que el tema energético, ya que los costos de la electricidad en Chile son sustancialmente más altos que en otros países de la OCDE y de la región, debido, principalmente, a que no se ha dejado producir energía, lo que nos devuelve al tema de la institucionalidad y el activismo judicial. Al final del día, un costo alto de energía simplemente nos hace menos competitivos y  menos atractivos para la inversión, a esto súmesele un tipo de cambio apreciado con costos laborales crecientes, y las dificultades para los sectores exportadores son evidentes. Entonces, si queremos que Chile pueda preservar su crecimiento potencial de 5% y ojalá alguna vez alcanzar otra década dorada de crecimiento en torno al 7%, hay mucho que se debe hacer en cuanto a competitividad e inversión. Y no basta con sólo reducir los costos energéticos, también hay mucho que podemos hacer en cuanto a mejorar el capital humano y la flexibilización del mercado laboral.

Particularmente, en cuanto a este último y un contexto cercano al pleno empleo, hay mucho que se podría hacer respecto a flexibilizar las Indemnizaciones por Año de Servicio (IAS) y otras medidas que permitan incorporar al trabajo, de manera más acorde a sus características, a mujeres y jóvenes. El 6,2% de desempleo en el último trimestre es sin duda un número positivo, pero resulta engañoso cuando todavía hay gente que queda fuera de la cifra porque las rigideces actuales no le permiten pensar siquiera en buscar un empleo.

En cuanto al ahorro y la inversión, la tasa de inversión sobre PIB se ha aumentado, pasando de representar el 21% del PIB a fines del 2009 a más del 25% en el tercer trimestre del año pasado (China para sostener su nivel de crecimiento ahorra e invierte el 50% de su PIB). Lo ha financiado con inversión extranjera directa, pues el ahorro local es claramente insuficiente, lo que se refleja en el creciente déficit de cuenta corriente, uno de los riesgos que sin duda habrá que observar con cuidado el 2013. Resulta claro que Chile necesita progresar en incentivos al ahorro, especialmente en el contexto de numerosas voces que en 2012 llamaron, y que probablemente en la campaña presidencial volverán a llamar, a avanzar en la dirección contraria; a aumentar los impuestos; limitar el ahorro previsional y desincentivar la reinversión  de utilidades, llevándonos de vuelta a un sistema tributario que castiga el ahorro como el que tuvimos en la primera mitad del siglo XX, centrándose ciegamente en la tributación al ingreso.

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