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El último objetivo aliado en Irak: Destruir las confianzas

El "suicidio" del informante privilegiado de la BBC, el biólogo David Kelly, ha dejado una lección atemorizante: quien se atreva a entregar información clasificada puede correr la misma suerte. Mensaje que no requiere explicitarse para surtir efecto: los otros "topos" han optado por sumergirse.


El espectáculo de los cuerpos de los hermanos Husein atravesaron el mundo como dos bólidos de la desesperanza. Es que nada bueno puede emerger del modelo de acción preventiva que se estrenó en Irak. Más allá del vínculo electoral para ayudar a sustentar la reelección del Presidente Bush, la exhibición de los cadáveres remendados, más allá de su innegable efecto mediático -"ver para creer"-, pone en el tapete un tema al que se ha intentado esquivar: los procedimientos seguidos en esta guerra.



Fue nada menos la voz del Papa la que acotó la discusión sobre la intervención aliada en Irak a su verdadera centro: la dimensión ética. Nunca antes de esta guerra los postulados de «El Príncipe» de Machiavello se habían hecho más palpables en una zona del mundo: para EEUU y el Reino Unido en Irak el fin justifica todos los medios. ¡Y vaya qué medios, y vaya qué fines!



Estas son las características de una nueva polarización mundial, ahora, más transversal y desprovista del antiguo sello de izquierdas y derechas. "Cuando el contenido está definido por la forma y por el estilo", como apuntaba un viejo dirigente del PRI mexicano, el licenciado Moya Palencia, uno de aquellos políticos de viejo cuño que tiene el respeto de las nuevas generaciones.



Esta nueva polarización -caracterizada por sus procedimientos y estilo-, también la ha constatado una fuente localizada en el golfo pérsico y que pide reserva de su nombre antes de dar su opinión de lo que, según ella, se está produciendo en la política global y, especialmente, en EEUU y el Reino Unido. "Los dados están echados y la situación tiende a polarizarse. La cuestión ética no es que sea secundaria, el tema es que solo forma parte de uno de los polos y no necesariamente del otro", sostiene.



Lo que corroboró un analista israelí pro occidente al defender la invasión-ocupación de Irak."Es fácil analizar y hacer discursos sobre la ética y la paz cuando los objetivos ya están trazados y es eliminar el terrorismo que operó el 11 de septiembre de 2001. Entre el integrismo islámico y un mundo asolado por fedayines y la pax americana, no hay donde perderse. La elección es clara. Prefiero una política regida por este equipo que comanda la Casa Blanca".



Hace poco un funcionario de uno de los gobiernos que invadieron Irak respondió a mi consulta sobre el porqué "todo está sucediendo en un contexto de misterio y secretismo", con una frialdad envidiable: "No veo cuál es el misterio. Todo está claro y la tarea se está llevando a cabo y los objetivos se están cumpliendo". Para este funcionario, el procedimiento de la invasión y ocupación de Irak es secundario y se ajusta al "mantra" imperante y sigue la lógica de los aliados. El propio Blair lo dijo en su reciente visita a EEUU: "la historia a la larga dirá que teníamos la razón". Una declaración engañosa que ha demostrado que el mentado juicio histórico se irá construyendo con verdades a medias y con hechos nunca comprobados en su totalidad.



La lección Kelly



El "suicidio" del informante privilegiado de la BBC, David Kelly, de 59 años y asesor del Ministerio de Defensa inglés, ha dejado una lección atemorizante: quien se atreva a entregar información clasificada puede correr la misma suerte. Mensaje que no requiere explicitarse para surtir efecto: los otros "topos" han optado por sumergirse.



La fuerte presión que se ejerció sobre Kelly, que lo empujó a la muerte, confirma las aprensiones sobre el estilo con que se ha manejado el frente comunicacional en el episodio Irak: la acción es implacable y sus resultados deben ser inequívocos; el objetivo debe ser el planteado. Es decir, se acabaron las vacaciones como anunció Dick Cheney, el vicepresidente de EEUU en su discurso de proclamación antes de las elecciones.



Al ser requerida una de nuestras fuentes habituales, quien está bien situada en los corredores de Bruselas, nos adelanta que: "los contactos de esta naturaleza serán más esporádicos y tenderán a desaparecer, porque la malla de control se hace cada vez más tupida y las filtraciones serán detectadas por un sofisticado sistema de comunicaciones ya utilizado en la guerra en Irak. No habrá, gradualmente, ni teléfono móvil, ni correo electrónico que se les escape", sostiene R.J.V.



Y agrega: "no se trata de descifrar lo que uno dice, porque hay muchas formas de codificación eficaz. Lo que hará será detectar con quién te contactas y allí acaba el cuento. Todos los que pueden saber ‘algo’ son sospechosos y están bajo amenaza, no letal pero si de coerciones y presiones que desestabilizan. También se contempla ‘desactivar’ voceros públicos que puedan entregar información contraria a los objetivos. El cerco se estrecha. Pero esto deriva desde la preparación del conflicto en Irak. Esto se sabía, la BBC lo sabía y muchos lo sabían".



De este modo, el asunto Kelly debería hacer pensar a más de un jefe de Estado que el episodio Irak es la hebra de un hilo conductor que intenta uniformizar la opinión pública mundial para tener "la confianza" para operar en situaciones límite de seguridad.



En diez preguntas claves, encapsuladas por un lúcido artículo de Gaby Hinsliff, aparecido el 20 de julio pasado, en The Guardian, se percibe el hedor que emana desde el principio de la operación en Irak. Es el resultado de un proceso que se detecta muy tempranamente en la zona de guerra y que después de Kelly debería volver al tapete si el mundo no desea perder el derecho a la información veraz, la cual solo es posible sobre una plataforma de confianza y seguridad, y que se ha convertido en el nuevo objetivo a ser destruido por los aliados.



David Kelly fue una fuente clave instalada en lo más alto de la seguridad británica y que participó en situación decisivas y ultra secretas. "Tenemos prohibición de hablar con la prensa. Siempre fue así, pero ahora la situación es más crítica. Es un nuevo gulag en cuanto a libertad de expresarse, moverse, pero con buenas rentas y facilidades. Ningún profesional va a arriesgar 15 o 20 años de carrera, beneficios, sobre todo con la alta tasa de desempleo que hay en Europa", sostiene R.J.V. antes de colgar el teléfono.



Si el cerco se cierra sobre las fuentes confiables, será difícil saber lo que pasa en las bambalinas del mundo. Aunque tengamos los ojos bien abiertos, las inteligencias continuarán cerradas.



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