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La nueva «hoja de ruta» o la modernidad de los excesos

Ya no es el marxismo, ideología que hacia temblar a Europa en el siglo XIX, el que asusta al mundo, sino el espectro del terrorismo, amenaza que requiere de la uniformidad de los argumentos y de estrategias de guerra que entronquen con el nuevo eje financiero-bélico con que se intenta levantar a la alicaída economía mundial. El nuevo «road map» que rige al planeta es el símbolo de la modernidad imperante donde todo vale.


Por las principales oficinas de los personajes que dictan las políticas de la globalización -con sus pecados y virtudes capitales- circula un «paper» que advierte sobre los peligros del terrorismo. Es el nuevo mantra que debe guiar u orienta la planificación y las estrategias de los Estado: el mensaje es unívoco: preparémonos para la guerra.

Hace poco, un Jefe de Estado latinoamericano hablaba con entusiasmo sobre las oportunidades que se abrían para su país al abrirse al mundo; interconectarse, tanto por carreteras de asfalto como por las redes digitales. El país da lo mismo lo que importa es el lenguaje común; el patrón de ruta de todo el subcontinente.

En la década del 50, el «Gran salto adelante» del Presidente Eisenhower llenó de carreteras el territorio de EEUU. El objetivo no era solo económico, sino que también era el sistema defensivo más eficaz ante un eventual ataque externo. Todo el país unido por el cemento. El resto del mundo copió la estrategia productiva-bélica. Ambos componentes se refuerzan mutuamente. Las obras públicas han sido siempre el ingrediente clave de todo gobierno y, «casualmente» es una palabra sagrada para sus ejércitos. Así, si Irak no hubiera tenido las amplias autopistas que llevan a Bagdad, los aliados todavía estarían empantanados en el desierto. El mundo siempre se está preparando para la guerra.

Bob Reddaway, quien trabaja en una firma de seguridad, dijo poco antes de la invasión a Irak «que pocos en el mundo han entendido que el mensaje del Presidente Bush, al anunciar la nueva doctrina de seguridad nacional, consistía en una suerte de comienzo de la Tercera Guerra Mundial».

En verdad, muchos se resisten a creer que el Presidente de EEUU tenga este objetivo en mente. Pero por la documentación que no son mostrados públicamente, así parece ser. Estamos en época de guerra y el mundo debe estar preparado para ellas. Es el otro «road map» mundial en un ámbito, eso si, de inteligencias desenfocadas.

En la documentación que circula y que no se hace pública, se mencionan a los fundamentalismos islámicos y, por supuesto, a Al Qaeda. El documento, en su versión post Irak, se ha remendado. El régimen de Sadam es historia.

Hasta en la web se puede encontrar fragmentos del frenesí que vive la política internacional. El paper que circuló en los pasillos de la OTAN, la ONU y Washington traspasó dichos muros. Leyéndolo, no cabe duda que la invasión a Irak es solo la punta de lanza. La necesidad de homogeneizar la mirada, de alinear a Occidente con la doctrina de las intervenciones preventivas no se detiene en las fronteras iraquíes y en la figura de Husein. Ahora, vuelve a tomar cuerpo y se reinstala entre los voceros principales del alineamiento. Todo en preparación para una eventual invasión de Irán, y de otros territorios señalados en el «mapa de ruta».

Después de Irak, toda Europea está dispuesta a adoptar la doctrina según declaraciones de sus portavoces. Todo está preparado para el capítulo segundo de esta avanzada occidental en una zona -la del Golfo Pérsico con prioridad- que indefectiblemente debe incorporar sus recursos, como capital transable, en el mercado mundial. Ahora, la invasión sería con una alianza occidental completa, sin divergencias.

Aquella «unidad de pueblos transversal» que señalaba el nacimiento de la nueva Europa con los cánticos de paz en contra de la guerra, se trivializa en los pináculos donde se toman las decisiones más gruesas, y las más delgadas también. «Toda esa postura de estar en contra de la alianza contra el terrorismo es propio de un ejercicio intelectual. Es fácil conceptuar, con discursos de paz, cuando el terrorismo se puede incubar en todas partes y esas partes son conocidas. Una era Irak, se actuó y aunque no se encuentren las armas de destrucción masiva, se eliminó un peligro con gran eficiencia», sostiene un cientista social que está alineado con la invasión, la ocupación, y la doctrina de seguridad con acción preventiva.

Esta es una visión que empieza a adquirir cuerpo, mientras los iraquíes se adaptan a un nuevo caos en sus vidas. La nueva alianza occidental -ampliada con el concurso más que probable de Francia y Alemania-, ahora hostiliza al régimen de Irán y prepara, sigilosamente, una invasión «liberadora» que podría concretarse antes de fin de año.

Toma el dinero y corre

Un documento «filtrado» y que apareció en internet, tiene complicado a Alistair Campbell, miembro del parlamento británico, quien se defiende a brazo partido de las acusaciones a que lo está sometiendo la BBC de Londres sobre el origen y veracidad de los informes publicados en el ciberespacio. Campbell ha negado toda participación en su divulgación. A la par, se ha generado un ambiente de «caza de brujas» entre los medios que se salen del marco de la información homogeneizada.

«Hay demasiados intereses en juego e Irak demostró la fragilidad, no de la tolerancia o de la libertad de expresión, sino de la consistencia de los compromisos del mundo financiero que apoyó la guerra», afirma una analista desde Londres.

«El tema de la BBC y los laboristas se ha escapado a las dimensiones usuales de los conflictos que habíamos presenciado entre medios y Estado o aparatos legislativos. Aquí hay una fragilidad doble de procedimientos y la desesperación económica, donde se ha demostrado que la operación Irak está lejos de ser fluida y todos están perdiendo, incluyendo los consorcios bélicos y energéticos que la planificaron. No es take the money and run, agarra el dinero y correr, como se suponía que sería», agrega.

Una guerra por año

El cronograma de la guerra será, aproximadamente, una escaramuza a gran nivel de contención del terrorismo por año, preferentemente entre diciembre y marzo. El modelo ensayado en Irak demostró ser eficiente. Otra historia es el reestablecimiento del orden y del armado de un gobierno post intervención.

«Esta idea de una guerra por año no le provoca asco a nadie que esté montado en las poltronas del poder. Tampoco está reñida con la remozada OTAN», nos dice nuestra fuente.

La visita del Secretario de Defensa Donald Rumsfeld a Bruselas tuvo un poder sinérgico. Comentarios de fuentes cercanas a la OTAN señalan que «los acontecimientos violentos con iraníes en Francia, demostraron que Europa estaría preparada para adoptar la política de seguridad con la intervención militar preventiva».

Esto instauraría el «Cronograma de Erradicación del Terrorismo», que incluye guerras o acciones drásticas una vez al año, repartidas en los continentes más proclives a incubar terroristas. Los casos de Israel, EEUU, Francia, Alemania, Inglaterra, Irlanda del Norte y Japón, donde también se ha detectado a células terroristas, serían tratados fuera de este cronograma.

Los acontecimientos que el mundo observó en Francia respecto a las protestas de los iraníes y las respuestas de las autoridades francesas, son un indicador de una tormenta anunciando un futuro infierno. Esos serán infiernos de guerras cortas y precisas a los que ya deberíamos empezar a acostumbrarnos. Todo en nombre del combate al terrorismo.

Con el comportamiento de los países que forman el Consejo de Seguridad respecto al episodio Irak, y con la experiencia vigente del Afganistán, los mitos más tradicionales de las tierras indomables que no fueron sometidas al poder del invasor, quedaron atrás, o por lo menos en suspenso. Por el contrario, Irán, históricamente con el atuendo de ser el territorio -la antigua Persia- más permeable a la conquista o a la invasión, puede resultar un hueso duro de roer.

La cara «amable» de la CIA

La revista New Yorker, que permanece casi incólume ante las presiones que sometieron el New York Times, expresó en su edición del 12 de mayo, las complicaciones inherentes al crecimiento desbordante de aparatos de inteligencia en los EEUU. Utiliza el ejemplo del Pentágono y la famosa célula de inteligencia creada por el Secretario de Defensa. Es vox populi la cantidad de errores cometidos por este departamento, durante los eventos en Irak, ayer y hoy.

The New Yorker ha concentrado sus esfuerzos para hacer notar dichas fallas. Obviamente, la Central Intelligenge Agency está, en la práctica, en cuestionamiento. Por este medio anunciamos la renuncia del Director de la CIA, George Tenet mucho antes del inicio de la guerra, porque no quería «comprometer la reputación del estamento técnico, y por razones de seguridad nacional que al final le dieron la razón». Renuncia que no se ha materializado, pero que continúa dando que hablar.

En el corazón del poder -Washington- siempre ha existido, con menor o mayor intensidad dependiendo de cada período presidencial, discusiones sobre el grado de subordinación que debe tener la CIA a los diseños políticos, muchas veces coyunturales, del Departamento de Estado o del Pentágono. Aunque la CIA depende, directamente, del Presidente, debe formar parte de un equipo que vela por la seguridad nacional y debe dar cuenta de sus actividades al Senado.

En el asunto Irak, la CIA ha contribuido a minimizar los márgenes de errores y de descalabro. Hechos que no son reconocidos por la prensa que promueve las políticas de la Casa Blanca, como la Revista Time, pero que deja vislumbrar las diferencias.

El New Yorker, revista acostumbrada a mantener su independencia informativa, en los artículos dedicados a analizar el rol de la CIA, deje entrever que el organismo necesita ser reformulado desde sus bases. Curiosamente, el objeto de estas críticas ha sido el órgano que no se ha equivocado en un análisis central: «que el exceso de atención en Irak y en Irán, ha desviado el asunto de consolidar una estrategia viable contra el terrorismo. Qué es terrorismo y cuál debe ser la estrategia para enfrentarlo, son asuntos que aún no están definidos con claridad. No hay un cuerpo de información sólido y coherente. El armado es fragmentario y deja muchos cabos sueltos. Y están los problemas al interior de los órganos, la infiltración, la inoperancia, la incompetencia».

Al interior de este panorama en la inteligencia de los EEUU, existe un debate que es central y tiene que ver con la definición y dimensión de ese enemigo definido como terrorismo y que se incubaría en el islamismo fundamentalista, que dicho sea de paso, se puede encontrar en cada país con población islámica y no necesariamente en Irán. Desde este punto de vista, elegir a Irán como próximo objetivo porque tiene un programa nuclear, es tan arbitrario como las causas que se invocaron para invadir Irak.

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