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Guerra en Irak: Bush sufre ‘las primeras bajas’ antes de iniciar el ataque

Lo más absurdo de esta guerra es que el debate de verdad se inició en Estados Unidos cuando las acciones parecen inminentes y no hace 18 meses, cuando se comenzó a planificar. Ahora, en los frentes político, civil y militar cunde el nerviosismo y surgen las disensiones.


Cuando todo parecía en orden en los cuarteles de guerra, y contando con la solución a medias para el tema de Turquía, de nuevo se empañaron los cristales en el alto mando: se anunció que Tommy Franks no sería el Gobernador de Irak en la fase post Sadam Hussein.



Una variada gama de analistas militares dentro de Estados Unidos e Inglaterra expresaban abiertamente sus diferencias. Al mismo tiempo, la obstinación de Francia por una prolongación de las inspecciones, posición respaldada por China y Rusia, dejaba al borrador de una decidida segunda resolución por la guerra desprovista del caudal político necesario. Esto ha aumentado la tensión interna del alto mando en Estados Unidos, por diversas razones.



En el lado civil, existe el desgaste político interno y externo por la escasa eficacia en la batalla de ganar aliados importantes para que sea una guerra encausada por la ONU. La alianza por la guerra -si se le puede llamar así- la conforman países con la más variada gama de posiciones en otros temas, pero que coinciden en apoyar la guerra contra el Irak en un solo aspecto: acceso a un mayor poder financiero y político.



Toda la argumentación de estos países – desde el tema de derechos humanos hasta el interés geuino por el desarme de un país complicado- ya ha quedado desnudada a través de los medios que en este caso han tenido una postura crítica. Muchos de estos países de esta alianza merecen serios reparos en el manejo de los derechos humanos.



Una guerra planificada por civiles



Por el lado militar, las frustraciones en el alto comando de los Estados Unidos son mayúsculas. Lo enfatiza Dan Plesch, un respetado analista estratégico británico. Sería una guerra planificada por civiles, supuestamente políticos, que actuando en minoría, envían tropas a una guerra donde los propios militares no pueden manifestar sus diferencias.



El plan militar está siendo preparado con gran detalle por Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa de los Estados Unidos, y por los civiles de la administración de Bush. Habría una fuerte discrepancia en el seno de los militares.



Informa una fuente que se empieza a observar un cansancio en tropas localizadas en el Golfo que llevan semanas en estado de alerta y en constante entrenamiento. Hay otro grupo de tropas en preparación para el despegue hacia la zona del Golfo.



La principal contradicción es que no se ha decidido si el ataque será con el uso masivo de tropas de infantería, o con una fuerza limitada que reduzca el costo de bajas humanas y se aumente la eficiencia del uso de la balística de alta precisión aérea.



Está ampliamente difundida la información que a Rumsfeld nunca le han gustado los tanques, ni los escenarios tipo Segunda Guerra Mundial.



A esto se le agrega que él es el típico "top to bottom manager", o sea el que gerencia desde arriba hacia abajo con poco espíritu colegiado en la planificación. Esto es grave porque es en la etapa de concordar en el qué hacer y en cómo hacerlo, cuando se deben escuchar otras opiniones. Escuchar poco es complicado, cuando se trata de un civil sin el entrenamiento y con un diseño demasiado teórico del uso de los nuevos armamamentos que los propios militares no han usado en un escenario de guerra real.



El sentimiento de ciertos sectores dentro de la administración Bush que desean disminur al máximo el costo de vidas iraquíes, contrasta con la ansiedad de comenzar un ataque lo antes posible del bloque que encabeza el Secretario de Defensa.



"Los efectivos militares no pueden empezar a sentir los síntomas de fatiga de un tipo de convivencia transplantada, con desplazamientos en varias direcciones y con un plan de guerra en la cabeza que no está claramente definido. Esto conlleva el peligro de entrar a atacar en una tierra de nadie que es cuando suceden las grandes masacres", nos dice una analista.



El nerviosismo en la cúpula es precisamente el brote de una serie de informaciones cruzadas respecto a lo que está sucediendo dentro del Irak, y de cuáles serían los escenarios posibles despues de los ataque aéreos iniciales.



En este sentido, la situación es completamente diferente a la de Afganistan y eso es algo sabido desde hace más de un año. Hasta la fecha no han habido progresos, señala el columnista Hugo Young en The Guardian.



La batería contra Irak



A pesar de estas disensiones, la amenaza que pende sobre el Irak es poderosa y letal. Son armamentos y operaciones ya empleados en Afganistan con resultados efectivos, pero con un alto costo de bajas civiles.



Dentro de la fuerza que invadirá el Irak cuenta con 70 aviones B-52, cada uno cargado con 50 bombas portadoras del "sistema de posicionamiento global" (GPS) que facilita el impacto en el objetivo.



En teoría, dice Dan Plesch "estos aviones pueden atacar con este sistema 3500 objetivos en una incursión aérea». Estados Unidos tiene preparados alrededor del Irak otros 500 aviones de este tipo de armamento.



La famosa división "Caballo de Acero" cuenta con alrededor de 40.000 soldados movilizados y que portan equipos digitales de última generación que puede identificar todo tipo de objetos en movimiento por aire y tierra y emitir información para evitar ser atacados por fuerzas propias. En horas, estas divisiones -con la ayuda del ataque aéreo- puede tomar pistas de aterrizaje y permitir la entrada de vehículos y as tropas por aviones de carga.



Este montaje militar no forma parte del Dossier Irak que se discute en el Consejo. Por lo menos no ha salido a la luz pública. Este proceso dual de presión extrema para la disuación es altamente distorsionador y hace recordar las palabras de George Tennet, director de la CIA, ante el Congreso de los Estados Unidos en Noviembre del 2002: "llevar la presión a Sadam Hussein hasta el límite y materializar el ataque podría entonces provocar una reacción desesperada y hacer uso de las armas en cuestionamiento".



Fallas en la información



Con todo, la estrategía de una acción rápida con limitado caudal humano, implica el estreno de una nueva generación de armamentos -donde no se descarta el uso de bombas nucleares de alta precisión para destruir los arsenales subterráneos de armas de destrucción masiva que el Irak aún no declara ante los inspectores.



Se dice que el informe de Hans Blix será el decisivo. Este sería su tercer informe y su impacto ha estado siempre en la disyuntiva, si es el que da el "go" a la guerra o no. El argumento que el proceso de inspección corre por dos aguas, está más que fundamentado.



Por una parte está la posibilidad de una distensión pacífica del conflicto en el que las inspecciones se prolonguen y pongan en jaque a este enemigo implacable que es el Irak con Hussein a la cabeza.



Por la otra, estas inspecciones pueden constituir una estrategia usada para detectar hasta qué punto Irak tiene la capacidad de provocar una hecatombe. En este sentido, ni los informes de Blix formales y públicos al Consejo, ni los confidenciales, han entregado pruebas concluyentes. Esa falta de información sólida e inequivoca, provoca naturalmente un grado de inseguridad que se ve reflejada en las inconsistencias conocidas.



El objetivo de la acción rápida con gran descarga aérea y limitada penetración por tierra con tropas desnuda fallas en la infomación del supuesto escenario iraquí inmediatamente posterior a los ataques.



Este escenario considera una serie de ataques aéreos "letales" que posibilitarían la toma de Bagdad y el colapso del régimen. Lo que se quiere evitar son las consecuencias de una guerra civil que no se pueda detener. Pero esta información también es incompleta.



Uno de los problemas no resueltos de esta posibe guerra, es la falla de los sistemas informativos con que cuenta tanto Inglaterra como EEUU, desde dentro del Irak.



A pesar de que ya operan en el interior del Irak, comandos especiales camuflados en varias zonas de alta porosidad, como son las fronteras con Arabia Saudi, Jordania y las zonas Kurdas colindantes con Turquía e Irán, las informaciones recibidas no completan un cuadro preciso.



Estos comandos no han podido llegar a los centros vitales del Irak. En este sentido, han fallado los aliados internos y externos iraquíes de los EEUU, y "cuando existe una información "descafeinada" como se le llama en la jerga, la planificación se hace viscosa" nos dice una analista.



La información más precisa proviene de los propios inspectores de la ONU que estarían operando ya con una decidida doble agenda.



La evacuación de más de la mitad del personal diplomático -incluyendo el de la ONU- reduce las posibilidades de información.
Todo este cuadro hace que aumente la dependencia en la eficacia en las armas de alta precisión, y que la operación sea rápida. En un sentido práctico, ante la insuficiente información, la posición del Secretario de Defensa tiene un punto a favor.



Operación transplante



Estados Unidos y Reino Unido con los efectivos que ya están en posición, pueden llevar adelante desde ahora lo que se llama la "operación transplante", señala Dan Plesch.



O sea, entrar a Bagdad y derribar a Sadam, poniendo a uno de sus generales en el poder – supuestamente el indicado como más disidente – para iniciar a través de él una operación de normalización que evite una guerra de mayores proporciones y que el proceso se escape de la manos. Esta sería la opción más viable, pero se sospecha que no será fácil por el desconocimiento del tejido socio-politico del Irak.



Mientras se expresan fatigas y frustraciones en los dos frentes, en el político y en el militar, surge en la prensa el paralelo con el fracaso de Jimmy Carter en la operación para liberar a los rehenes en la Embajada de los Estados Unidos en Teheran casi 30 años atrás.



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