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Los cuatro tonos del paisaje de Chile

Bajo la dirección de la geógrafa Pilar Cereceda y la obra de la fotógrafa Tali Santibáñez, el volumen propone un trazado no tradicional: ni desde el norte hasta el sur, ni desde la Patagonia hasta el altiplano, sino desde el azul, pasando por el verde y el amarillo, hasta el blanco. 180 fotografías que convocan a experimentar la serie de tonalidades del territorio nacional.


Pese al acuerdo cerrado sobre la belleza de la paisaje de nuestro país, la longitud de Chile y las complicaciones propias de una geografía que se eleva, hunde y esconde en su trayectoria desde el desierto hasta el hielo, el ciudadano común no siempre logra superar la idea y llegar a experimentar las posibilidades sobrecogedoras de nuestro territorio.



Todo suena a lugar común o frase hecha cuando se intenta hablar de la belleza de Chile, sin embargo casi cada palabra es cierta. En un intento -otro más- por captar y conservar el paisaje nacional, Banchile acaba de editar un volumen que en 180 páginas de fotografías de excelente factura, recorre nuestro territorio, teniendo como principal guía los colores que caracterizan nuestra naturaleza: azul, rojo, verde, amarillo y blanco.



Bajo la dirección de la geógrafa Pilar Cereceda y la obra de la fotógrafa Tali Santibáñez, "Los colores de Chile" propone un trazado no tradicional: ni desde el norte hasta el sur, ni desde la Patagonia hasta el altiplano, sino desde el azul hasta el blanco. No desde el mar hasta la nieve: la geografía natural, aunque total y fundamental, es complementada por la humana intervención humana en el paisaje.



Iglesias, llanuras, viajes en kayak, viaductos, lagos, barcos, casas, viñas, ciudades, montañas, niños, desiertos, bosques y cielos, integran entre muchos otros los paisajes que retrata el volumen. 180 fotografías en las que Tali Santibáñez está a merced del juego de luz y sombra, instalada en climas definitivos, llevando a Chile a una postal prístina y brillante.



Aunque que Pilar Cereceda describe a Chile en la introducción del libro como un territorio ocupado por el hombre y su trabajo, "Los colores de Chile" en realidad muestran un paisaje en total desocupación, virgen por momentos. Los humanos, si aparecen, son unos pequeños seres integrados al paisaje, perdidos en él. O bien, extraños definitivamente. Es decir, Chile es un paisaje o todos los paisajes posibles.



Justamente tal condición de paisaje total, aparece como una invitación al recorrido. Es decir, entre las cosas que motiva Tali Santibáñez, es cierta envidia: viajar por Chile con una cámara al hombro puede que sea uno de los mejores trabajos posibles. Labor que por lo demás, ella realiza con un estilo eficiente y pulcro. No exactamente aburrido, pero enmarcado dentro de la tradición de la fotografía de paisaje, sin proponer una nueva visión de la reiterada belleza chilena.



Sin embargo, y ese marco tradicional, "Los colores de Chile" cumple con lo que se propone: un recorrido por nuestra geografía a través de las distintas totalidades lumínicas, enfatizando una supuesta virginidad del territorio. En suma, postales turísticas, que aunque pretenden reemplazar el viaje, en el mejor de los casos, convocarán a algunos elaborar un plan y salir a recorrer el país.



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