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«Crímenes delicados»: Una crítica social disfrazada de comedia

Bajo la dirección del argentino Antonio Leiva, "Crímenes delicados" irrumpe en el circuito comercial con un montaje cargado de humor negro y crítica social. Francisca García Huidobro, Alejandra Herrera y Alex Rivera protagonisan esta "comedia con contenido" que cuenta la historia de un matrimonio acomodado que se propone asesinar a su nana para salir de su monótona existencia.


Tomando distancia de la manoseada corriente de obras que ahondan en temas sexuales y las crisis de la pareja, "Crímenes delicados" irrumpe en el circuito del teatro comercial planteando una comedia de humor negro con una buena dosis de crítica social. Escrita por el brasileño José Antonio de Souza, quien es autor de varias series para la Red Globo, Crímenes Delicados se define a sí misma como una comedia con contenido, donde los personajes retratan los males de la sociedad actual envueltos en una situación absurda y extrema.



El encargado de dirigir esta adaptación de la obra es el actor argentino Antonio Leiva, quien dirigió la famosa obra "La Lección de Anatomía". Mediante un montaje con una estética muy bien cuidada, el texto se adentra en la realidad chilena, haciendo un análisis que llama a la reflexión en torno a fenómenos que nos invaden últimamente, como la farandulización de la sociedad y la superficialidad con que enfrentamos los hechos que protagonizan el día a día.



En este intento por plantear un montaje reflexivo la obra no logra concretar los objetivos que se propone, tanto en la crítica como en el humor. Es decir, ni la comedia negra ni la reflexión logran desarrollarse plenamente en escena. Si bien los guiños a la prensa, la farándula y la política nacionales son evidentes y por ende logran el grado de identificación necesarios, la crítica social navega a la deriva en medio de la delirante representación del argumento de la obra.



En Crímenes Delicados, Lila y Hugo (Francisca García Huidobro y Alex Rivera) son un matrimonio desgastado, a quienes el dinero no les ha dado la felicidad. En medio del tedio, Lila despierta con ansias de matar, sin una razón más profunda que el simple deseo de hacer algo que la haga trascender, de manera "sofisticada". Lila quiere tener su portada en los diarios y así ser "alguien", y qué mejor manera de hacerlo que a través de un crimen perfecto.



Con frialdad y mucho humor negro, Hugo y Lila van configurando su plan, como si fuese una tendencia más de las muchas que han explorado para salir del hastío que inunda sus vidas y darles un nuevo sentido, como las clases de yoga, el feng sui, las flores de Bach, y toda corriente espiritual de moda. Decididos a convertirse en criminales, la pareja toma la determinación de deshacerse de su empleada Ifigenia. Representada por la actriz Alejandra Herrera, esta joven e inocente empleada peruana se convierte en la víctima, un papel que no está dispuesta a desempeñar en esta historia.



Sin duda, tras esta descabellada trama existe una serie de críticas sociales y una reflexión planteada a través de la ironía. En medio de alusiones a la farándula, escándalos sexuales y morales, y a la violencia que es parte de lo cotidiano, los personajes van dando cuenta de un mundo desquiciado, no muy ajeno a nuestra realidad. Cada uno de los personajes plantea una crítica mordaz a la mediatización de la sociedad, y el afán de fama y trascendencia que se convierten en una obsesión sin límite.



A pesar de esto, la ácida mirada a la sociedad queda apenas esbozada tras el absurdo de la situaciones y la exageración de los personajes. La relación del matrimonio y el desgaste que los lleva al límite, o la obsesión de la nana por no ser la víctima son conflictos que apenas aparecen en medio de un desplante de "efectos especiales" y situaciones delirantes. En definitiva, el tono de comedia termina tapando la profundidad de la crítica que se propone plantear, y la intención de remover la conciencia del espectador y generar una reflexión más allá de la anécdota queda pendiente



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