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[FOTOS] Los atardeceres en Tarapacá desde el mar al altiplano

[FOTOS] Los atardeceres en Tarapacá desde el mar al altiplano

Hay quienes cruzan continentes y otros mares para poder vivir esta deslumbrante experiencia. Acá te dejamos una muestra de lo que puedes vivir partiendo en Iquique y llegando hasta las alturas de Los Andes.


 No existe viaje ni aventura sin que podamos vivir la emoción de la puesta de sol.  Dicen que en  el norte de Chile, específicamente en la Región de Tarapacá,  es donde más diversidad de  atardeceres podemos encontrar.

Desde el sol perdiéndose en la inmensidad del océano Pacífico frente a la hermosa playa  Cavancha, hasta el más puro paisaje del Altiplano Andino. Postales únicas que debes conocer.

Cuando el sol se pierde en Cavancha

Cavancha debe ser una de las playas más concurridas de Chile. Y es que gracias a que se puede disfrutar todo el año, y por estar insertada en la ciudad, es  única y multicultural. Ahí comparten cada día turistas, iquiqueños, inmigrantes, y todos los que buscan un momento de relajación frente al mar. Y sus atardeceres son imperdibles.  Foto: Alejandro Valenzuela.

Un barco en el horizonte

Cuando nada se ve en alta mar, un gran buque llama la atención  de quienes observan hacia el oeste. No es cualquier barco. Se trata de la sucesora de quien protagonizó la más grande epopeya chilena. La Dama Blanca le dicen. Mientras desde la bahía observa detenida en el tiempo la réplica a escala real de la verdadera Esmeralda. Un espectáculo que solo se ve una vez al año en Iquique. Un atardecer diferente.

La ciudad desde el mar

Ver el sol perderse en el mar es el más tradicional atardecer. Pero ver la ciudad oscurecer desde el océano es algo simplemente delirante. Pero no es necesario tomar un barco para apreciar este espectáculo en Iquique.

Basta estar en uno de los imponentes rascacielos de la Península iquiqueña para poder participar de este evento sin igual.

Santa Laura: el testimonio pampino

Las salitreras no podrían quedar fuera de los atardeceres imperdibles. Santa Laura imponente es el testimonio de que miles de hombres y mujeres forjaron su futuro entre piedra calichera y el desierto más árido del mundo. Desde el alba hasta que se escondía el sol. Muchos atardeceres donde la pampa enmudecía y solo se escuchaban los gritos del silencio.

Pica: el milagro del desierto

No es solo su verde lo que conquista de Pica. También sus bellos paisajes y las cercanías al imponente Salar del huasco. El Tambillo es otro de los lugares donde los famosos millennials pueden disfrutar de una experiencia alucinante. También de un atardecer  memorable. Foto: gentileza Sernatur Tarapacá.

Huara: un lugar donde la historia se detuvo

Si vas desde Iquique  hacia el norte, Huara es un paso obligado. Ahora si la curiosidad te embarga, te invitamos a conocer  la ruta internacional Huara Colchane. Te encontrarás pequeños pueblos que parecen perdidos entre quebradas. Sus chacras, sus casas de barro son una invitación a vivir una experiencia fascinante. El sol desaparece entre los caseríos dando paso a la oscuridad absoluta y a los cielos más estrellados del universo. Foto: Data Comunicaciones.

 Chusmiza: entre quebradas y aguas termales

Dicen que sus aguas termales son únicas en el mundo. Sus paisajes también. No solo es el lugar ideal para aclimatarse cuando viajas a las alturas de Los Andes. El cerro Chapire te invita a conocerlo. Y las chacras, llamas y alpacas a convertirte en un aymara más. Y sus atardeceres no tienen igual. El sol  desaparece en forma abrupta entre los altos cerros y cañones poblados de cactus y arbustos endémicos. Foto: Data Comunicaciones.

Cariquima: el atardecer de las alturas de Los Andes

El sol comienza a perderse entre  cerros y bofedales. Las pequeñas  casas de barro se despiden de los deslumbrantes rayos del sol, mientras el viento altiplánico hace de las suyas. Los animales comienzan a replegarse las casas de los pastores y el pueblo yace en el silencio absoluto. Un atardecer con salares, cactus gigantes, lana de alpaca y chacras que emergen de la nada. Es la hora límite entre una luminosidad que fascina, y la noche más brillante y silenciosa. Foto: Data Comunicaciones.

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