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Aislamiento, multilateralismo y conflictos marítimos con Bolivia

En la era de la globalización, poco efecto han tenido los organismos internacionales y la fragmentación del multilateralismo obliga en forma creciente a operar con acuerdos entre países. Si naciones latinoamericanas aglutinan fuerzas, el enfoque bilateral puede también funcionar en países más pequeños, con altos grados de autonomía.


Los sucesos de las últimas semanas han demostrado que aquellos países que sufren conflictos circunstanciales con otras naciones son comúnmente criticados por su "aislamiento". Pero ni el término ni el análisis que subyace en él se ajustan a la realidad.



Según el analista argentino Eduardo Bustelo, consultor internacional de la ONU y profesor de ciencia política, es el unilateralismo de la doctrina Bush el que fuerza a los países a adoptar la vía de las negociaciones entre dos. "No es que las naciones estén más aisladas, sino que tienden a depender más de Estados Unidos. Lo que aparece como aislamiento es, en el fondo, una mayor dependencia hacia el país norteamericano".



En una globalización con órganos internacionales degradados y que ya no responden a los requerimientos -están como ejemplos los rompimientos en la Organización Mundial de Comercio, en la Corte Internacional de Justicia y en la cumbre de Johannesburgo, así como también la misma invasión a Irak-, el tejido se observa profundamente dividido.



La fragmentación del multilateralismo revela su fragilidad intrínseca y obliga a operar en forma bilateral, pues esta fórmula es la que históricamente ha dado más frutos: los acuerdos entre países muy pocas veces han necesitado del sistema internacional.



En este escenario, no resulta extraño que un tratado histórico como el que firmó Chile y Bolivia se mantenga en el espacio que le corresponde y sean desestimadas fácilmente las alusiones en torno a la mediterraneidad del país vecino, provenientes tanto del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, como del propio secretario general de la ONU, Kofi Annan.



Contrario a lo que se pudiera esperar, en la era de la globalización es cuando los organismos internacionales menos efecto han tenido.



El "aislamiento" de Chile



En las esferas del poder de Argentina, Perú y Bolivia existe una corriente de pensamiento predominante: mas que descomponer las relaciones con sus vecinos, el éxito de Chile en las negociaciones con Estados Unidos y Europa ilustran un camino.



Observar las negociaciones llevadas a cabo por Chile con la Comunidad Europea y con los vecinos Perú, Argentina e incluso Bolivia (la posibilidad que ese país exportara gas a través de Chile surgió, precisamente, de una negociación, aun cuando ahora existan sectores que no estén gratos con ello), implica considerar como probable que nunca antes la nación haya estado más conectada con el mundo y con sus más cercanos.



Diversos analistas de la región señalan que Chile se destaca en el escenario latinoamericano y ni las críticas a la conducción del tema indígena efectuadas por el relator de la ONU Rodolfo Stavenhagen, ni los eventos de corrupción en el aparato público, ni los temas aun no resueltos en derechos humanos, han empañado esa visión externa. Se destaca, en cambio, el rol fundamental que el país está jugando para abrir en la región las difíciles puertas comerciales en EEUU y Europa.



Esta visión favorable a Chile y su posicionamiento internacional no significa, sin embargo, que el país no haya sido negligente en sensibilizar a sus vecinos de las posibilidades que se abren con los TLC, no sólo para sí mismo sino también para las naciones más inmediatas. Tampoco, en la idea de que los tratados no significan aumentar los grados de dependencia.



Adicionalmente, se critica de los gobiernos chilenos la baja capacidad de diálogo, especialmente con Bolivia y en lo relativo a las dificultades en el entendimiento con ese país que se vinculan al estatus de representación, pues en ambas naciones sólo existen oficinas de agregados de negocios.



Ahora bien, los problemas de Bolivia son mas profundos y estructurales que una salida al mar. Sebastián Pedaglio, periodista peruano, afirma que los problemas históricos de soberanía con Chile no son una prioridad ni en su país ni en Bolivia, en comparación con los conflictos estructurales sociales, políticos y económicos.



El desarrollo económico del país no depende necesariamente de esa aspiración de salida al mar, sino más bien de la posibilidad de articular un acuerdo con los países de la región para el uso de las costas chilenas. Esto, en función de necesidades de la nación limítrofe, pero también de la región en su conjunto.



El uso de las costas chilenas como puerta al comercio en el Pacífico Sur también es una necesidad para Brasil, Argentina y los países del Atlántico. Si tres o cuatro naciones aglutinan decididamente sus fuerzas, aprovechan las posibilidades y se unen con independencia, el bilateralismo que predomina en el concierto internacional puede también funcionar en estos países más pequeños que EEUU. Bolivia, incluso, puede ser un corredor para los propios brasileros y Argentina puede tener una "salida" al Pacífico a través de Chile.



La globalización, como se plantea hoy, necesita soberanías menos rígidas y fronteras menos nítidas. Pero Chile insiste en invocar el tratado bilateral con Bolivia para reafirmar su independencia. Tal vez la razón de esa actitud esté en otra problemática: la Antártica.



Es sabido que los países europeos y Estados Unidos, que son los que lideraron la invasión a Irak, no reconocen el derecho de Chile en la zona más austral del mundo. Nuevamente aquí, el sistema internacional no ha podido solucionar los contrasentidos y contradicciones.



Y es que los derechos de Chile sobre la Antártica -también, claro, los argentinos- sólo pueden ser mantenidos con bilateralidad. Así, de abrirse una discusión internacional respecto a Bolivia, este otro tema también podría pasar a formar parte de la agenda. La soberanía como concepto básico es algo que el país no puede sino reservarse.



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