Todos están despaturrados en el suelo comiendo maní, avellanas y pistachos. También toman piscolas mientras miran atentamente una copia en DVD de la mítica Casablanca de Michael Curtiz, gracias a que el diario La Tercera está vendiendo los Viernes por 5 lucas y media una increíble colección de clásicos. Una insólita decisión del departamento de marketing de este diario que va a permitir tener DVDs del Potemkin, del Ciudadano Kane, de Lo que el Viento se Llevó, de La Ventana Indiscreta,
Todos, el Gordo, Laura, el Negro y Teresa están chochos porque por fin uno de ellos tiene un reproductor de DVD. La mamá de Laura llegó ayer del banco con la máquina. Se la habían regalado como estímulo por endeudarse por tres años. Así, la pobre señora pensaba poder salir de sus continuos forros económicos, algo bastante difícil, pero que al menos ha hecho a cuatro fanáticos felices, porque pueden ahora ver buenas copias en DVD. Cuando Rick y el capitán Renault caminan juntos a lo desconocido en el famoso final de Casablanca y Laura prende la luz, Teresa comenta estirándose en un sofá como gata:
– ¿Así es que ésta es la famosa Casablanca, ? ¿Y por qué se dice que es tan buena?
El Gordo la mira atónito, desde un cojín en la alfombra y le dice:
– ¿Y no te gustó?
Teresa, cinéfila novata, olfateando el peligro, se apresura a contestar antes de que le tiren la caballería encima:
– No, no, la encontré súper buena, verdad, es que han hablado tanto de ella y que sí, está bien, pero, ¿como la mejor película de todos los tiempos? Un poquito mucho ¿No?
– ¿Y qué le encontrai de mala, flaquita?
Le contesta el Gordo en tono inocente, listo para el salto a la yugular. El Negro cachando la actitud del Gordo, al mirarle la cara de felicidad con la que se está afilando las estacas para basurear a su mina, le contesta a Teresa dejándola con la palabra en la boca:
– Lo que pasa mi amor, es que películas como ésta, que fuera de ser tremendamente bien realizadas, tienen un carisma especial, una cierta magia por razones inexplicables que hacen que la gente, los marqueteros y los críticos, se vuelvan un poquito locos y digan boludeces como ésa, que es la mejor película de todos los tiempos y cosas similares.
Laura desde su sillón, en tono indiferente, solo se limita a decir:
– Todas esas hueás, de los diez mejores libros, las diez mejores películas o las diez mejores canciones o cosas por el estilo, son solo simplificaciones, mal periodismo, o más bien mal periodismo cultural. Tonteras que inventan los gringos que se entusiasman con las estadísticas y los rankings, pero vos cachai que no quieren decir nada, porque en el arte no hay categorías absolutas ni códigos neutrales, para establecer este tipo de listados con seriedad.
El Gordo que estaba ansioso por meter la cuchara, sólo exclama:
– Ahora, que la peli es buena, es buena ¿no?
Teresa le contesta ya más relajada que antes:
-Obvio, en eso estamos todos de acuerdo. Es increíble en realidad que una historia de amor, o mas bien un complejo triángulo amoroso, sea tan creíble, tan conmovedor y tan bien contado Â…
-Es un guión perfecto, con diálogos maravillosos. Te acordai cuando Ilsa dice ¿puedo contarte una historia Rick? Y él le dice ¿tiene un final feliz? Y ella replica: aún no sé que final tendrá y él contesta: tal vez se te ocurra mientras la vas contandoÂ…¿Te das cuenta Teresita?, los guionistas incluyen su problemática en la historia-, le dice el Negro a su amiga.
Ella sintiéndose segura le pregunta inocente:
– ¿Por qué?
El Gordo no dispuesto a dejar pasar esta oportunidad de lucirse le dice condescendiente antes que Murillo opine:
– Como todos saben, el guión se fue escribiendo a medida que el rodaje progresaba y es bien sabido que tenían varias alternativas de final.
Laura todavía con tono indiferente, vuelve a opinar:
– Por suerte eligieron el más creíble y el más trágico. Mal que mal esos eran malos tiempos ¿no?
El Gordo dejándose de sus jueguitos tontos les dice con sinceridad:
– Es una gran película, es conmovedora, está bien hecha, todo le funciona, la Bergman y Bogart están sublimes, la música o más bien la canción son geniales yÂ…
– Y la actuación de Claude Raines como inspector Renault que es genial, un cínico sobreviviente que tiene su corazoncito. Se merecía uno de los Oscares que se ganó la peli el 43.
Dice Murillo, siguiéndole la onda a su amigo, El Gordo le replica:
– Al margen de todo, esta película es un triunfo de los estudios o más bien del método de producción de los estudios, porque según se sabe, el pobre Michael Curtiz, que venía llegando de Hungría, tuvo que lidiar con los tres libretistas y con el mítico productor H.B. Wallis. Me imagino que lo logró con perseverancia y paciencia, porque él, un director no muy conocido, era seguramente ninguneado por los viejos amos de Hollywood. Pero parece que ganó todas sus batallas y pudo al final armonizar todos los elementos de la historia: el guión, la música, los actores la fotografía, el montaje y la dirección de arte para lograr realizar al final esta joyita que lo puso en el Olimpo de los grandes realizadores.
Teresa, los mira más seria, y les pregunta a boca de jarro:
– Pero específicamente, ¿Qué la hace grande? ¿Qué la hace distinta, desde la realización, a tantas películas buenas que los Estudios produjeron en esa época?
El Gordo y Murillo se miran a ver quién se pone con una respuesta. Finalmente es el Negro el que contesta:
-En última instancia es una mezcla: por un lado es una cuestión de eficiencia narrativa y por el otro un asunto de inspiración. El lado de la eficiencia tiene que ver con la forma como el realizador hace encajar todas las variables, las innumerables piezas del puzzle narrativo en forma simple y directa, haciendo que todo funcione a la perfección: los diálogos , la actuación, la música, la fotografía tienen que ser los adecuados, todo tiene que calzar justo para lograr realizar una buena película. ¿Y la inspiración? Bueno, la inspiración es lo más difícil, porque en medio de este caos, cuando el director toma miles de decisiones prácticas por minuto, también tiene que saber emocionar, saber dar las estocadas justas en el momento justo para tener al espectador en sus manos. Y cuando todo eso funciona, como en este caso, se produce el efecto mágico que hace de una película una experiencia inolvidable.
Todos callan, guardan silencio ante la respuesta de Murillo, como si escucharan una verdad que todos conocen pero que nadie ha verbalizado antes. Teresa va a volver a preguntar, cuando aparece por la puerta del living, el hermanito de 15 años de Laura acompañado de un amigo de la misma edad . Mirando al grupo el chico los saluda de buen humor y preguntas:
– ¿Y qué hacen cabros? ¿mirando películas?
Laura desde su sillón le contesta con una cariñosa sonrisa:
– Estábamos viendo Casablanca, mi amor.
Felipe la mira con cara de no entender y le responde:
– ¿Casablanca? Y esa güeá ¿qué es? ¿No vieron Terminator? Esa si que está bacán
* Luis Mora, realizador, comentarista y profesor de cine.
__________________
Crónicas Cínicas anteriores