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Ultimátum de 48 horas dado a Sadam cobró primera víctima: La ONU

Ante la inminente derrota que sufriría en el Consejo de Seguridad de la ONU la propuesta concordada con sus aliados -el fin de semana pasado en las islas Azores-, Estados Unidos decidió cerrar la vía diplomática y echar a andar su formidable maquinaria de guerra con el propósito declarado de "evitar" nuevas amenazas terrorista contra intereses norteamericanos.


En un discurso de poco más de quince minutos, el presidente de EEUU, George W. Bush, expuso a la población mundial las razones que tiene la principal potencia para, saltándose a la ONU, entregar un ultimátum a Sadam Husein y su régimen. Bush, con la solemnidad del caso, le dio al líder iraquí 48 horas para que junto a sus hijos abandone Irak o afronten las consecuencias de una guerra devastadora que pondrá fin a su gobierno.



«Sadam Husein y sus hijos deben abandonar Irak en 48 horas. El no hacerlo acarreará un conflicto militar», afirmó Bush en un discurso que fue televisado a todo el país desde uno de los pasillos de la Casa Blanca y en el que justificó la necesidad de recurrir a la fuerza militar para desarmar al régimen iraquí.



Paradojalmente, la primera víctima de la guerra que pretende liderar Estados Unidos contra el "enemigo público número uno del mundo", fue la Organización de Naciones Unidas que no secundó la opinión del mandatario estadounidense. La gran mayoría de los países miembros de la ONU considera que, de momento, no existe justificación para iniciar una guerra contra Irak, al no existir pruebas suficientes de que el país árabe constituya una verdadera amenaza para Estados Unidos.



Ante la evidencia que el Consejo de Seguridad de la ONU no respaldaría una resolución que diera la luz verde a la intervención militar estadounidense, Bush insistió en su teoría de que Irak pertenece al "eje del mal’, y que se debe actuar contra un líder nefasto que "envenena a su propio pueblo, amenaza a sus vecinos y desarrolla armas de destrucción masiva".



George W. Bush, recriminó al Consejo de Seguridad de la ONU por no estar "a la altura de sus responsabilidades", error que pretende corregir por la vía armada ,asegurando que EEUU junto a sus aliados estará "a la altura» que no alcanzó, según él, el organismo mundial.



Para Bush, la decisión de atacar a Irak no es problema de «autoridad, sino de voluntad» y recordó que las resoluciones 678, 687 y 1441 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas exigen el desarme del régimen iraquí y que todas ellas, pese a estar en vigencia, han sido burladas por Sadam en los «doce años de diplomacia» que han transcurrido desde la Guerra del Golfo, en 1991. Situación que otorga a los EEUU la «autoridad soberana para usar la fuerza en defensa de su seguridad nacional».



Poco después de la transmisión del discurso de Bush, un apesadumbrado Secretario General de la ONU, Kofi Annan, anunciaba que las Naciones Unidas evacuarán a todo su personal desde Bagdad, reconociendo explícitamente el fracaso del Consejo de Seguridad en la búsqueda de una solución consensuada que evitará un ataque contra Irak.



«Obviamente, parece que hemos llegado al final del camino», se lamentó Annan, quien afirmó que «una guerra siempre es una catástrofe humana», por lo que hoy «es un día triste y decepcionante».



La derrota de la Organización de Naciones Unidas se hizo patente al anunciar los tres patrocinadores del proyecto de resolución -Estados Unidos, Gran Bretaña y España-, que no someterían el texto a votación para evitar el veto de Francia. Sin embargo, el representante de la cancillería gala contra argumentó que la decisión fue tomada para evitar una derrota al no alcanzar los nueve votos necesarios para aprobarla en el Consejo de Seguridad.



Posibilidad que fue "desestimada" por el embajador británico ante la ONU, Jeremy Greenstock, quien precisó al respecto que no someter a votación la propuesta no supone su retirada, ya que «sigue sobre la mesa». Además, indicó que los patrocinadores se «reservan el derecho a dar sus propios pasos para garantizar el desarme de Irak».



Precisamente, Annan se refirió a la posibilidad de que se produzca una acción militar contra Irak sin el apoyo de la ONU, al asegurar que la legitimidad de esta iniciativa «será cuestionada y su apoyo se verá disminuido».



En opinión del secretario general, «si hubiéramos podido manejar este tema con éxito, nuestra reputación y credibilidad se habrían visto reforzadas».



En una reunión convocada para mantener consultas informales sobre Irak, Annan informó a los miembros del Consejo de los planes de evacuación que ha puesto en marcha tras recibir ayer la advertencia de EEUU de que «sería prudente no dejar personal de la ONU en la región».



La salida de los inspectores de armamento, del personal humanitario y de los observadores de la ONU destinados en la frontera de Irak con Kuwait, impedirá al organismo internacional desarrollar su trabajo en la región, según reconoció Annan.



Sin embargo, «esto no significa que vayamos a cruzarnos de brazos y no hacer nada para ayudar a la población iraquí. Encontraremos la manera de llevar a cabo nuestra labor humanitaria», dijo.



En la reunión del Consejo celebrada ayer, varios embajadores mostraron su decepción por la situación en la que se encuentra este órgano. «Son días muy tristes para el Consejo de Seguridad, porque las divisiones entre los miembros son muy profundas», dijo hoy el embajador de Bulgaria, Stefan Tafrov.



En la misma cuerda se manifestó el embajador de Pakistán, Munir Akram, quien reconoció estar preocupado por la situación de «punto muerto» en la que está el Consejo, aunque en su opinión «el tiempo de la diplomacia nunca se acaba y siempre es posible alcanzar una solución pacífica».



El embajador francés, Jean Marc de la Sabliere, también opinó que «todavía no se han agotado todos los recursos» para un desarme pacífico de Irak y que aún hay una oportunidad para la paz.



El Consejo de Seguridad convocó para mañana miércoles una reunión para debatir el programa de trabajo de los inspectores en Irak, en un momento en que muchos de ellos podrían haber sido ya evacuados.



En la reunión, que podría tener carácter ministerial, se analizará un programa de trabajo elaborado por los jefes de los inspectores de las Naciones Unidas, Hans Blix y Mohamed El Baradei, con las tareas de desarme clave que quedan pendientes en Irak.



«Libertad» para Irak



Ajeno a estos postreros esfuerzos, el presidente de EEUU insistía en sus discurso en que «El peligro es claro. Estados Unidos y otros países no han hecho nada por merecer o incitar esta amenaza, pero sí haremos lo que esté a nuestro alcance para derrotarla. En vez de abocarnos hacia una tragedia, enderezaremos el rumbo hacia la seguridad» y recalcó en su alocución que Irak oculta armas de destrucción masiva que son una amenaza grave para todo el mundo y reiteraba que el régimen iraquí ha dado cobertura a terroristas y que puede, en el futuro, dotarlos de armamento nuclear o biológico para atentar contra intereses estadounidenses. «Vamos a eliminar este peligro antes de que sea demasiado tarde»,sentenció con gravedad.



George Bush reservó unos minutos para hacer un llamado directo a la población iraquí, que por onda radiales podía seguir su discurso, invocando que su «liberación» está muy cercana y prometió ayuda alimentaria y medicinas a quienes recibieran como libertadores a sus soldados. Asimismo, llamó a las fuerzas militares de Irak a no combatir y obedecer las órdenes perentorias que recibirían de los comandantes aliados. «Vamos a darles la comida y la medicina que necesitan. Vamos a construir un Irak en el que no habrá más ejecuciones, ni cuartos de violaciones. Su tiempo de libertad está cercano», remarcó.



En un intento de desmoralizar la eventual resistencia militar, Bush, amenazó con juicios contra los soldados y oficiales leales a Sadam que luchen contra EEUU. «No va ser suficiente decir que sólo estaban cumpliendo órdenes, serán juzgados por crímenes de guerra y contra de la Humanidad. No es tarde para el Ejército iraquí. No luchen por un régimen moribundo que no vale sus propias vidas», sentenció.



Asimismo, llamó a la resistencia a no destruir los pozos petroleros ni usar armas de destrucción masiva.



En su discurso, Bush, defendió la moralidad de su doctrina de guerra preventiva, acusando a Husein de estar preparando a su pueblo para la guerra. «Estados Unidos no ha hecho nada para merecer esta amenaza, pero haremos todo lo posible por derrotarla. En lugar de ir a la deriva hacia la tragedia, pondremos rumbo a la seguridad», dijo Bush.



De este modo, Washington podrá en práctica una doctrina que comenzó a diseñar al día siguiente de los ataques terroristas que sufrió el 11 de septiembre de 2001. La primer guerra «preventiva» busca golpear antes de que surja una amenaza concreta contra la seguridad de la principal potencia mundial con lo que también están en la mira otros país catalogados como miembros del "Eje del Mal". «No nos dejaremos intimidar por matones y asesinos», subrayó.



Actualmente, Estados Unidos tiene destacados en el Golfo Pérsico cerca de 250.000 efectivos militares dispuestos a entrar en combate en cuanto el presidente dé la orden de ataque.



Repunte de las bolsas



Mientras poco más de 50 pacifistas eran detenidos por protestas ayer lunes frente al Capitolio, incluidos familiares de personas que murieron en los atentados del 11 de septiembre, el mercado reaccionó favorablemente al ultimátum entregado a Sadam Husein por el Presidente norteamericano. El dólar, por ejemplo, recuperó terreno ante otras divisas, incluido el euro, y las acciones en Wall Street subieron con fuerza poco después de la apertura por la perspectiva de que la guerra comenzará pronto, y terminará rápidamente.



Sin embargo, según analistas, este éxito que se anotó el presidente estadounidense se debe al "fin de la incertidumbre" y su duración debería ser inversamente proporcional a la duración y el costo que tendrá la campaña militar en Irak.



Asimismo, Bush, sostuvo que su país sabe que la operación militar será costosa y que EEUU ya ha pagado antes un alto precio por defender la libertad, en alusión a la Guerra del Golfo que lideró su padre cuando ocupó la Casa Blanca en 1991.



Según fuentes del legislativo, el gobierno pedirá en los próximos días al Congreso entre 90.000 y 100.000 millones de dólares para financiar la guerra contra Irak. El proyecto incluirá una solicitud de más ayuda para Israel, el principal aliado de EEUU en Oriente Medio, así como fondos para la lucha interna contra el terrorismo.



El anuncio de la petición para financiar la guerra fue hecho después de que Bush se reuniera con líderes del Congreso, antes de su discurso al país, para informarles sobre su decisión de dar un plazo de 48 horas al líder iraquí, Sadam Husein, para abandonar el poder o ser derrocado por una intervención militar.



En la reunión también participaron el vicepresidente, Dick Cheney, y la consejera de Seguridad Nacional, Condolezza Rice.



Según cálculos de analistas, el costo de una guerra breve en Irak sería de entre 40.000 y 60.000 millones de dólares, incluyendo los gastos del traslado de las tropas a la zona, pero no así los de la participación posbélica de EEUU en la región. La reconstrucción de Irak y la permanencia de fuerzas de paz en ese país se calcula que costaría más de 100.000 millones.



El senador demócrata Robert Byrd, del Comité de Asignaciones del Senado, manifestó que apoyará la solicitud, pero advirtió de que se asegurará de que el Gobierno no reciba un cheque en blanco para operaciones en la región fuera de Irak. «Apoyo, plenamente, la asignación de fondos para atender las necesidades de nuestras tropas en Irak», dijo Byrd, quien, sin embargo, avisó de que «no apoyaré un cheque en blanco para planes grandiosos del Gobierno de democracia regional que puedan obstaculizar la misión.



Inmediatamente después del discurso del presidente George W. Bush, la Casa Blanca anunció que aumentaba el nivel de alerta de «amarillo a «naranja», en prevención de un aumento de la amenaza de atentados terroristas durante la casi segura guerra contra Irak.



El nivel «naranja» es el segundo más alto, después del rojo, en una escala de cinco, que implica un sensible incremento de la vigilancia fronteriza y de edificios públicos y centrales nucleares, entre otros.





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