Publicidad

Crónicas Cínicas LI

Murillo y El Caluga caminan rápido por los atestados pasillos del Persa Bío-Bío. Es sábado en la mañana. Hay solcito pero hace frío. Franklin está lleno de gente. A este mundo de buscadores de picadas de muebles, de ropa, de gangas y curiosidades, de máquinas baratas o de rarezas, Murillo y El Caluga han venido en busca de Marco Roco, un comerciante en buenos CD de jazz y de películas en video.


El Guatón les ha dicho que Marco se sabe de memoria cualquier título que uno busque, basta con que le mencionen una escena o el nombre de un actor o que le tarareen una melodía, para que él se acuerde del título, del año de producción y del nombre del director. También puede, por tres lucas, encontrar una copia para vender.



El Negro le ha encargado The Serchers de John Ford, Mean Streets de Martin Scorsese y Pulp Fiction de Tarantino. El Caluga lo acompaña porque anda buscando una rareza de Darío Argento. A lo lejos divisan al Gordo que los espera leyendo frente al boliche de Roco, cuando se acercan, Murillo le dice al Guatón:



-¿Y este güeas no está?



-Nooo, Negro, pero ya viene. Cáchate ésta, responde el Guatón mientras le muestra una hoja impresa con un artículo bajado de Internet. El Negro examina el texto mientras el Caluga pregunta:



-¿Qué es?



-Es una entrevista a Gaspar Noe, compadre, le contesta el Negro.



El Caluga le vuelve a preguntar: ¿y quién es este compadre?



El Negro y Murillo le clavan una mirada de asombro mientras le contestan al mismo tiempo:



-¿No lo conocí Caluga?



El Caluga acostumbrado a la prepo erudita de sus amigos, los mira sin impresionarse y hace un gesto de interrogación con las manos. Murillo paternal le contesta:



-Es un realizador argentino-francés que hizo hace unos años la controvertida Solo Contra Todos y, ahora, acaba de estrenar en Santiago su muy comentada y escandalosa Irreversible.



El Caluga, entendiendo ahora de que están hablando, reacciona y les dice:



-Ah, ¿es esa peli de la violación que dura diez minutos?



-¡Sí, ésa!, le dice el Gordo con cara de compasión, luego termina el comentario explicándole:



– Es un poco reduccionista definir una película por una sola escena. ¿No creí?



-Sí, si cacho, ¿y que tal es?



Murillo, que ha estado leyendo el artículo, le contesta sin levantar la vista de la página :



-Yo a Noe, lo encuentro interesante desde que dejó a todo el mundo sorprendido con Solo Contra Todos. Es un realizador súper audaz, que se mete en mansos forros narrativos con los temas más escabrosos, los que resuelve contra viento y marea, a pesar de que algunos boludos lo tildan de ser un explotador gratuito del shock y la confrontación. A mí lo que me impresiona, es que siempre sus escenas, aún las mas duras, están perfectamente justificadas en el guión. Con lo que se prueba que es sólo un buen escritor de temas jodidos y no un aventurero o un patudo que escribe pa hacerse un nombre y ganar plata.



El Gordo toma, ahora, la palabra para explicarle al Caluga:



-Es un tremendo cineasta, Caluga. Tremendo. Cáchate que en este caso construyó la película con solo doce planos de diez minutos, contó la historia de atrás para adelante, con lo que te hace ir conociendo a los personajes al revés, o sea desde la locura de clímax a la dulzura del preludio, y más encima, hace que la cámara se comporte en el tono del estado de ánimo de cada secuencia, de uno dulce y ensoñador y quieto a uno pulsante, incisivo y violentoÂ…



El Negro, que ha seguido la conversa remata la explicación:



-Del delirio a la beatitud, de la locura y la destrucción al amor y la ensoñación. Es como si la cámara estuviera poseída por el alma de la escena.



-Y él la hizo ¿sabí?, interrumpe el Gordo. Murillo incrédulo le dice:



-¿Qué? ¿él hizo la cámara? Putas que es bueno.¡Notable! El trabajo de la imagen es notable, realmente…



El Gordo vuelve a comentar:



-Me encanta, además, como usa el sonido. ¿Te cachaste que a veces la imagen es tan abstracta que casi no se entiende? Lo único que la sostiene es la banda sonora… Increíble, ¿ah?



El Caluga, sorprendido por los elogios, les dice:



-Putas, yo por lo que leí, creí que era una película de pura explotación de violencia y sexo.



El Gordo le replica: ¿Tai loco? Es una peli súper potente, súper experimental y súper bien filmada. La crítica es muy güeona a veces, ¡de puro cartuchos que son!, se choquean con las secuencias por separado, a veces con un sola imagen, sin entender que lo importante es el todo y no pispan, como en este caso, de que es una peli con un potente mensaje humanista, una verdadera celebración de la vida, con una reflexión sobre el destino, el tiempo –el tiempo destruye las cosas– y sobre todo es una reflexión sobre la impermanencia del mundo material y de la existencia humana…



El Caluga, impresionado, les dice riendo:



-Igual que Todopoderoso, la de Jim Carrey que vi ayer con la Génesis. Me puteó hasta la casa por haberla llevado a ver tamaña pelotudez.



El Gordo triste le dice:



-Sí, ese es un cine penoso, yo a esa peli no la encuentro ni entretenida, ni divertida -que es para lo que se supone que está hecha- . Está tan mal pensada, que no deja nada a la imaginación ni a la sorpresa, todo es previsible y carreteado, la historia se ve venir de lejos y las muecas tontas del Jim Carrey, a estas alturas, están tan repetidas que me dan en las pelotas. Es el tipo de peli por las que Hollywood se da mal nombre y hace que el glorioso cine americano sea basureado por el mundo.



Murillo, que está terminando de leer la entrevista les dice:



-Y ese cuento de Dios, está tan súper explotado, que ya no se la puede pa sostener otra historia. Desde la comedia de Frank Capra –Es una Vida Maravillosa– hasta llegar a esta boludez, se ha usado tantas veces, que ya no lo hace funcionar ni el mismo Dios. Por lo demás ¿cómo pueden querer hacer una comedia con un personaje tan perno y poco simpático?



En eso los tres se dan vuelta, sorprendidos: por los estrechos pasillos del Persa viene entrando en tropel una murga con batucada, saltimbanquis, traga fuegos y zanquistas. El ruido en las estrechas callecitas de los libreros, es espectacular. Los tres se quedan mirando la magia del espectáculo con cara de tontos, siguen el avance serpenteante de la música con la boca abierta. La multitud sorprendida se detiene a aplaudir. Para sorpresa de los tres amigos, la murga avanza, ahora, directo hacia ellos y cuando está a un paso, se detiene. Los malabaristas y traga fuego hacen sus gracias, la batucada retumba. Con una señal del director, los tambores callan. Se hace silencio. Una payasita arriba de unos zancos se acerca y desde lo alto pregunta:



-¿Tú eres el Negro Murillo?



El Negro sorprendido y desconfiado, asiente con la cabeza. La chica entonces le dice sacando unas casetes de sus grandes bolsillos:



-Estas pelis te las manda el Marco Roco, dice que le debí seis lucas.



Mientras Murillo sorprendido se busca en los bolsillos la plata, la payasita se baja de los zancos, se acerca al Negro, le da un tremendo beso en la mejilla y le dice:



-El Marco dice que sería bueno conocerte porque tení buen gusto pa las películas y parecí un cabro simpático. ¿Tení algo que hacer ahora?



El Negro, sorprendido, le dice que no con un gesto de la cabeza. La payasita dice entonces:

-¡Flor!



Diciendo esto, la chica lo toma del brazo y se lo lleva, mientras la batucada vuelve a tocar. El Gordo y el Caluga lo último que escuchan es a la payasita que le dice al Negro Murillo:



-¿Querí almorzar?





* Luis Mora, realizador, comentarista y profesor de cine.
__________________




Crónicas Cínicas anteriores

Publicidad

Tendencias