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Kerry y Bush enfrentan el test de una elección de importancia planetaria

Mientras el demócrata es el candidato favorito en las encuestas que se han llevado a cabo fuera de los Estados Unidos, George W. Bush arrasa en los estados de la «América profunda», donde son refractarios a cualquier cosa que huela a intervención foránea


El resultado de una encuesta en Francia, el Reino Unido, y España prefiriendo a John Kerry como candidato y rechazando al actual presidente George W. Bush, no ha sido bien recibido en el estado de Ohio.



Según el diario inglés The Guardian, que indagó en el tema, la noticia caló hondo en el amor propio de los votantes de algunas ciudades de este estado, y como resultado la balanza se inclinó a favor del republicano Bush. Tradicionalmente bastión del voto demócrata, Ohio se ha transformado en las dos últimas décadas en un estado de alta fluctuación en las preferencias políticas. Aunque ahora son más de diez los estados de la Unión donde se concentra el voto indeciso. Lo cierto es que sondear preferencias en otros países constituye una más de las tantas presiones externas observadas en esta elección presidencial del país más poderoso del planeta.



Gobernar desde la Casa Blanca el mundo entero ha sido el sueño de más de un Presidente de los Estados Unidos. Todavía más, la Constitución estadounidense es tal vez la única en el mundo que estuvo concebida para responder a las realidades planetarias con visión de futuro.



Con el advenimiento de la llamada globalización, existe una legión de pensadores (Habermas, entre otros) que, entre líneas, sugieren la necesidad de una revolución constitucional para responder a demandas y complejidades de diferente textura. Reformar constituciones, en todo caso, es una moda que más bien compete al resto del mundo y no necesariamente a los Estados Unidos dado que su Constitución nace como un vector apuntando al globo. Irak 2003 puso definitivamente una voz de alerta, y hoy se desarrollan encuestas en varios países acerca de qué presidente prefieren en los EE.UU., algo que una década atrás era impensado.



Más allá del aspecto lucrativo en juego para las empresas encuestadoras, los resultados desfavorables para el Presidente en Europa funcionaron como anillo al dedo para los estrategas de Bush. El analista Bob Zuban, que consulta en el estado de New Jersey, señala: "Esas encuestas cayeron del cielo ahora que Kerry tiene tanta chance de ganar como Bush. El resultado final estará marcado por la capacidad de no cometer errores en las dos semanas que restan». Zuban encuentra que mientras más presión externa se manifiesta para derrotar a Bush, más gravitaría ésta en contra de Kerry. «Es cómo si estuvieran decidiendo por nosotros», agrega.



Elección en tiempos de guerra



No es una elección cualquiera. Es una elección en tiempos de guerra. En consecuencia, las encuestas continúan expresado la preferencia del elector por los aspectos de liderazgo en una coyuntura muy especial, donde los límites de las campañas se han desatado. A Kerry se le acusó de "traición" por su oposición a la Guerra de Viet Nam, a pesar de haber sido un soldado en ella. Al Gore, derrotado en la cuestionada elección de 2000, alude al Presidente Bush como "inteligente pero cobarde" en una entrevista con David Remnick, en The New Yorker (13/9/2004).



Los demócratas confían que el veredicto reflejará la sensatez del elector juzgando cuatro años perdidos con la situación empeorada en bienestar y seguridad. Analistas de slate.msn.com señalan que la elección del 2 de noviembre será la revancha de Al Gore, que perdió en los votos electorales y ganó en el voto popular en 2000. Sondeos hechos estado por estado indican que el voto popular sería para Bush, pero Kerry obtendría 284 votos electorales contra 254 de Bush.



Si Bush aún lidera en algunas encuestas está demostrando que en la coyuntura de un país en guerra contra el terrorismo, la población no quiere cambios, y por lo tanto Bush debería ser reelegido. De no ser así, los principios básicos de una nación estarían alterados. La persistente inclinación -aunque leve- en las encuestas a favor de Bush, refleja la necesidad del elector de sentirse respaldado por un presidente capaz de liderar, no importa cómo y con qué argumentos.



El legado de Nixon y la cultura del toilette



Esta elección es un referéndum a la gestión de Bush y si es elegido, será una confirmación de que el sistema apoya el camino elegido de la acción preventiva que tiene sumido en el caos en Irak y ha hecho que la incertidumbre reine en buena parte del mundo.



Un personaje cuestionado como Richard Nixon – un ultra de la guerra fría- antes de fallecer produjo un libro: «Beyond Peace» (Más allá de la paz, 1994), y que fue recibido en el establishment de Washington como parte de un dossier estratégico. El texto tenía un mensaje central: America must lead; Estados Unidos debe liderar (el mundo). El mensaje forma parte de un blanqueo generalizado de imagen sobre las atrocidades de la Guerra Fría.



El sociólogo norteamericano Philip Slater llamó a este proceso "la cultura del toilette" (en The Pursuit of Loneliness, 1996). Slater sostiene que en los EEUU la política está dominada por la creencia de que los hechos desagradables una vez que se depositan en el toilette, al estar fuera de la vista, dejarán de existir. El legado de Nixon fue absorbido por Reagan quien lo reconoció como un tutor y por George Bush padre cuando en su discurso inaugural (1989) destacó: «La lección que nos deja la guerra de Viet Nam es precisamente ésa: que no debemos debatirla más".

Faltan menos de dos semanas para el día decisivo y si Bush aún encabeza algunas encuestas está demostrando que en la coyuntura de un país en guerra contra el terrorismo, la población no quiere cambios, y por lo tanto Bush debería ser reelegido. De no ser así, los principios básicos de una nación estarían alterados.



Si fijamos nuestra atención en la pasada elección presidencial, la actual es casi una fotocopia de la anterior en un aspecto central: apostar a un líder supuestamente fuerte (Bush), en oposición a uno supuestamente débil, Gore entonces, y ahora Kerry. Pero hace cuatro años EEUU no estaba en guerra, ahora sí lo está y pocas dudas existen de que la población votará por un Presidente liderando a un país que está en guerra. Así de simple, es la prerrogativa de la cultura del toilette.














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