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Cristián Araya, alias «Canalla», el operador al centro de las operaciones cascadas

Cristián Araya, alias «Canalla», el operador al centro de las operaciones cascadas

Iván Weissman S
Por : Iván Weissman S Editor El Mostrador Semanal
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Ex ejecutivo de BanChile inversiones y socio de Tanner, es uno de los personajes más polémicos del mercado local y está involucrado en las operaciones más cuestionadas de Julio Ponce.


Su nombre es Cristián Araya, pero en el mercado lo conocen como «Canalla». Es uno de los actores más controversiales de la bolsa local y personaje clave en las ‘operaciones cascadas’ de Julio Ponce, el escándalo bursátil que amenaza en convertirse en el más grande del mercado local desde el ‘caso Chispas’.

Araya (40) es producto de la meritocracia. Empezó desde abajo y ahora está muy arriba entre los asesores de la bolsa.

Estudió en la Universidad de Las Américas y durante el año 2006 obtuvo un MBA en el Kellog School of Management de Northwestern. Pasó por Deutsche Bank Securities antes saltar a la corredora de BanChile, donde terminó siendo gerente de División de Inversiones luego de haber sido subgerente de trading y arbitraje, operador de bolsa y analista de estudios.

Su gran salto lo dio el año pasado cuando junto a otros dos ex ejecutivos de BanChile adquirieron el 21 % de la corredora Tanner, convirtiéndose además en socio de Ricardo Massú y la familia Villaseca.

Su meteórica carrera está plagada de controversias, pero siempre ha podido salir airoso. Su rol en las operaciones entre las sociedades cascadas de Julio Ponce podría poner fin a su racha de suerte.

En el mercado se sabía hace años que operaba para Ponce, pero los detalles eran confusos y se habían convertido en un mito urbano. Es la investigación de las ‘cascadas’, que está llevando la fiscalía de Las Condes, la que sacó a la luz cómo opera el «Canalla».

El diario La Segunda, esta semana, reveló que desde hace un año Felipe Díaz, fiscal de Las Condes, dirige una investigación por una querella criminal que presentó un accionista minoritario de SQM y cuyo expediente detalla algunas operaciones que han sido investigadas por la SVS.

Como parte de esa investigación, Díaz le tomó declaraciones a Ponce y a Aldo Motta, gerente general de la ‘cascada’ Norte Grande. Y es el testimonio de este último, describiendo una de las operaciones de Ponce más cuestionadas por la SVS, el que pone al descubierto la forma en que actuaba Araya.

De acuerdo a La Segunda, Motta relató que el 28 de marzo de 2011 recibió una llamada de un ejecutivo de Banchile diciéndole que había un interesado en comprar acciones de SQM. Informó esto a los directores de Pampa Calichera (Pablo Guerrero, Patricio Phillips y Julio Ponce Pinochet), quienes «estuvieron de acuerdo en vender, pero no en menos de $ 21.100 por acción», explicó Motta al fiscal.

Según Motta, tras la venta de los títulos recibió un nuevo llamado desde Banchile avisándole que era probable que ese paquete de acciones fuera ofrecido por el reciente comprador (Linzor Total Return Fund) en la bolsa.

«Se me ocurrió comprarlas, pero no a través de Pampa Calichera ni Global Mining porque el efecto que buscábamos se anularía. Por lo mismo, concluí que lo mejor era realizar la compra a través de Oro Blanco, porque recibiría los flujos de SQM en forma directa (dividendos)», indicó Motta.

«Ese mismo 28 de marzo conversé una vez más con el ejecutivo de Banchile y le señalé que Oro Blanco estaría interesado en comprarle las acciones a su cliente, a través de la bolsa y en condiciones de mercado. También le pedí conocer el precio de venta mínimo, el cual desde luego lo negociamos, llegando a un acuerdo del precio de venta mínimo que si bien recuerdo fue de $ 27.138,5», agregó.

Motta añade que en octubre de 2011 «pusimos a la venta las 5 millones de acciones de SQM-A, cuyo dueño era Oro Blanco, las cuales finalmente las compró nuestra relacionada Potasios de Chile».

El ejecutivo de BanChile al cual se refiere es Cristián Araya.

Este medio tuvo acceso a documentos que muestran que esa operación fue parte de una serie que tuvo lugar entre enero y noviembre, en la que la sociedad SQ, que controla Ponce, habría logrado una utilidad de US$ 70 millones, mientras que se estima que Potasios habría perdido casi US$ 60 millones.

Cabe mencionar que Linzor Total Return Fund era parte de la gestora de fondos asociado con Linzor Capital, que manejaban Canio Corbo, sobrino de Vittorio, ex presidente del Banco Central; Tomás Hurtado, parte del clan que controla Entel; y Nicolás Larraín, hijo del Presidente de Renovación Nacional. El rol que tuvieron en la operación de Araya y Ponce fue un factor en la separación. Los tres formaron su propio boliche, CHL Capital y siguen manejando activos para terceros.

Fuentes con vasta experiencia en el mercado y que conocen de cerca el modo en que trabaja Araya, explican que la operación descrita por Motta ante el Fiscal Díaz es la forma típica de negociar de Araya cuando se trata de papeles de las ‘cascadas’.

Un ejecutivo de una de las corredoras grandes, que en el pasado operó con Ponce, describe a Araya como muy agresivo pero con un excelente sentido de «timing» para invertir.

Nadie sabe a ciencia cierta dónde, cómo y cuándo se originó su sobrenombre de «Canalla», pero el consenso en el mercado parece ser unánime: es un muy merecido apelativo. Una ex colega de BanChile comenta que a él no le molestaba, «lo veía como un honor más que como un insulto», explica. Lo describe como un operador que siempre estaba jugando al límite de lo legal, siempre en la cornisa, pero no implica que sea deshonesto.

Araya tuvo uno de sus primeros roces con los reguladores por su rol en el caso de las acciones de Volcán, por el cual BanChile terminó siendo sancionado por la SVS. Los detalles de las operaciones cuestionadas en ese entonces tienen varios aspectos muy similares a los que actualmente se le cuestionan en relación a las sociedades cascadas.

Otro incidente que lo marcó en el mercado fue la salida de Francisco Armanet como gerente general de BanChile Inversiones en 2008. Armanet había decidido despedir a Araya porque había sobrepasado el límite establecido para las operaciones de cartera propia. El banco perdió plata y Armanet le pidió la renuncia. Araya apeló al directorio y este decidió quitar el piso a Aramanet, quien terminó renunciando. Al interno de BanChile, se dice que Araya tenía cercanía con alguno de los hijos de Andrónico Luksic y de ahí que le ganara el gallito a Armanet.

Fuentes al interior de BanChile, dicen que luego del incidente su poder creció a pasos agigantados y también su prepotencia. «Comenzó a comportarse como un tirano y a elegir favoritos en la mesa». Con respecto a las operaciones de las sociedades cascadas, cuentan que Araya las manejaba personalmente y con recelo. «Incluso los RUT de las sociedades que estaban haciendo las compras y ventas las mantenía en total reserva», revela un operador que fue testigo directo, por casi un año, de aquellas operaciones.

Otro incidente, por el cual es famoso en el mercado —y que le agrega justificación a su sobrenombre— oucrrió con un joven reportero del Diario Financiero. El periodista había escrito una nota sobre las llamadas «operaciones simultáneas», que se utilizan en el mercado para financiar la compra de acciones sin tener los recursos (en el momento en que se debe cancelar la compra, el cliente puede realizar una venta de las acciones adquiridas a otro corredor con un pacto de recompra a un determinado plazo, que puede variar entre 3 y 180 días corridos, difiriendo así el plazo de pago de la factura original). De acuerdo a la historia, la nota del periodista tenía errores. Araya lo llamó y cordialmente lo invitó para que viniera a su oficina para conversar y así explicarle cómo había sido la operación. Cuando el periodista llegó se encontró con una sala de conferencia repleta de colegas de Araya y éste humillándolo en público.

Hasta el momento la SVS no ha dicho nada acerca del rol de las corredoras en las operaciones por las cuales presentó cargos contra Ponce y su círculo cercano, pero fuentes cercanas a la investigación del regulador sostienen que los directores y las corredoras (por consiguiente de Araya) están en la mira, por lo que serían parte de una segunda fase del caso.

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