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Opinión: Analfabetismo digital y esclavitud tecnológica


Que levanten la mano todos los que usan teléfonos blackberry hoy… lo que imaginé, no veo ninguna mano levantada. Para los que piensan “¿quién va a tener un blackberry?”, su apogeo estuvo entre 2007 y 2011, ¡sólo hace 4 años!; pese a esto, muy pocos deben recordar, incluso, el síndrome “crackberry”, producido por esa lucecita roja con o sin vibración, que nos tenía a todos pendientes del nuevo mensaje o correo que estaba por llegar.

Estoy reviviendo el ejemplo de la blackeberry para levantar 2 puntos hoy:

1. Los cambios tecnológicos y digitales son tan rápidos, que no somos capaces de absorber y aprender todo lo que implican estas herramientas antes de que queden obsoletas, hecho que provoca lo que he llamado Analfabetismo Digital Permanente.

2. El efecto “crackberry” fue la punta del iceberg de lo que podemos llamar la “esclavitud tecnológica”, de la cual es cada vez más difícil escapar.

Me ha tocado visitar en múltiples ocasiones empresas en Chile que hacen o quieren “usar” estrategias de marketing digital. Es complejo a priori saber qué tan letrado en la materia será quien tienes al frente, por lo que en general la estrategia que uso (si creen que hay una mejor, díganmela por favor) es ponerme a hablar de digital y voy mirando las caras que pone mi contraparte: si pone cara interés y no se pone a ver su celular sigo profundizando en la materia, si veo que el tipo pone cara de mareo, retrocedo y explico con manzanitas y así voy tomando el pulso de la conversación.

Para efectos de este ejercicio, digamos que en general las empresas tienen conocimientos “promedio” de digital y las llamaremos empresas “promedio”:

Empresas promedio: tienen una noción básica del marketing digital, saben que deben estar ahí, que es más barato que la publicidad tradicional, les han dicho que es más eficiente, pero no saben en lo técnico cómo funciona. Quizás han escuchado las siglas CPC (costo por clic), CPF (costo por fan), saben que en digital hay que tener mucho “engagement” y creen que mientras más seguidores tengan, mejor lo están haciendo.

A priori no suena tan mal, el problema es que sí está mal: el mundo digital es realmente complejo y para poder sacarle provecho a las herramientas que están disponibles, que son muchas, se requiere estar “into it”.

Hay 2 factores que explican por qué no estamos “into it”:

1. No hay especialistas educados formalmente en marketing digital, en general “agarran” a un marketero clásico o a un informático o a un periodista o a un medio pollo y le dicen: “¡Ya, tú ve las Redes Sociales!”.

2. Realmente saber de marketing digital requiere muchas, muchas horas hombre, varias horas leyendo artículos, libros, papers, etc., y muchas otras horas frente a un computador o dispositivo móvil, usando las distintas plataformas. ¿Es un lenguaje complejo? En la mayor parte de los casos no, y es bastante intuitivo, pero hoy nadie tiene el tiempo para dedicárselo como se merece. A eso hay que sumarle que los códigos, plataformas e incluso tendencias en Redes Sociales cambian tan rápido que generan frustración, ya que si hoy te hiciste experto y después no te actualizaste, vas a quedar en el corto plazo out. Ya nadie contrata a expertos en MSN y les queda poco a los peritos en Google+.

Si las empresas promedio se transformaran en empresas top en digital, ¿qué mejoras veríamos? Podríamos rentabilizar mucho más el marketing digital: cuánto cuesta versus cuánto vale un LIKE, qué hago o para qué quiero muchos seguidores, tengo un ecosistema digital creado o sólo uso las Redes Sociales porque todos las usan, cómo transformo los fans en consumidores, a cuántos pasos estoy de poder implementar una estrategia de inbound, cómo hago convivir el offline con el online, etc. 

Por ahora debemos asumir que padecemos de analfabetismo digital y que debemos aguantar que en Chile existan seminarios como el #socialfest de Casa Piedra en marzo, que dan la sensación de que se pueden reír en nuestra cara a expensas de nuestros bolsillos.

Y para no dejar de tocar el otro punto, la esclavitud tecnológica que asumo todos intuyen a qué se refiere (acostarnos y levantarnos con nuestro smartphone como lo último y lo primero que vemos en la mañana), la falta de comunicación cara a cara con nuestros amigos, familiares, pareja, etc., la dependencia casi absoluta a nuestro dipositivo móvil, un estudio hecho por Tecmark lo avala, el cual nos señala que revisamos nuestros smartphones por lo menos 1500 veces a la semana, realidad que está a punto de pasar al próximo nivel: cuando los smartwatches entren en vigencia y se masifiquen, ya no habrá ningún minuto en el día que no estemos “conectados”, estaremos finalmente esposados a la tecnología. ¿Cómo afectará a nuestra rutina? ¿Cómo afectará a la forma de hacer marketing? ¿Cómo afectará a nuestras relaciones interpersonales? Ojalá le demos una vuelta antes de haberlo comprado.

Para terminar y en forma anecdótica, la adicción al teléfono se llama NOMOFOBIA y si quieres saber tu grado de adicción puedes medirla en la siguiente aplicación: http://www.checkyapp.com/ 

Ronny Majlis
The Cow, Socio y Fundador

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