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Tierras solitarias: Confines de la geo-estrategia

En medio de la situación iraquí y de Oriente Medio, es posible pensar que se abren o vuelven a surgir frentes en el extremo sur del mundo. El tiempo dirá si esto es mero ejercicio de análisis o simplemente un anticipo de lo vendrá.


La globalización a través de la expansión de los mercados y la economía, ha estimulado el candor de una difusa noción de fronteras. Conocidos analistas como por ejemplo el Ex Ministro de RREE de México Jorge Castañeda, argumentaba en la Revista Foreign Affairs, (Washington Primer Trimestre 2003) que las posiciones de Chile y México en el Consejo de Seguridad de la ONU al oponerse a la invasión de Irak, respondían a visiones arcaicas del concepto de soberanía. Era retroceder al período de la paz de Westfalia, en 1648, que se logró después de 30 años de guerra en Europa.



Con lo constatado en Irak, el valor de los territorios y las soberanías pareciera de pronto adquirir un nuevo vigor. Su valor real y simbólico surge con mayor relevancia que en los tiempos peak de la guerra fría. Por cierto, el móvil principal ha sido la riqueza del petróleo en la Mesopotamia del Irak. Según el periodista portugués Pedro Khron, que cubrió la guerra, en la franja que se desplaza de noroeste a sureste, por las laderas del Éfrates y el Tigris, cada Iraquí vive la paradoja de que en el subsuelo del patio de su casa hay efectivamente petróleo. La misma paradoja surge cuando del patio de cualquier iraquí ofuscado por la ocupación, aparece un mortero, un lanza-cohetes portátil que conservó de la guerra con Irán o Kuwait, y derriba un helicóptero. En la raíz de todo está la cuestión del territorio, su riqueza, y la identidad de quiénes lo habitan.



La nueva Doctrina de seguridad con acción preventiva -que hace su estreno mayor con la invasión de Irak- se ha implementado con una visión de lucha antiterrorista que impacta más allá del propósito para la cual se creó inicialmente. La doctrina, al ser aplicada, puede atravesar otras fronteras que no sean territorios con riqueza en petróleo. La doctrina puede atravesar cualquier zona donde se incube el terrorismo, como las áreas de intersección de tráfico de drogas y armas.



Pero también hay otras zonas, generadoras de riquezas a futuro y de patrimonio universal, que pueden ser sujeto de un tipo de intervención que entran en la lógica del control total, porque también incuban futuro serios conflictos. En estas zonas de "riqueza a futuro" y de futuros conflictos patrimoniales, es donde se ubica la Patagonia y la Antártida o continente antártico.



Son territorios que por los cuales aún no hay guerras abiertas y sórdidas como la de Irak, pero donde sí existen desde hace tiempo, procesos de competencias y predominio, cuyos trazos ya han dejado sus huellas y que corren por vías subterráneas, a veces imperceptibles y otras no tanto como es el ejemplo del diferendo del canal de Beagle entre Argentina y Chile, resuelto por una mediación papal en 1984. La disputa de las Malvinas, tema que está abierto y que también entra en este circuito. En el libro de divulgación de la CIA, World Fact Book, en el capítulo de Argentina y Chile, señala claramente que los EE.UU. no reconocen los dominios y atribuciones territoriales que reclaman para sí Chile y Argentina sobre el territorio antártico. El Reino Unido también observa la misma posición de los EEUU.

Estas zonas muy apetecidas, sea por una ley de disminución de los recursos naturales en las áreas tradicionales, o por el agotamiento de las fuentes productivas que impulsan la competitividad, son espacios despoblados, casi vacíos de obras, que adquieren día a día mayor importancia que el hábitat creado por la sociedad y sus sistemas.



En esa categoría se encuentran zonas como Alaska, las sabanas africanas , las llanuras australianas, los hielos del Canadá, la Siberia rusa y las planicies heladas en el extremo norte de Europa. El mar por supuesto está en esa vasta zona despoblada y plena de recursos.



La Patagonia como plataforma para la conquista de la Antártica



Los que piensan que el caso de espionaje frustrado que pobló los titulares de los medios en Chile y en Argentina, pero que pasó prácticamente inadvertido en los medios europeos y estadounidenses está cerrado, se equivocan. En el entramado descubierto apenas vemos la punta de iceberg. Efectivamente, desde la época de la guerra por las Malvinas entre Argentina y el Reino Unido en abril de 1982, en la que Chile apoyó a la alianza EE.UU.-Reino Unido, aún destila un sustrato de alianzas para objetivos de más largo aliento que no terminó en la soberanía momentánea de las Malvinas como territorio británico. El objetivo aun no alcanzado -y para el cual Chile y Argentina son claramente obstáculos- es el control del territorio Antártico por parte de la alianza del Atlántico-norte. La mirada para este control no es a 10 o 20 años. Lo que se proyecta va más allá, a 50 o 100 años.



En una conversación con El Mostrador, el científico argentino Miguel García-Romeo, que sigue el fenómeno del control científico del Polo Sur desde hace más de 30 años, sostiene que una vez terminado el domino bipolar entre la URSS y los EEUU, cualquier zona del mundo hay que situarla como permeable a la expansión de una alianza occidental para los fines que ésta considere apropiado. Por otra parte, la alianza anlgo-estadounidense en el Cono Sur va más allá de pretender controlar las islas Malvinas o las South George. "La ruta es más profunda, en ambos países no ha habido la suficiente atención para una visión a largo plazo. La soberanía de los territorios antárticos que reclaman Chile y Argentina, con mirada de globalización violenta y despiadada, es tema para analizar con más realismo".,agrega.

Desde hace varias décadas, y sobre todo desde que se produjo el conflicto en las Islas Malvinas, en 1982, los EE.UU. y el Reino Unido desarrollan una alianza estratégica de empeños mutuos para conquistar el Cono Sur de América del Sur y el territorio antártico, con fines "científicos y humanitarios". Los diversos tratados internacionales que amparan esta "conquista científica" se han desarrollado con la hegemonía de tres países fundamentales: EE.UU., el Reino Unido y Rusia. También se pueden sumar Japón, Francia y los países nórdicos, que por sensibilidad han estado siempre rondando la zona. (Para mayores detalles en los tratados consultar bibliografía de Oscar Pinochet de la Barra y Anuarios de la ONU).



Sin embargo, ahora esos tratados hay que verlos a la luz de la nueva estructura de poder dentro del marco de situaciones cambiantes a partir, no sólo del 1 de septiembre del 2001, sino de lo que esta detrás de la alianza anglo-estadounidense, que trasciende el ámbito de control de una determinada área del mundo.



En un artículo de Pedro Bey -en La Nación de Buenos Aires- el analista argentino en seguridad internacional Gabriel Tokatlian señala que "Argentina carece de una estrategia de cara al mundo, y que debe decidir su identidad" . En su análisis sostiene que la Patagonia pertenece a un sector geo-estratégico que adquiere cada vez más relevancia". Y agrega: "La propensión de los países, cada vez mayor, a cuidar sus espacios territoriales con activos estratégicos".



Pero esos espacios hay que ocuparlos no sólo con ejércitos, sino con programas educacionales, ambientales y con una línea de productividad, por la que el país haga suyo el territorio. De lo contrario aquellos con mayor caudal económico y poderío en general sustituirán a los Estados que no plantean estrategias de desarrollo en esos territorios. Es el caso de Tomkins en Chile, o como en otras partes: Flipinas (Mindanao), Angola, (Cabinda), Brasil (Amazonia) donde llegan capitales a través de individuos o compañías benefactoras para comprar y desarrollar territorios con sentido estratégico futuro.




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