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Intentos de desestabilizar Argentina encuentran nuevos aliados

Al margen del golpe que acusó la población tras el anuncio de que el país vecino formaba parte del itinerario de Al Qaeda, la alerta potencia la idea de una frágil Argentina que algunos intentan construir. Kirchner se enfrenta ahora a una disyuntiva: mantener grados de autonomía o ceder a las posiciones unilaterales de lucha contra el terrorismo.


La tendencia de los últimos meses, en que diarios, canales y revistas de toda la región daban cuenta de que cualquier país podía estar en la mira de Al Qaeda u otra red de terrorismo internacional, encontró su corolario en la confirmación de las propias autoridades argentinas de que se había recibido una advertencia precisa por parte de "distintos organismos internacionales".



La nación limítrofe, a ojos de la opinión pública, estaría en el itinerario de la organización de Osama Bin Laden, y eso alarmó al mundo, a América Latina y a Argentina en particular. La primera víctima de la divulgación de la noticia fue una población que ya ha sufrido los embates de la crisis menemista.



Pero al margen de la conmoción que generó en los civiles de esta parte del mundo, la comunicación puede también ser analizada desde una perspectiva política. La alerta a un territorio como América del Sur contribuye a la estrategia norteamericana de homogeneizar su visión de que la lucha antiterrorista debe negociarse a través del bilateralismo. En ella, claro está, Estados Unidos forma siempre parte del dúo.



La amenaza en Argentina significa, en lo inmediato, la posibilidad real de que el país se alinee en forma mas estrecha con la política exterior norteamericana, dejando así de lado los rasgos de autonomía demostrados por el actual presidente trasandino. Al mismo tiempo, la alerta viene a reforzar una realidad visible: la existencia permanente de intentos por desestabilizar, en todos sus planos, al gobierno de Néstor Kirchner.



Ya está el antecedente de los empresarios españoles, que han manifestado abiertamente su molestia con el Presidente argentino. Voces de empresarios chilenos han incluso hablado de "desconfianzas" hacia el Primer Mandatario.



"El esfuerzo para que el gobierno justicialista no consolide un proceso de renovación en un pacto social entre autoridades y ciudadanía, que el país necesita, es evidente. Kirchner ha logrado confianza, cuestión que se veía insólita hace ocho meses", señaló a El Mostrador.cl el sociólogo argentino y experto en seguridad internacional, Hernán Pereira.



El patrón antikirchnerista se extiende gradualmente y aumenta de intensidad fuera de Argentina. El evento de que el país esté siendo objetivo de Al Qaeda se suma a esta tendencia creciente de potenciar la idea de su fragilidad.



"El posible atentado claramente forma parte de esa campaña. Es al menos extraño que los servicios de inteligencia externos a Argentina lancen a la opinión pública una información de algo que se sabía como posibilidad antes que asumiera Kirchner", agregó el sociólogo.



La idea se potencia al recordar los contenidos de un documento del Pentágono, elaborado sobre la base de la doctrina de seguridad post 11 de septiembre. En él se destacan los principios fundamentales del combate antiterrorista, sosteniendo que la lucha deberá ser "dirigida contra cualquier elemento de la sociedad que tenga o haya tenido vinculaciones o hayan cometido actos de terrorismo o insurgencia".



Esos "insurgentes" que desestabilizan el sistema son, para EEUU, los miembros del partido Baas y la resistencia en Irak. Pero, para el país norteamericano, en América Latina también existen grupos con esas características. Así, la mirada ahora está puesta en los ex montoneros, algunos de los cuales ocuparían posiciones claves en el gobierno de Kirchner.



Tales relaciones han sido subrayadas por diversos medios trasandinos, los que, a partir de septiembre de este año y como parte de la campaña antikirchnerista, comenzaron a publicar semblanzas del justicialismo-montoneros, y, deliberadamente o no, dieron cuenta de vínculos entre el grupo y el propio Primer Mandatario, incluyendo también al ministro de Relaciones Exteriores.



No es extraño, pues, que la creación mediática de una Argentina frágil -avalada en lo "objetivo" con las críticas del empresariado español, la constatación de autoridades con pasado montonero y el supuesto aislamiento frente a los vecinos, entre otras muchas cosas- se profundice aun más con esta amenaza de atentado terrorista.



La "alerta" también pone al gobierno de Kirchner en una disyuntiva: mantener grados de autonomía o ceder a la dependencia hacia Norteamérica, sumándose así a su estrategia única en contra del terrorismo. Esto, a pesar que el Presidente argentino ha demostrado en la práctica su condena a este tipo de acciones a través de su insistencia en que se juzgue a los responsables del atentado a la AMIA. Con todo, la fragilidad de los países parece construirse según el grado de autonomía de su política exterior.



La lucha antiterrorista aun no se extiende como estrategia del sistema multilateral que ampara Naciones Unidas, pues el organismo todavía no se recupera del golpe tras la invasión unilateral a Irak. En este contexto, el multilateralismo decae en todos los planos. Ahí está la solicitud de mar para Bolivia, asunto que se insiste en que sea tratado como un problema bilateral aun luego de las declaraciones de Kofi Annan. Está, también, el acuerdo entre India y Pakistán, y la solución a la crisis de Georgia.



Mientras el multilateralismo no se reconstruya en base a las nuevas amenazas, donde sólo una de ellas la constituye el terrorismo de Al Qaeda, los países aparentemente frágiles seguirán dependiendo en forma creciente de sus relaciones bilaterales y de su posicionamiento respecto a los EEUU.



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