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Monterrey: lejos de la integración, cerca de la alienación

El ejercicio de los saludos y los esfuerzos por encontrarse o no encontrarse de algunos jefes de Estado, se cumplió. No hubo novedades, fue un cuasi fracaso anunciado. Acaso termine el ALCA como la ALALC, olvidado por todos. Pese a que la consigna dominante parece ser Tratado de Libre Comercio o nada.


Es la cuarta Cumbre bajo esa égida: la palabra mágica presidentes o jefes de Estado que lo dice todo. Que es un invento de los Estados Unidos, lo es. Los periódicos europeos, con la excepción de los españoles y algún portugués, simplemente no la abordan. El País le da importancia por el rol de poder subsidiario o subrogante en la región suramericana que cumple España por la alianza Bush-Aznar. Pero la Cumbre apenas si tiene una reducida resonancia internacional (del tipo que generan las Cumbres asiáticas o africanas).



La razón es muy simple: para el resto del mundo, las Américas es una región que funciona bajo el dominio aplastante de la potencia mundial number one. Para qué gastar letra y palabra, si es un territorio donde la incumbencia de otras potencias se ha convertido en mínima.



Han pasado más de 40 años y América Latina se encuentra en la encrucijada de adherir al plan de los EEUU y echar a caminar el ALCA -una zona FTAA: Free Trade Agreement for the Americas, en inglés- o prácticamente perecer. El Mercosur, la alternativa planteada desde el subcontinente, no alcanzaría para solventar una iniciativa contraria con el mismo peso específico.



EEUU pretendió, en la cumbre de Monterrey que se resolvieran, de una vez por todas, las dudas continentales respecto de crear una amplia zona de libre comercio y que definitivamente los rijan a partir de 2005. El intento estadounidense de formar el ALCA implica erradicar cualquier posibilidad de que en América Latina y el Caribe se forme una suerte de Mercado Común, al estilo de la Comunidad Europea de Naciones -creado en 1957- que, a su vez, sea un paso hacia la integración de los países del área. El modelo europeo siempre ha sido una cuestión de fastidio para los estrategas norteamericanos, sean éstos de corriente demócrata o republicana.



Un mercado común latinoamericano golpearía las aspiraciones estadounidense de controlar absolutamente la región. Lo reconocen especialistas de las Instituciones de Brookings en Assesing the impact of NAFTA, Washington 1992. El largo camino que llevó a la integración europea no era apropiado para esos tiempos. Las Cumbres son claramente un invento de EEUU para conseguir una zona de libre comercio, que incluya a los 34 países de la región, desde Canadá hasta Chile.



La primera partió en Miami (1994) cuando se consolidaba el NAFTA con México y Canadá, mientras Chile y Argentina postulaban vehementemente. Eran los días del segundo ajuste estructural en las economías de la región, con fuertes desregulaciones en las agendas de empleo y rígidas ordenanzas para frenar el gasto social.



Cumbres: sombras nada más



Las Cumbres encuentran su razón de ser en el acuerdo sobre los temas de la convocatoria, una declaración final que lo recoja y un plan de acción, modalidad introducida a partir de la Primera Cumbre Mundial de Presidentes, en 1994, cuyo tema fue la infancia, obra y gracia de James Grant entonces Director de la UNICEF. La primera Cumbre, en Miami, expresaba en su declaración y plan de acción, moderación y gradualismo en la estrategia para establecer acuerdos comerciales y resaltaba aspectos de gobernabilidad, pobreza, y DDHH. La segunda tuvo lugar en Santiago de Chile, en 1998, cuando Bush Jr. no existía. La declaración y plan de acción acentuaron aún más los aspectos humanos del desarrollo.



La tercera fue en Quebec (Abril, 2001). Ya ejercía el poder Bush Jr. Aquí desaparecen los énfasis en el desarrollo humano, se intensifica la presión sobre una amplia zona de libre comercio, aparecen con más fuerza los elementos de seguridad nacional, gobernabilidad, confianza, liderazgos y corrupción. El plan de acción incorpora mecanismos restrictivos de control de situaciones supuestamente proclives a la inestabilidad regional: narcotráfico especialmente. Por primera vez se establece el concepto de «amenazas multidimensionales» a la seguridad. Acaso se palpara en el ambiente lo que vendría cuatro meses después: el 11 de septiembre de ese mismo año.



Alturas de la Incertidumbre



La aspiración de EEUU por alinear rápidamente a los 34 países, para que la zona de libre comercio quede en firme en 2005 encontró resistencia en Monterrey. Pero no sólo por el ALCA. Esta cumbre, hay que recalcarlo, ocurre después del 11 de septiembre en un contexto de relaciones internacionales muy diferente a la que existía en 2001. Hay un telón de fondo marcado fuertemente por la ocupación de Irak y el derecho internacional amenazado por esta ocupación. Todo ello obliga a repensar el objetivo de estas cumbres más allá del intercambio comercial.



De algún modo EEUU llegó debilitado a México, sin desmedro de que la popularidad relativa de Bush en su país se mantenga. Aún considerando que el área militar EEUU tiene mucho que ofrecer a través de los consorcios del armamento que operan en Irak y Oriente Medio. Y que también puede utilizar -como durante la crisis previa a la invasión de Irak- los brazos económicos de la globalización, como el FMI y el Banco Mundial, para presionar a los países con problemas crónicos de liquidez.



Sin embargo, en otras áreas de la diplomacia -tales como generar marcos conceptuales de funcionamiento armónico, estimular climas de confianza creíbles y sustentables en el mediano plazo, producir resultados concretos en negociaciones ante situaciones de conflicto limite, EEUU llega a este encuentro con un marcado déficit de resultados. Quizás el más pobre de su historia, desde la guerra de Viet Nam. Esta mala perfomance internacional ha sido comentada con insistencia por analistas como William Pfaff , Paul Krugman y, hasta septiembre, por el recientemente fallecido Hugo Young.



«Nada nuevo va a salir que no sea la declaración oficial con la retórica de siempre: asegurar estabilidad política con gobernabilidad democrática, mejorar la seguridad de la región, ahora en la lucha contra el terrorismo internacional -palabra que no estaba en las otras declaraciones-, disminuir la brecha entre pobres y ricos, la sustentabilidad de las economías; más el mensaje habitual de asegurar disciplina fiscal y el pago de la deuda externa. Todo eso ensamblado en el esquema de articular zonas de libre comercio», señaló a El Mostrador.cl Jaime Mariscal, economista y especialista en planeamiento mexicano, que colaboró en la redacción de materiales presentados en la Cumbre.



El Presidente venezolano, Hugo Chávez, declaró a la prensa que «estas cumbres no sirven, se viaja, se gasta dinero, y las personas continúan en la pobreza» . El demagogo Chávez, como lo llaman algunos sectores de opinión, habla con el pulso de la calle, del ciudadano común. Existe la sensación de que estas cumbres multipresidenciales no resuelven los problemas centrales de las sociedades y que sus resultados tangibles los perciben sólo los políticos que las organizan.



SH Dayal, consultor indio que trabajó en el gabinete de Javier Pérez de Cuellar, sostiene que «son ejercicios de gobernabilidad, con alto impacto mediático, cuyos frutos los obtienen los que participan en ellas. Son exactamente lo que son: reuniones cupulares para resolver los problemas que existen entre las cúpulas. Los preparativos no vienen acompañados de un ejercicio previo de participación ciudadana; no hay debate parlamentario que los anticipe».



El tono de algunas declaraciones y el ambiente sombrío palpable en Monterrey, fueron el reflejo del ambiente de desconfianza por los procedimientos y de falta de unanimidad respecto de una serie de temas claves, como Irak, Cuba y las negociaciones en la OMC.



Que las autoridades argentinas y brasileras hayan constatado que las aspiraciones estadounidenses son hacer fracasar el Mercosur, son muestras evidentes de que estas cumbres deberán replantear sus objetivos y metodologías.



«Hay muchas cuestiones previas que no son debatidas en profundidad en los propios países y que acuden a estas cumbres un poco por la inercia de los acontecimientos. La marcha hacia una comunidad comercial en clave de TALC o FTAA, no se resolverá por acuerdos de cumbre, mientras a nivel nacional no se discutan los pro y los contra de este tipo de asociaciones», según Gerson da Cunha un economista avecindado en América Latina que se encuentra en Monterrey.



Alineamiento no es el término que más entusiasma a los encaramados en el poder hoy en Latinoamérica; tampoco a los analistas de turno, que niegan esa posibilidad cuando EEUU presiona para que los países adhieran a los fundamentos y objetivos de su política exterior. Encuentran simplista el término e inadecuado a la realidad. A veces, hasta ofensivo». Nadie se alinea o no se alinea con EEUU. Son fases de un proceso de negociación. Tener tratados comerciales con los EEUU no es someterse, si el término alinearse es para describir esa situación», afirma un oficial de gobierno que pidió reserva de su nombre.



Otro funcionario dispara a la bandada: «Como siempre, es una cumbre con varias agendas, de las cuáles, la pública es la menos importante. Las delegaciones cuentan con las bilaterales, donde se debaten los temas con más presión». Es difícil acercarse a los oficiales de Gobierno. Veinte años atrás obtener una breve nota era más fácil, había menos laberinto, menos secretos, menos vaivenes, menos actitudes imprevisibles, menos de todo eso que llama a la incertidumbre.



El mito del arancel cero



Felipe Herrera fundador y director del BID, a fines de los años 50 a raíz de la formación de la Asociación latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), señaló que Latino América debía formar una comunidad económica con un elemento central: el arancel cero, en un plan gradual de desgravámanes.



En ese sentido, después del NAFTA, el TLC de Chile con Estados Unidos, es la primera concreción de la antigua aspiración regional sobre liberación arancelaria. El arancel cero es un punto de partida, pero en el fondo, debería ser el punto de llegada para el análisis de muchos otros pasos previos, como la capacidad de sustentar los niveles de intercambio de los países que entrarán en TLC o acuerdos bilaterales bajo el sistema ALCA.



Felipe Herrera y otros analistas de la época manifestaron que los acuerdos de intercambios comerciales deberían tomar debida nota de los aspectos internos de desarrollo de los países y de sus capacidades. «No podrá haber acuerdos eficientes, sin una efectiva solidez de las economías. Tampoco se puede esperar que los intercambios resuelvan problemas estructurales de las economías nacionales» decía Felipe Herrera en 1971. «La alternativa continental es forma una comunidad económica».



Eso es lo que América Latina y el Caribe no han podido formar y que ahora, probablemente, y por las próximas décadas, verá sepultadas las posibilidades de constituirlo. Las viejas aspiraciones de estadistas de fuste y de admirables tecnócratas de hace 50 años, cada vez se ven más lejanas ante las propuestas del ALCA.



Para algunos analistas -Bustelo, Serra- el TLC actúa como caballo de Troya en la región, para desbancar al Mercosur. Todo dependerá de la capacidad de los propios países para operar en forma autónoma de las presiones de los EEUU, que ya lanzó su postura sin ambigüedades: ALCA o nada.



El precedente de la ALALC



Notablemente, la creación de la comunidad económica europea es de 1957 y la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio es de 1960. El tratado suscrito en Montevideo tiene a Chile como país firmante, junto a Argentina, Brasil, México, Paraguay, Perú y Uruguay. Posteriormente adhirieron Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela. Era un tratado con presencia predominante de América del Sur, más México. La ausencia de países centroamericanos y del Caribe respondía a las claves de la guerra fría y la fuerte presión que hizo EEUU para que la ALALC no se cimentara sobre bases más amplias. La ALALC nunca se consolidó y el ímpetu inicial quedó en la nada.



Crear áreas de libre comercio es una antigua aspiración de los procesos de integración política y económica que se ha intentado abordar en la región. Por región, se llamaba estrictamente hace 45 años a Latinoamérica y el Caribe. A EEUU se le excluía casi naturalmente, por tratarse de una potencia desarrollada. La superficie se altera, el sustrato se mantiene.



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