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José Miguel Insulza y el complejo ajedrez de la OEA

Diplomacia y seguridad de que la incertidumbre puede ser mantenida bajo control son elementos vitales. Los actores en juego son varios y con Cuba y Venezuela será necesario mejorar las relaciones. En cierto contexto, el apoyo argentino y del Mercosur resultan clave. Aunque no está oficializada la decisión del Caricom, se estima que el organismo dejará en libertad de acción a sus miembros.


Pese a que el gobierno de Chile no ha oficializado la candidatura del ministro del Interior José Miguel Insulza a la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos, el anuncio de que estudia hacerla efectiva en los próximos meses movió una serie de piezas ya acomodadas en el difícil ajedrez del sistema de relaciones multilaterales del continente. Algunas son formales, otras se relacionan con los movimientos y ajustes políticos que se vienen produciendo en América Latina y en las naciones anglófonas del Caribe.



Desde el punto de vista formal puede citarse el apoyo que ofreció al presidente salvadoreño, Francisco Flores, el Secretario de Estado de EEUU, Colin Powell. En noviembre pasado, en efecto, Powell manifestó que en su gobierno ven «complacidos» la candidatura del primer mandatario al secretariado de la OEA. Cuando a fines de julio el presidente de El Salvador visitó Chile, dejó en claro que su gira no se vinculaba a la ya entonces anunciada candidatura.



Sin duda, en la reunión entre representantes del Mercosur y de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), iniciada en la tarde de ayer en Montevideo, el tema Insulza, aunque no en la agenda oficial, ocupará algún tiempo de los dignatarios. La cumbre semestral programada Mercosur-CAN tiene como objetivo sentar bases para un acuerdo comercial entre ambos bloques, independiente de las negociaciones por el Tratado de Libre Comercio de las Américas que impulsa EEUU, que no concita unanimidad en América del Sur. En esta reunión se espera que Perú ingrese -en la misma calidad que Chile y Bolivia- como socio comercial del acuerdo que integran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.



Las naciones que integran el CAN son Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú. Chile, uno de sus impulsores en otra época, se retiró del pacto bajo el gobierno de Pinochet.



El tablero antillano



Los dos candidatos oficiales para el secretariado de la OEA son centroamericanos: el ex presidente de Costa Rica, Miguel Ángel Rodríguez, que gobernó entre 1998 y 2002, y el presidente salvadoreño, Francisco Flores. Ninguno de los dos ha manifestado voluntad de ceder la postulación a su rival. El gobierno de Costa Rica, al contrario, tiene una «caja electoral» de unos 150 mil dólares para viáticos y viajes de tres funcionarios de su cancillería para promocionar la candidatura de Rodríguez en la región.



En la reunión del Caricom, que agrupa a los Estados ribereños del Mar de las Antillas (o Mar Caribe), celebrada en Santa Lucía en noviembre, no hubo pronunciamientos -el tema no se discutió formalmente- ni trascendidos acerca de eventuales tomas de posición ante la futura administración de la OEA. En la actual, que se realiza por estos días, no ha existido aún un pronunciamiento oficial, pero se estima que el organismo dejará en libertad de acción a sus miembros para optar por el candidato que consideren el mejor.



No se descarta que algunos votos de países angloparlantes sean para Insulza ni que ello se logre gracias a Fidel Castro.



Dos países influyen -por su peso específico en el área- en las relaciones que se plantean en los Estados-islas, la mayor parte de habla inglesa, con el Caricom. Uno es Cuba, que ha tejido a lo largo de los años una fina red de influencias basada en la confiabilidad que sus vecinos le otorgan. Cuba participa activamente en la vida caribeña en lo fundamental con su asistencia en materia de salubridad, educación y en el plano deportivo.



El otro país de tradicional influencia en la zona es Venezuela. Con su larga costa caribeña, Venezuela es para América del Sur la puerta antillana, y para las naciones antillanas la puerta de entrada a América del Sur. Fue un país caribeño, Haití -el primer Estado independiente de América Latina- el que financió los primeros intentos de Bolívar. Los habitantes de Aruba, ex colonia holandesa, dependieron casi exclusivamente del suministro de agua potable que por décadas obtenían en las costas del estado occidental venezolano de Falcón.



Fuentes de El Mostrador en la Organización de Estados Americanos y en el Caricom coinciden en que el rechazo del gobierno cubano a la postulación de Flores no significa necesariamente un apoyo al costarricense Rodríguez. Por su parte, en Venezuela, el Palacio de Miraflores reaccionó con cautela ante la irrupción de la precandidatura de José Miguel Insulza.



Si se toma en cuenta -agrega una de las fuentes- la «buena química» entre Fidel Castro y el presidente venezolano Hugo Chávez, es muy probable que ambos Estados se abstengan de intentar discutir, por los canales diplomáticos habituales, las candidaturas con sus pares antillanos. Si ello ocurre, y es escasa o nula la influencia costarricense o salvadoreña en la zona, en junio estaremos en presencia de una votación diluida. La oficialización de la candidatura de Insulza no haría variar este cuadro.



¿Una pieza clave?



Eso, a menos que entre en juego la hipótesis de una pieza clave; en este caso la cancillería argentina. Tanto Rafael Bielsa, ministro de RREE de Argentina, como Néstor Kirchner, se sienten muy cómodos con el estilo, la fluidez y el estado de las relaciones de todo orden con el Gobierno de Ricardo Lagos.



Conviene tener presente -insinúan en Buenos Aires, en comunicación telefónica con este medio- que la prioridad geoestratégica de la Casa Rosada en estos momentos es fortalecer y expandir el Mercosur, en consonancia con la política de Brasil. La reciente gira del presidente Lula al Golfo Pérsico fue realizada tanto en su calidad de gobernante de Brasil como de integrante del Mercosur.



En tanto Itamary concentra esfuerzos en la CAN, Argentina considera hacer llegar el Mercosur más lejos, más allá de Venezuela, con la que se negocia, lo mismo que con Colombia, el status de socio comercial. El presidente Kirchner no vería con malos ojos una futura eventual presencia cubana en el pacto regional del Sur, aunque todavía no se discutan los términos de esa presencia.



En Cuba se suelen separar las cuestiones de Gobierno de las razones de Estado, y en su interior la figura de José Miguel Insulza ha sido analizada. Para la generalidad de los sectores políticos influyentes en América Latina, el actual ministro del Interior resulta una personalidad con dotes de liderazgo que podría -es una estimación- aportar para revitalizar el hoy degradado sistema multilateral. Una de las razones de su debilitamiento es la elección de Washington por zanjar las diferencias y plantear las negociaciones en término bilaterales: con cada país por separado.



En este sentido, de concretarse la aspiración a la candidatura de Insulza, éste -en rigor el Gobierno de Chile- debería amortiguar el peso que tiene ante la opinión pública latinoamericana y en algunos sectores del espectro político, la firma del TLC con EEUU. Muchos observadores no lo ven imposible y citan como ejemplo la independencia mantenida por el representante chileno en la ONU ante el pedido de EEUU de sumarse a su acción unilateral en Irak.



Kirchner, tal vez, podría constituirse en la pieza clave para la flotabilidad de la candidatura Insulza a la OEA, si se plantea el tema en las conversaciones con Cuba y Venezuela y si éstos, pero especialmente el primero, deslizaran por el Caribe que no ven con malos ojos al candidato. Para ello es evidente -afirman en Buenos Aires- que, primero, el gobierno argentino debe adherir al intento de Insulza, Chile probablemente deba bajar la tensión con Venezuela y, last but not least la candidatura del ministro debe quedar oficialmente presentada. Y eso está por verse.





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