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Tres millones piden por la paz

El presidente Bush se ha mantenido en su posición a pesar de los más de 3 millones de manifestantes que han llegado este fin de a Washington DC. Bush ha preferido cerrar los ojos y cubrir sus oídos con el argumento de que él no va a pelear esta guerra con el Irak de hoy, sino con aquel que podría llegar a convertirse.


El fin de semana en la capital de EEUU estuvo cargado de emociones y de miles de manifestantes con la esperanza de que la guerra pudiera detenerse. Entre muchas de las pancartas que se podían leer había una que decía "todavía no es tarde", mientras todo esto sucedía frente a una Casa Blanca que ya no escucha a los miles de estadounidenses que se congregaron a protestar en contra de la guerra en Irak.



Mientras tanto en la televisión se presentaba el vicepresidente, Dick Cheney, fantaseando con la idea de que las conversaciones diplomáticas continuaban, pero que el país y sus aliados ya estaban en la última faceta de la reconciliación diplomática, mientras Bush se reunía con sus pares de Inglaterra y España, no para conversar sobre una estrategia o una alternativa pacifica al conflicto en las Naciones Unidas, sino para planear la estrategia de guerra.



Y en la capital del país, la comunidad sólo espera a ver cómo se desarrolla esta tragedia griega, ya que el Presidente está decidido a ir a guerra sin importar los resultados ni los resquemores que esta decisión provoque alrededor del mundo.



Bush le ha vuelto la espalda a todos aquellos que han mostrado preocupación por las consecuencias de tener un Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas completamente dividido. Su testarudez no lo ha dejado escuchar a aquellos que le advierten que esta guerra hará del mundo un lugar políticamente mucho más inestable.



El presidente Bush se ha mantenido en su posición a pesar de los más de 3 millones de manifestantes que han llegado, fin de semana tras fin de semana, a Washington DC, a protestar. A pesar que muchos de estos 3 millones de personas tienen algo importante que decir, Bush ha preferido cerrar los ojos y cubrir sus oídos con el argumento de que él no va a pelear esta guerra con el Irak de hoy, sino con aquel que podría llegar a convertirse, en el futuro en una amenaza para los Estados Unidos de América.



Por ahora, el presidente no ve los riesgos de esta guerra. Su idea de liberación, además de remover a Hussein con todas sus armas, traerá la paz y la libertad que tanto espera el pueblo de Irak, y el florecimiento de la democracia en el Medio Oriente. Para qué escuchar, si nunca lo hizo anteriormente, los informes del Departamento del Estado, publicados recientemente que advierten que, en realidad, esta guerra va a producir lo contrario, mermando el desarrollo económico de las naciones más pobres y aumentando los problemas sociales que son la base para una desestabilización a futuro.



El diario New York Times publicó un artículo en la primera página de diario de ayer con las advertencias de varios oficiales de la CIA, que indican que una invasión a Irak aumentaría el número de organizaciones terroristas islámicas alrededor del mundo, las que pondrían énfasis en el reclutamiento de nuevos terroristas suicidas y en la posibilidad de otro atentado de proporciones tan nefastas como el de las Torres Gemelas.



La falta de voluntad de Bush de escuchar se ha extendido incluso a las esferas religiosas que han expresado las reservaciones que tienen frente al eventual conflicto e invasión de Irak. Uno de los más importantes líderes religiosos de EEUU, Clifton Kirkpatrick de la Iglesia Presbiteriana, se reunió en Londres con Tony Blair, para conversar sobre una estrategia alternativa a la guerra con Irak. Pero para fines de la semana pasada todas las esperanzas de solucionar este conflicto de manera pacífica habían desaparecido, ya que al tratar de concretar una cita con Bush, la respuesta que Kirkpatrick recibió fue que "el Presidente ya no estaba concretando más visitas".

Porque la verdad es que Bush ya tomó una decisión hace mucho tiempo y todas las conversaciones que sostuvo a favor y que escucho en contra de la guerra, desparecieron como humo en el viento. Anoche, la comunidad de Washington, DC prendió velas alrededor de la ciudad como un último recurso para expresar la frustración, pena y rabia que tiene frente a un presidente que a puesto una venda en los ojos del país, tal como cuando a un condenado a muerte, se le lleva al pabellón de fusilamientos.



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