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Nelson Acosta, que revivió al fútbol chileno, cae en el túnel del olvido

Nelson Acosta, que revivió al fútbol chileno, cae en el túnel del olvido

Pudo plasmar de forma indeleble su huella en la historia del fútbol chileno. Ya está escrita y no será olvidado, según coincidieron figuras como Elías Figueroa, para la mayoría el mejor jugador chileno de todos los tiempos.


Nelson Acosta López, un jugador uruguayo que contribuyó a revivir el fútbol chileno en un período oscuro, ha dado, tras una vida dedicada al deporte más popular del mundo, un adiós definitivo para sumergirse en un túnel sin salida en el que reina el olvido.

‘El Pelao’ Acosta, como se le apodó desde que llegó a Chile en 1977 fichado por Everton de Viña del Mar, ha sido diagnosticado de Alzheimer y en adelante vivirá retirado en su campo de Colchagua, en la región de O’Higgins, donde cultivaba frutas de exportación cuando la volatilidad laboral que caracteriza al fútbol lo mantenía lejos de las canchas.

Unas canchas que dejarán indiferente a este hombre de fútbol, nacido, al igual que Mario Benedetti, en la localidad de Paso de los Toros, Departamento de Tacuarembó, en junio de 1944, que lució como un duro volante de contención hasta 1984, cuando comenzó su carrera de técnico.

El Huracán Buceo y el Peñarol, con el que ganó tres títulos entre 1973 y 1975 en su natal Uruguay; Everton, O’Higgins, Fernández Vial y Lota Schwager, en Chile, marcaron su carrera de jugador entre 1969 y 1984, aunque pudo ser más corta.

En 1978, en la definición de una liguilla y jugando con O’Higgins, Acosta le arrancó cuatro dientes y le fracturó el maxilar a Francisco Las Heras, de Unión Española, lo que llevó al presidente de este último club, Abel Alonso, a encararlo en el vestuario, donde le dijo que «estaba de más» en Chile y que debía irse.

Acosta no sólo se quedó. En 1984 inició una trayectoria como técnico que lo llevó a la selección chilena, a la que condujo en 1998 al Mundial de Francia, cuando la Roja llevaba dieciséis años afuera de la máxima cita del balompié.

En Francia logró que la selección, recordada por la presencia goleadora de Iván Zamorano y Marcelo Salas, avanzara por primera vez en la historia a una segunda ronda, sin contar lo sucedido en el Mundial de Chile en 1962.

El 2000, en los Juegos Olímpicos de Sydney, ganó la medalla de bronce con la Roja y en 2006 se adjudicó la Copa del Pacífico, derrotando a Perú por 3-2 como local y 0-1 como visitante.

Nelson Acosta dirigió a una decena de equipos en Chile, sin contar al Cruz Azul mexicano, al Deportivo Quito de Ecuador y a la selección de Bolivia, a la que dirigió en las eliminatorias del Mundial 2006, contienda en la que también estuvo en el banco de Chile.

Antes también dirigió a Chile en el camino a Corea del Sur-Japón 2002, con magros resultados, aunque en una etapa caótica, con varios entrenadores a lo largo del proceso.

Su adiós a la Roja fue desafortunado, en la Copa América de Venezuela 2007, cuando fue destituido tras un bochornoso capítulo de indisciplina de jugadores en Puerto Ordaz. Su sucesor fue el argentino Marcelo Bielsa.

Como técnico ganó con Unión Española la Copa Chile en 1992 y 1993; con el Cobreloa los torneos de Apertura 2003 y Clausura 2004 y el Apertura 2008 con el Everton.

Nelson Acosta estuvo activo hasta el año pasado, cuando dirigió, en tercera división, a Fernández Vial, tras haber dirigido el año anterior al Deportes Iquique.

Jugadores y dirigentes que estuvieron con él recordaban hoy que ya entonces Acosta tenía lagunas de memoria. Repetía dos o más veces un mismo entrenamiento o hasta se ausentaba dos días de las prácticas sin poder explicarlo.

Ahora, una enfermedad para la cual la ciencia aún encuentra pocas explicaciones y ninguna terapia eficaz, ha marcado el presente y futuro de Acosta.

Lo lamenta el fútbol chileno, que recuerda que otro gran técnico, Fernando Riera, que llevó a la Roja al tercer lugar del Mundial de 1962, fue también carcomido por ella.

Pero Acosta pudo plasmar de forma indeleble su huella en la historia del fútbol chileno. Ya está escrita y no será olvidado, según coincidieron figuras como Elías Figueroa, para la mayoría el mejor jugador chileno de todos los tiempos.

«Lo que hizo en el Mundial de 1998 lo coloca entre quienes han hecho historia en la selección», comentó Figueroa.

«Esperamos poder ayudarle en lo que se necesite», complementó el delantero Esteban Paredes, a quien Acosta convocó por primera vez a la Roja, en 2006.

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