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Operación Briones: Gobierno sale a salvar el peor desempeño de la economía en 10 años MERCADOS

Operación Briones: Gobierno sale a salvar el peor desempeño de la economía en 10 años

Natalia Saavedra Morales
Por : Natalia Saavedra Morales Editora periodística El Mostrador Mercados
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Los anuncios del ministro de Hacienda, Ignacio Briones, fueron vistos tempranamente en círculos empresariales como un «potente paquete económico». Las reacciones fueron de beneplácito, ya que dejaba la impresión de que, al menos en materia de reactivación económica, la propuesta del Gobierno –en la que el Presidente Piñera estuvo totalmente ausente– tiraba toda la carne a la parrilla, pero que en el ámbito social no movía la aguja, no hacía diferencia alguna con lo anunciado hace semanas, salvo el hecho de ser presentadas las medidas como un todo. Comentario obligado en el sector privado fue que el Gobierno se equivocaba al culpar a la violencia de haber detenido la actividad económica, cuando de lo que realmente debe hacerse cargo –sostienen– es de una crisis de confianza que no puede paliar solo con más gasto.


La cita original era para las 13:30 horas de ayer. Temprano el Ministerio de Hacienda había presupuestado salir a contener la desazón generalizada que se dio como efecto del resultado del Índice de Actividad Mensual Económica –el Imacec de octubre–, el más malo en una década, registrando una caída de 3,4%.

Este lunes, para La Moneda y el Presidente de la República, Sebastián Piñera, fue para el olvido o aun peor: para que quede escrito en la historia.

No fue solo el «bajón» económico más fuerte de los últimos diez años –poscrisis subprime– sino que es el primero que se explica por una crisis interna y por el mal manejo de un Gobierno que no pudo mantener el orden social.

El micrófono finalmente lo tomó pasadas las 19:00 horas el ministro de Hacienda, Ignacio Briones. Se paró frente al mismo fondo que ha adornado los discursos más polémicos del Mandatario. Pero de espaldas a la bandera de Chile y en el podio, el administrador de la billetera fiscal habló con la seguridad que hace rato se le extraña al Jefe de Estado.

En 40 minutos explicó la agenda más importante de fomento económico, desde que el país se vio atravesado por la crisis que arrastraron las hipotecas basura de Estados Unidos.

El diseño se ajustó hasta último minuto. Fue Briones el que abrió los fuegos, anunciado un plan de US$ 5.500 millones para revivir la decaída agenda económica y La Moneda definió que Piñera no participara de la foto.

Luego el discurso económico se convirtió en un «Día de la marmota», cuando el ministro del Interior salió a repetir los versos en relación con la violencia. Esto, pese a que Briones ya había señalado que «la violencia, los saqueos y la destrucción tienen frenada la economía». El ministro de Economía, Lucas Palacios, y la titular del Trabajo, María José Zaldívar, mantuvieron silencio.

La puesta en escena con la que se anunció la agenda de reactivación no era un detalle menor. Esto, debido a que el Presidente Piñera no ha logrado sintonizar con uno de los sectores a los que más puede interesarle el paquete de medidas: la élite. «Que no saben lo que está haciendo, que no parece un Gobierno de derecha, y que perdió el foco», son algunos de los comentarios que se han repetido estos últimos días de parte de los privados.

«Estimamos que las cifras de noviembre también serán negativas. Con la nueva información disponible, hemos corregido a la baja el crecimiento para 2019 a un 1,4%. Y para 2020, nuestro escenario central se reduce a un rango de crecimiento entre 1,0% y 1,5%», precisó el ministro Briones.

En seis páginas de discurso, el Gobierno sacó todos las conejos que tenía en el sombrero.

«Esta agenda que hoy anunciamos, considera medidas por US$ 5.500 millones. Este total se distribuye en un mayor gasto público en 2020 por US$ 3.025 millones, medidas de apoyo a las Mipymes por US$ 1.950 millones y otras iniciativas por US$ 525 millones», detalló.

El huevo o la gallina

Es importante dividir el acuerdo en dos segmentos: el económico y el social. Aunque parezca difícil mirar ambos ecosistemas como algo separado, el Gobierno parece verlo, o al menos plantearlo, de esa forma.

El paquete económico es potente. Esto se comentó ayer de manera inmediata en varios círculos empresariales. Aunque en el sector político la impresión que dejó Blumel  fue que había intervenido de manera innecesaria y que la agenda social había aglutinado una serie de medidas ya conocidas, pero que ahora fueron presentadas como un todo. Medidas duramente criticadas desde hace semanas, tras presentarse como iniciativas «huérfanas» en material social.

Briones repitió el número dos veces, haciéndose cargo de esas críticas. «Las medidas de la Agenda Social implican un esfuerzo financiero muy importante que denota un claro cambio de prioridades en la dirección correcta y la voluntad de dar solución a un conjunto de urgencias sociales. Se trata de un gasto total superior a los US$5.000 millones de dólares entre 2020 y 2022, detalló enfático.

De regreso a los anuncios económicos, la agenda fue a un punto que por la tarde el Gobierno había señalado que podía volverse crítico: el empleo. El subsecretario del Trabajo, Fernando Arab, sostuvo el lunes que tras el estallido social se han registrado más de 60 mil despidos, el doble que en un mes normal.

«Todas estas medidas son mayoritariamente transitorias y concentradas en apoyar la creación de empleos, de forma directa o indirecta vía inversión pública, así como el apoyo a las empresas de menor tamaño. Se estima que esta agenda generará 100 mil nuevos empleos el próximo año», detalló el anuncio.

En materia de empleo suma una ley que será enviada al Congreso y complementa –desde el seguro de cesantía– a aquellos trabajadores que, por fuerza mayor, lleguen a acuerdo de jornada reducida. También contempla mejoras al mismo seguro.

Tempranamente, las reacciones fueron que en materia económica la propuesta tiraba toda la carne a la parrilla, pero que en el ámbito social no movía la aguja. Comentario obligado fue que el Gobierno se equivoca al culpar a la violencia de haber detenido la actividad económica, cuando de lo que realmente debe hacerse cargo es de una crisis de confianza que no puede paliar solo con más gasto.

La dudas de la deuda

Un tema recurrente el fin de semana y en todo tipo de análisis ha sido si Chile, en lo que se ha calificado como un hecho más grave que un terremoto, debe elevar su nivel de deuda y de déficit fiscal. A diferencia de la región, el país ha sido alabado por sus sanos niveles de cuentas fiscales.

«Como cualquier hogar chileno que se enfrenta a una adversidad imprevista, recurriremos a nuestros ahorros y a nuestra capacidad de endeudamiento, aunque conscientes de que ambos elementos tienen límites que no se pueden sobrepasar. Esto podemos hacerlo gracias a años de responsabilidad fiscal de todos los gobiernos. El nuevo escenario económico y el financiamiento de esta agenda modifica el compromiso de convergencia de balance estructural vigente que contemplaba una reducción del déficit estructural a razón de 0,2% del PIB por año, hasta llegar a 1% del PIB en 2022. Para el próximo año, la meta será un déficit estructural de 3% del PIB, el cual se reducirá a razón de 0,5% del PIB por año, llegando a 2% del PIB en 2022. En este escenario, el gasto público crecería 9,8% real en 2020 comparado con la Ley de Presupuesto del año 2019, el mayor incremento desde el año 2009. Por su parte, el déficit fiscal se elevará hasta 4,4% del PIB el próximo año, cifra similar al déficit de 4,3% del PIB registrado el año 2009», detalló el ministro.

Los empresarios habían señalado en privado que era necesario que todos se metieran la mano al bolsillo. La frase no solo hace eco de una eventual alza de impuestos u otro tipo de aporte a la agenda social, sino que también varias voces eran partidarias de que el Estado tomara medidas de emergencia, como la utilización del Fondo de Estabilización Social. De allí el mayor endeudamiento, dicen, se mantiene en niveles aceptables.

Briones detalló que las necesidades de financiamiento para el próximo año se estiman en US$ 16.600 millones y que estas se financiarán con emisión de deuda por hasta US$9.000 millones, 40% de la cual será en moneda extranjera, monto que será complementado con unos US$ 7.600 millones que provendrán de los activos del tesoro en moneda extranjera. Con esto, aproximadamente US$ 11 mil millones del financiamiento necesario para el próximo año, corresponderán a uso de activos en moneda extranjera o emisión de deuda en moneda extranjera.

«Considerando una combinación de deuda y activos como fuente de financiamiento para los próximos años y, dado un compromiso de convergencia hacia el balance estructural, proyectamos que la deuda pública bruta como porcentaje del PIB tenderá a estabilizarse en torno a 38% hacia fines de 2024», puntualizó.

Analizados tempranamente, los anuncios se toman con buen ánimo en el sector privado. «Ojalá todos los políticos hagan su parte», comentan desde un gremio.

Eso, aunque las desconfianzas también se hacen cargo respecto a que, si bien el paquete parece ad hoc frente a la urgencia, el Gobierno no puede hacer de estas medidas transitorias un gasto permanente. Y de ahí que las dudas sobre si Piñera tiene o no un plan en el mediano plazo, no logran disiparse.

Este martes, para las 14:00 horas, fueron invitados al Senado los ministros de Interior, de Hacienda, de la Segpres y del Trabajo, con la finalidad de «abocarse al análisis de las medidas y propuestas en torno a la crisis social y política del país».

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