Llevar a los atacantes a la justicia es un desafío inmenso, pero no imposible.
En Papúa Nueva Guinea, la creencia en la hechicería está muy extendida entre sus ocho millones de habitantes.
En este país de Oceanía, a la brujería la llaman «sanguma» y cualquiera puede acabar acusado de practicarla para dañar a otros.
Cuando alguien es señalado como sanguma, su vida y la de su familia puede cambiar para siempre, como fue el caso de Jenny, cuyo cuñado le acusó de matar a su hija.
Emily Webb, de la BBC, estuvo allí y conoció a los voluntarios que trabajan para salvar la vida de los acusados por «sanguma».
